La revancha de los nerds
Sites, canales, portales, programas, series: la Web se deja invadir por material de alto contenido nerd & geek. La invasión recién comienza. / Por Pablo Conde
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A esta altura está de más aclarar que YouTube dejó de ser el lugar donde todos podemos colgar nuestros videítos familiares y reírnos de bloopers ajenos. Desde su bandera de largada en febrero de 2005, el sitio evidenció muchos cambios, varios genuinos y otros peleando codo a codo con sus posibles competidores, probados segundones en una batalla por la popularidad que parece no tener fin. Por eso, no es de extrañar que sea utilizado como plataforma de conquista universal por muchos emprendimientos particulares. Entre los más nuevos, hay dos que valen la pena rescatar, ambos dirigidos a públicos puntuales: los nerds y los geeks, en inglés en el original. El término nerd –nunca sobra una posible aclaración– suele describir a individuos inteligentes, estudiosos, con poco interés de roce social, mientras que los geeks, un poco más extrovertidos, suelen hacer gala de su fanatismo por la ciencia y la ciencia ficción. Pero, términos anglófilos de lado (sólo nos falta adoptar “dweebs”, “dorks”, “sluts” y “buttheads” para señalar a Ferris Bueller como un righteous dude), lo interesante son los programas que cada uno de esos canales están sumando, un interesante compendio para fanáticos de la cultura pop. El primero es Geek & Sundry, fundado por la comediante Felicia Day y sus compañeros de la exitosa serie web The Guild, principal atractivo de un canal en el que ya se incluyen el videoblog The Flog, un programa de juegos conducido por Wil “Cuenta conmigo” Wheaton, una entrega semanal de cómics animados del sello Dark Horse, el autoexplicativo Written by a Kid y varios productos más que se van incorporando poco a poco en una grilla que se actualiza semanalmente.
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El término nerd –nunca sobra una posible aclaración– suele describir a individuos inteligentes, estudiosos, con poco interés de roce social, mientras que los geeks, un poco más extrovertidos, suelen hacer gala de su fanatismo por la ciencia y la ciencia ficción.
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Pero el que se lleva todos los aplausos es el ambicioso segundo proyecto: The Nerdist Channel, un verdadero viaje de ida al corazón de la gran bestia pop. El creador del asunto en cuestión es Chris Hardwick, un neohombre renacentista de amplio currículum: estrellita del stand-up, conductor y columnista televisivo, escriba de la revista Wired, voz de personajes animados y creador de “Nerdist Industries”, un conglomerado que aúna la página web (Nerdist.com), un popular podcast y este fresco y rozagante canal de YouTube. Videojuegos, cómics, tecnología, películas, televisión y bowling son sólo la punta del iceberg de intereses del Nerdist Channel, para alegría de todos y todas. Siguiendo una lógica televisiva, la propuesta es estrenar un episodio de cada serie por semana, con videos de distinta duración pero de igual tenor nérdico. Así es como los lunes le toca a All Star Celebrity Bowling en el que Hardwick desafía a celebridades como el cast de Mad Men. Los martes es un día especial para la alegre estupidez, de la mano de “Weird Al” Yankovic en Face to Face, uno de los platos fuertes del sitio, puro descerebramiento yankoviero. Los miércoles son días más específicos y especializados, con el trío podcastero por excelencia de la historieta y afines, el Comic Book Club. Los jueves, el inefable Harry Knowles reporta desde su sótano todas las novedades cinematográficas a modo de continuación de su tarea en Ain’t It Cool News, un clásico sitio wébico. Para cerrar la semana, Weird S#!t From Japan, un compilado de rarezas catódicas orientales y una buena panzada de fragmentos clásicos de Kids In The Hall, con entrevistas a los miembros de la brillante agrupación canadiense.
Nerdist y Geek & Sundry pueden llegar a ser los mascarones de proa de YouTube. Su éxito puede significar un paso firme en la búsqueda de ampliar la producción de contenidos para la Web. El objetivo es conquistar a los nativos digitales, esa nueva generación nacida en la era 2.0, donde lo viral ventajea exponencialmente al boca a boca, transformándolo en algo –¡oh!– del pasado.
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