Lady Bird y el fin de la inocencia

La primera película como directora de Greta Gerwig elude los clichés del típico cine melancólico y semiautobiográfico estadounidense.

Por Juan Manuel Domínguez

Las películas que amamos, que tenemos en el estante, no dejan de definir nuestro horizonte sentimental de clase media tristona con esto de ser adulto. Pero si algo quedó demostrado, más allá de las calidades, es que el cine hoy ha decidido ser más inteligente a la hora de la diversidad (sin que eso necesariamente lo haga definitivamente más inteligente). Lady Bird ha sido elegida como abanderada de una forma de cine menos mainstream pero que, aun así, abre el debate sobre la representación, delante y detrás de cámara, en Hollywood. No por nada su directora, Greta Gerwig, fue nominada como mejor directora al Oscar por esta ópera primera solista (¿Le ganará a Guillermo Del Toro?).

Todo ese peso, ese “aquí y ahora”, anula una certeza: la sensibilidad de clase de Lady Bird. La película de Gerwig es la contracara a ese tipo de película melancólica y semiautobiográfica, toda americana en su paisaje, en sus suburbios, high schools y adolescentes que hablan como si estuvieran, bueno, en una película… Pero lo es de manera gentil, sin odio, sino con Gerwig y sus días en Sacramento, tal como le sucede en ese 2002 a la Lady Bird a punto de egresar (Saoirse Ronan). La película arranca de molde: ella, la rara en su colegio católico, sus primeras veces, las primeras peleas, el descubrimiento de la amistad real (y no como gesto), el sacrificio que nos define más que ser populares en el colegio y el fin de algo que es el comienzo de todo. Gerwig suma la presión social: los “no” que se sienten castigos pero son, en realidad, un límite económico. Entiende un instante donde creemos que el mundo nos odia. Gerwig habla sobre la inocencia y el fin de la misma, sobre lo que no vemos, sobre darse cuenta que nuestras batallas, esas que nos definen tanto en una caja de ahorro como en un empleo rodeado de otra gente, son todo aquello que nunca entendimos que se nos venía encima cuando éramos, fatalmente, nuestra versión más libre. En ese sentido, pocas películas nos hablan, incluso cuando se pasan de listas, como Lady Bird.

Ladybird
Greta Gerwig
Con Saoirse Ronan y Laurie Metcalf