Las mujeres bellas y fuertes de Elisabeth Moss

Saltó a la fama con la genial Peggy Olson de Mad Men, pero Elisabeth Moss hace rato demuestra que tiene mucho más para dar. Ahora se luce en la perturbadora serie The Handmaid’s Tale –una cruel distopía basada en un libro de Margaret Atwood– y vuelve a encarnar el rol protagónico en la segunda temporada de Top of the Lake, de Jane Campion. Perfil de una mujer definida por sus personajes intensos.

Los Inrockuptibles
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7 min readAug 28, 2017

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Por Olivier Joyard

Top of the Lake

Durante una amena conversación entre actrices recientemente organizada por la revista Hollywood Reporter, la legendaria Jessica Lange le explicaba a varias de sus colegas, como Nicole Kidman o Reese Witherspoon, la experiencia singular que implica actuar en escenas violentas que ponen en riesgo la integridad física de las mujeres. “Lo increíble de ser actriz es que el cuerpo no entiende que estamos fingiendo”, decía Lange sabiamente. A esta descarga inquietante de veracidad, Elisabeth Moss parece conocerla desde siempre. A su veterana colega, esta joven actriz que ronda los treinta y cinco años responde con una sola palabra, “Exactamente”. Desde la aparición de la serie The Handmaid’s Tale, que deja a quien la mire boquiabierto, se entiende perfectamente lo que quiere decir, y sobre todo hasta dónde es capaz de llegar a través de los roles que elige para darse una y otra vez a conocer. Elisabeth Moss es una actriz radical en el mundillo de las series y más allá también: tiene un papel discreto pero de importancia en The Square de Ruben Ostlund, reciente Palma de Oro en Cannes, sin ir más lejos.

Hacia el abismo

En The Handmaid’s Tale, la adaptación intimidante y aterradora de la novela distópica de Margaret Atwood publicada en los años 80, las mujeres no están autorizadas a leer. Lo único que pueden hacer es pensar, si es que lo logran. Después de que una catástrofe ecológica produjera una brusca caída de la tasa de natalidad, la República de Gilead, una teocracia, redujo a aquellas mujeres que aún eran fértiles al simple rol de reproductoras. De sombrero blanco y vestido rojo, van soportando todo tipo de agravios y son violadas regularmente por sus “dueños”, quienes están acompañados de sus esposas.

Las escenas asfixiantes en las que Offred, el personaje de Elisabeth Moss, es penetrada por un hombre mientras que su mujer le sujeta los brazos hacia atrás, marcan a fuego. Moss las atraviesa intentado que la víctima que encarna “se ausente lo máximo posible de ella misma”. Además de tener el rol principal es productora de la serie, e intenta verificar que “nada sea sexual en la puesta en escena, en el sentido de que nadie sienta placer”. Una manera de controlar la escena, para zambullirse aún más en un abismo sin red.

Mirar cómo actúa Elisabeth Moss es observar cómo se acerca a las llamas, cómo pone las manos en el fuego sin miedo a quemarse. Esta idea se cristalizaba en el final de la primera temporada de Mad Men cuando su personaje, Peggy Olson, traía al mundo un bebé después de un trastorno de negación de embarazo y decidía abandonarlo. Una decisión crucial que la actriz interpretó bajo una mezcla asombrosa de pureza y determinación.

Adoro quemarme, es verdad”, dice con voz firme, divertida y llena de audacia. “Siempre pongo las manos en el fuego. El desafío no es la performance física, sino la emocional. Yo necesito eso, me encanta que me lleven a los extremos. Lo peor sería aburrirme en el set de filmación. En una situación normal, soy extremadamente solitaria, me quedo mucho en mi casa sin salir a tomar aire, no soy para nada aventurera. Así que es una manera de tener acción. Mi vida personal es bastante aburrida, pero feliz. Quizá no haya que tener una vida tan intensa ni excitante, ¡eso quiere decir que las cosas no van tan bien!

The Handmaid’s Tale

La importancia del guión

Cuando tenía diez años, Elisabeth Moss escuchaba a Gershwin y a cantantes de jazz, siempre siguiendo los preceptos de la Iglesia de la Cientología, a la que pertenecía por mandato familiar. Ahora ya no habla mucho de eso porque pasó a ser una actriz que revienta la pantalla. Su asombroso recorrido habla mucho de ella. Desde comienzos del 2000, la televisión la descubrió en The West Wing, la maravillosa serie política de Aaron Sorkin que hoy nos parece venida de un mundo más chic. Allí interpretó a Zoey Bartlet, la hija adolescente del presidente. “Fue una escuela de teatro entre mis diecisiete y mis veintitrés años, con personas que sabían mucho más que yo. La experiencia con Aaron Sorkin como guionista puso la vara bien alta y me obligó a mostrarme exigente. En The West Wing me enseñaron el valor y la importancia de un buen guión. Podemos estar comprometidos al máximo, pero sin un buen guión vamos a fallar. En cambio, podemos parecer muy buenos gracias a un buen guión, ¡incluso si somos un desastre!

Siempre pongo las manos en el fuego. El desafío no es la performance física, sino la emocional. Yo necesito eso, me encanta que me lleven a los extremos. Lo peor sería aburrirme en el set de filmación.

Con ese papel, Elisabeth Moss inauguró una línea de personajes femeninos fascinantes donde la acumulación tiene sentido. Aunque la época favorecía más a los atormentados héroes masculinos, ella construyó su fortaleza casi en penumbras, pero con un porvenir lleno de ideas. En una de sus primeras apariciones en la serie de Aaron Sorkin, su padre, enojado, la reta por haber sido acosada en un bar. Le pregunta en pocas palabras si se comportó de manera provocativa, y ella responde sin dejarse impresionar: “Yo no me insinué a esos tipos, pero si eso hubiese pasado, tampoco hubiera justificado su comportamiento”.

Mad Men

Atravesar tiempos y géneros

Con constancia, Elisabeth Moss se fue emancipando. Peggy Olson comenzó Mad Men soportando los embates del sexismo dominante de la serie, ambientada en los años 60, y salió triunfante: la joven secretaria ingenua devino una creativa imprescindible. Todos recuerdan en la séptima temporada esos últimos planos de ella en cámara lenta, en un pasillo, cargando con tenacidad sus asuntos, anteojos negros sobre la nariz y cigarrillo en la boca, el día de su llegada a la empresa de la competencia. El gif de Peggy a modo de working girl poderosa circula con fluidez en Internet.

Elisabeth Moss dice haber querido hacer de Peggy un personaje con el que tanto varones como mujeres pudieran identificarse, incluso teniendo en cuenta la sociedad actual. Esa manera de querer atravesar los géneros y los tiempos forma parte de ella, incluso si como actriz encarna específicamente a mujeres que luchan por conquistar su libertad. Su pacto con la directora Jane Campion para Top of the Lake lo demuestra una vez más. Después de una primera temporada emitida en 2013, en la que encarna a una jefa de policía que revela haber sido violada a los quince años, la serie toma una nueva dimensión con una segunda temporada donde Moss se topa en el camino de Nicole Kidman.

Los papeles que elijo interrogan la cuestión femenina, es verdad. Hay evidentemente un proceso inconsciente que me lleva hacia eso. Intento interpretar al máximo a las mujeres que son como yo y como las que conozco.”

Los primeros episodios, emitidos en el Festival de Cannes antes de su difusión masiva, muestran la envergadura del talento de Moss, su vuelta a la violencia, mientras que su personaje atraviesa una tormenta emocional de una intensidad total. “La condición pedida por Elisabeth para aceptar la filmación de esta nueva temporada fue hacer que Robin, su personaje, lleve todavía más lejos su perversidad”, explica Jean Campion.

Esta majestuosa segunda temporada de Top of the Lake debería instalar definitivamente a la actriz en la pantalla como uno de los íconos del movimiento feminista, aunque le quede todavía una larga trayectoria por recorrer. Durante una de las primeras entrevistas dedicadas a The Handmaid’s Tale, Moss efectivamente se rehusó a etiquetar a la serie. “Para mí, no se trata de un relato feminista. Es una historia humana, porque los derechos de las mujeres son derechos humanos. Nunca tuve la intención de juzgar a Peggy como una feminista, y lo mismo me pasa con Offred en The Handmaid’s Tale.” Su declaración cosechó una ola de protestas, luego de la cual la actriz se debe haber dado cuenta de que había dado una definición de feminismo negando al mismo tiempo el mensaje. Hoy dice una cosa totalmente distinta: “Los papeles que elijo interrogan la cuestión femenina, es verdad. Hay evidentemente un proceso inconsciente que me lleva hacia eso. Intento interpretar al máximo a las mujeres que son como yo y como las que conozco. Eso después se cruza con cuestiones más grandes como la desigualdad y las complicaciones ligadas al hecho de ser una mujer en un mundo de hombres, como le sucedía a Peggy en Mad Men. No entiendo cómo se puede no ser feminista. En la obra The Heidi Chronicles que hice en Broadway, y obvio en The Handmaid’s Tale, exploro esas cuestiones de manera realmente personal. Ahora tengo ganas de producir series y películas que pongan un paso por delante a las mujeres”.

En vez de pedirle a las actrices que tengan un discurso sobre su trabajo tan agudo como el de los editorialistas políticos, no habría que olvidarse de tomarlas por lo que son, destacadas productoras de sentidos y sentimientos. Al descubrir, sin aliento, las poderosas introspecciones de Elisabeth Moss en The Handmaid’s Tale, su manera colérica de pronunciar las líneas de su protagonista con la voz en off, su facilidad a la hora de pasar en algunos planos del terror más profundo al esbozo de un deseo, su jugueteo valiente con la belleza y la fealdad, cualquier comentario se vuelve superfluo.

The Handmaid’s Tale
Temporada 1 en Hulu.

Top of the Lake
Temporada 2 estrena en septiembre en Sundance TV.

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