Leonardo Oyola habla de “Nafta Súper”, la serie de Space

Los Inrockuptibles
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3 min readDec 13, 2016

“Los contratamos de una”, les dijeron a Nicanor Loreti y Leonardo Oyola, respectivamente director y escritor-showrunner del corazón de Kryptonita. Apenas un día había pasado del estreno del film que comenzó su propia leyenda en el Festival de Mar del Plata del año pasado. Aquella leyenda que implicaba la usurpación con guante sintetizado de John Carpenter de los tics e íconos de los superhéroes de DC Comics en estado (suburbano) alterado. La propuesta y contratación venía de parte del canal Space: convertir el film en Nafta Súper, serie de ocho capítulos que funcionan como una expansión de la idea enamorada del juego que implica imaginar a Superman y demás superamigos menos wagnerianos, all-american y sci-fi, para ponerlos, en todo sentido, en el lastimado conurbano bonaerense.

Si el libro génesis de Oyola, ya en su séptima reedición, funcionaba como feliz álbum de figuritas donde la construcción de tal o cual ícono bajo otra forma de idiosincrasia –la nuestra–, pero con la misma sustancia, era el sistema nervioso, el escritor sabe que la serie nunca se va lejos de su centro gravitacional: “Ya desde la tapa del libro –como cualquier cubierta de literatura pulp– jugamos con el engaño en el envoltorio: donde todos esperaban un giro hacia el costumbrismo, eso es algo que jamás apareció. Nunca buscamos la parodia. Sí adentrarnos en un ‘elseworld’ y mostrar nuestro amor por los superhéroes a la par que nuestro amor por La Matanza, sus calles, lo que me dieron a mí”.

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En la nueva serie casi todos dan el presente: desde Juan Palomino como Nafta Súper, el bootleg kryptoniano, hasta Diego Capusotto como el jokerizado Comodín, sumando a más figuritas al asunto, como podrían ser Jazmín Stuart de falsa Gatúbela o Luisana Lopilato como efervescente Harley Quinn. Ese multiplícate y anda es, para Oyola, “una oportunidad de seguir viéndolos en acción. E inesperadamente mi Toy Story 3: posiblemente la última vez que como Andy narre una aventura con mis más amados juguetes”.

La construcción lúdica de Oyola en el mundo de las series sigue siendo un animal de género que se toma seguido el 620 (Lomas del Mirador, La Matanza e Isidro Casanova). Su gran truco entonces devino ser el embajador de no solo su sensibilidad pop, sentida y leída en colectivo (en más de un sentido), sino también del cine de Nicanor Loreti y la entrega de los actores a la fantasía que hasta ahora tenía que ser independiente para existir. La serie, en ese sentido, expande y se divierte: posee nervio de cómics sueltos, de orígenes secretos contados por primera vez, sin perder el sensacionalista sabor de ser un gran final.

“Nunca buscamos la parodia. Sí adentrarnos en un ‘elseworld’ y mostrar nuestro amor por los superhéroes a la par que nuestro amor por La Matanza, sus calles, lo que me dieron a mí”

Por lector, por diablo y por sentimiento, Oyola sabe que el género super, sea publicado en 1938 o en una serie de 2016, es una creación comunal, espejo con rastros de muchos mundos, muchos bares y muchas contradicciones: “Desde el momento en que se corporizaron, la banda de Nafta Súper se convirtió en una creación colectiva. Nicanor y yo podemos tomar las decisiones finales pero para hacerlo –además de confiar en la historia– necesitamos de las opiniones y, sobre todo, de los sentimientos de los actores que los encarnan. Por último, lo demás lo terminan aportando los lectores y espectadores. Sobre eso uno ya no tiene ningún control”.

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Nafta Súper

Los miércoles a las 22.30 por Space o en naftasuper.spacego.tv.

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