Los 40 años de The Cure
¿Cómo se celebran cuarenta años de carrera? Pues con alegría. ¿Así sea The Cure? Así sea The Cure. Los hombres de negro tiran Hyde Park por la ventana para el festejo y se despacharán con un documental que rememorará la trayectoria de Robert Smith & cia. Un repaso por su esencia con una playlist de yapa.
Por Lala Toutonian
Quizá sea el negro la negación del color. Quizá lo sea debido a la inexistencia de recepción de la luz. Sí es la apreciación visual de la oscuridad suprema. Y musicalmente, esa percepción nocturna se concentra en The Cure desde el primero de sus días, allá por el ’78. En términos evolucionistas, no se adaptaron a los tiempos, sino que mantuvieron su peculiar carácter, una de las personalidades más fuertes del rock, con una impronta identitaria tan apabullante que los ha sustentado hasta hoy. Tampoco lo suyo es rock-rock sino un post punk delicado, un gótico (¿se dice gótico aún?) con clase, un flirteo con la new wave. A Robert (podemos llamarlo Robert) no le gusta la etiqueta goth y con razón, pero la primera evidencia empírica del dark es The Cure, así que sorry, Rob (¿podemos llamarlo Rob?). Smith no canta, se lamenta. Ese tono lastimero ha nutrido las pesadillas a las que siempre acudió a la hora de componer (es una alegría que no haya hecho terapia). Descarga verbal sumada a la –por momentos retorcidas, hoy más sosegadas, otrora barrocas, siempre desbordantes– composición musical, The Cure ha conseguido canciones extrañamente hermosas.
Primero fue un simple en 1978, “Killing an Arab” (inspirado en El Extranjero de Camus) –I’m alive/I’m dead/I’m the stranger/Killling an Arab–, luego fue disco Three Imaginary Boys, entre el ’80 y el ’84 se sucedería un primer compendio que será el proveedor intelectual más oscuro de su carrera: Seventeen Seconds, Faith, Pornography y The Top. Al año siguiente, The Head on the Door los catapulta a la fama, y no hubo alma que no saltara al compás de “In Between Days” y esas locas guitarras tanto del mismo Smith como las del gran Porl Thompson, quien fue y vino intermitentemente de la banda… hasta que no volvió más. El que desde 1980 se bate los pelos en el espejo de al lado de Smith es el bajista Simon Gallup (tuvo su encontronazo con el líder y durante un par de años se ausentó), quien forma la trilogía junto al baterista y tecladista Lol Tolhurst, considerados todos piedra fundacional de la banda. El segundo conjunto del diagrama de Venn curístico lo conforman Kiss me, Kiss me, Kiss me, Disintegration –el álbum idolatrado por todos, sin excepción– y Wish. Entre los tres, reúnen los hits más altos: “Just like Heaven”, “Lovesong”, “Lullaby”, “Friday I’m in Love”, “A Letter to Elise” y siguen los títulos. Mientras el disco Wild Mood Swings continúa el tono fúnebre característico, también incluirá el divertido “Mint Car”; Bloodflowers será la vuelta a la noche más cerrada y el disco de amor por antonomasia, la madurez artística en un puñado de temas.
The Cure (2004) y 4:13 Dream (2008) cierran el círculo. Pasaron canciones como “Kyoto Song”, “Charlotte Sometimes”, “A Night Like This”, “Primary”, “Funeral Party”, “The Hanging Garden”, “Close to Me” y más, para el deleite de sus seguidores. Sueños, fantasmas, deseos, logros y frustraciones, nada quedó en el tintero: The Cure lo hizo canción.
The Cure en Hyde Park (Londres), sábado 7 de Julio de 2018.
Invitados: Interpol, Goldfrapp, Editors, Ride, Slowdive y The Twilight Sad.