"Los sorrentinos": entre la gastronomía y la intimidad familiar
Virginia Higa acaba de publicar su primer libro: una novela que con la excusa de contar la historia detrás de la creación de los sorrentinos revela una serie de tramas familiares tan curiosas como entrañables.
Por Malena Rey
¿Sabía usted que esa pasta rellena tan tradicional llamada “sorrentinos” no viene de Italia como los agnolotti o los capeletti, sino que fue inventada en la Trattoria Napolitana de la familia Vespolini en el barrio de La Perla, en Mar del Plata? Con la excusa de contar esa historia pequeña, esa creación que determina el éxito y los vaivenes afectivos de todo un clan, Virginia Higa (Bahía Blanca, 1983) escribe una hermosa primera novela que se hace fuerte en las ocurrencias de sus protagonistas, y que avanza por escenas, como si estuviéramos viendo una película sobre la vida y la obra de sus personajes. Y si por caso no queremos ver la película sino hacerla un poco realidad, basta con ir a Mar del Plata y visitar la Trattoria, que sigue existiendo.
Los sorrentinos, tal el nombre de su libro editado por Sigilo, son a la vez esas exquisitas pastas, de masa espumosa y equilibrio justo entre el relleno y la salsa –secreto familiar que se comparte solo entre los miembros privilegiados de las generaciones–, y estos hombres y mujeres que llegaron del sur de Italia y se quedaron en Mar del Plata para expandir sus costumbres tanas en las mesas argentinas. El hallazgo del libro está en reponer esa transición –parecida a la de tantas familias marcadas por la inmigración durante el siglo XX– a partir de un personaje gravitante y entrañable como Chiche Vespolini, el centro del libro. Chiche es el hermano menor, encargado de mantener vivo el restaurante familiar, un hombre sociable y bondadoso pero de modales rígidos, dueño de una serie de facetas que Higa va develando y que lo convierten en un ser adorable pero complejo, capaz de habitar una soledad profunda en medio del trajín que implica llevar adelante un local de comidas abierto todo el año. Otro de los hallazgos está en el uso del lenguaje: el libro tiene un estilo fresco, que a primera vista parece sencillo pero que no lo es tanto. Para dotar de vida a Chiche, Virginia Higa lo hace hablar, expresarse. Y es ese lenguaje cocoliche el que le da más color a la trama, y el que termina de enmarcar las atribuciones de los italianos en nuestra cultura. Chiche habla de la mishadura, una especie de miseria peligrosa, se refiere a los chinasos, esos seres vulgares que no entienden las buenas formas, define con una sola mirada a los catroshos, critica a la pappocchia… En esa suerte de léxico familiar, de glosario privado, la familia Vespolini se expande para parecerse a muchas, pero también para diferenciarse. Y las anécdotas que podrían haber quedado archivadas en la memoria de unos pocos parientes se comparten con los lectores con mucho sentimiento y una sensación de orgullo y de alegría.
El de Los sorrentinos es un relato coral porque en él entran y salen seres curiosos y entrañables. Es un libro que probablemente no hubiera sido el mismo sin la lectura de los textos de Hebe Uhart –su autora asistió a su taller, por caso–: están aquí esas observaciones descollantes y esa curiosidad por el detalle que recuerdan a la autora de Mudanzas, quien también se ocupó durante años de desentrañar las motivaciones de los relatos familiares. Pero tampoco hubiera sido el mismo sin la voz de la genial narradora italiana Natalia Ginzburg –autora del epígrafe que abre la novela–: de Ginzburg, Higa parece haber reparado en cierta naturalidad y cierta respiración en la prosa para tocar temas tristes o conmovedores como si se tratara de hechos simples y sencillos, mundanos, al alcance de la mano. Dos narradoras mujeres con las que la autora teje sus propias afinidades electivas.
Los sorrentinos es una novela en la que lo íntimo se universaliza, una historia que nos reconcilia con la idea de clan entendido como sociedad hecha de afectos, ausencias y parentescos que se resignifican con las nuevas generaciones. ¿Quién no tiene acaso algún familiar digno de convertirse en personaje de novela? El mérito de Virginia Higa es haberle encontrado la voz y el destino a ese personaje, Chiche Vespolini, y a través de él hablarnos de muchas otras cosas en las que podemos reconocernos.
Virginia Higa
Los sorrentinos
(Sigilo) 152 páginas
Presentación Los sorrentinos: miércoles 27 de junio en Casa de la Lectura (Lavalleja 924, CABA), charla pública entre la autora y Hebe Uhart, entrada libre y gratuita.
> https://www.sigilo.com.ar/narrativa-argentina/los-sorrentinos-virginia-higa/