Los Spiegelman, por Liniers

Los Inrockuptibles
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2 min readSep 15, 2015

En 1989, mis padres me trajeron el Maus de Art Spiegelman de un viaje. Me acuerdo que, una vez que lo leí, enseguida quise que todos los libros fueran como ese. Lamentablemente, no había ninguno similar. Si quería leer una novela gráfica diferente tenía que recurrir a El Eternauta, pero era otra cosa. Hoy las librerías están llenas de opciones parecidas, lo que demuestra que Maus fue una bisagra y marcó la adultez de la historieta (hasta ese momento, el cómic siempre quedaba metido en un corralito para hombres jóvenes y niños).

Incluso antes de Maus, o durante, en la época en la que editaba su revista antológica RAW, Spiegelman ya era tremendo. Cuando yo cursaba en la Facultad de Derecho, solía pasar por una librería que había ahí al lado, que no sé por qué clase de milagro tenía un ejemplar. Estaba carísimo. Para mí, era el Santo Grial: lo miraba, ahorraba y rogaba que nadie se lo llevara. Me lo terminé comprando tres años después de verlo por primera vez. Ahí podías leer a Muñoz, a George Herriman, a Robert Crumb, a Chris Ware

Art hacía el trabajo de edición de RAW junto a Françoise Mouly, su mujer. Una de las primeras cosas que hice en el 2000, cuando me fui a vivir unos meses a Nueva York, fue buscarlos en la guía. Spiegelman no estaba, pero Mouly sí. No me animé a llamarla. Desde el punto de vista editorial, ella es inmensa. Además de su trabajo en RAW, ya lleva más de dos décadas como directora de arte de The New Yorker. Y por ahí pasaron todos: Crumb, Sempé, Steinberg –que seguía vivo cuando ella comenzó–, Brunetti, Ware, Joost Swarte. Esa cosa medio machista de reducirla a “la mujer de” no tiene sentido. Su importancia como editora es crucial y gigante. Ahora también maneja Toon Books, una hermosa editorial que indaga en aquello que ambos descubrieron: que la novela gráfica se volvió tan adulta que dejó de hablarles a los niños. Había que traer de vuelta ese boomerang.

El día que me llegó un mail de Françoise en el que me contaba que quería hacer un libro con las tiras de Enriqueta, me quedé con la boca abierta. ¡Un libro! Yo tenía tantas ganas de conocerlos que les hubiera cedido los derechos de Enriqueta de por vida. Así empezó nuestra relación, que desembocó en una invitación para dibujar en The New Yorker. Es algo que todavía no me termino de creer.

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Comicópolis
Del 17 al 20 de septiembre en Tecnópolis.
Art Spiegelman presentará Wordless!, un show en vivo con músicos en escena.

> comicopolis.ar

Imagen: tapas de The New Yorker, por Liniers

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