“Love” volvió con más sexo, drogas y emojis

Los Inrockuptibles
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3 min readApr 24, 2017

Pasó más un año desde el último capítulo de la primera temporada de Love. Sin embargo, Gus (Paul Rust) y Mickey (Gillian Jacobs), los protagonistas que se atraen y se insultan como niños inexpertos, siguen parados en el mismo lugar: en el estacionamiento desierto donde sus vidas desordenadas se cruzaron semanas atrás, entre comida chatarra y café quemado en vasos descartables. El segundo round de la serie coescrita y producida por Judd Apatow, en sociedad con sus creadores Leslie Arfin y Paul Rust, llegó a Netflix, esta vez con dos capítulos extra. Y es que la historia de romance esquizofrénico de estos treintañeros no cabe en diez capítulos, al igual que una declaración de amor en los 140 caracteres que permite Twitter. Ni cajas de bombones, ni ramos de rosas rojas; menos que menos un oso de peluche gigante que sostenga un corazón de seda con una frase desesperada tatuada en el centro. Los personajes delineados por la mirada filosa de Apatow no son devotos de la cursilería que nos vendían las películas de los años 90. En el universo posadolescente del comediante que entrevistó a Seinfeld a sus quince años, las cajas de bombones son una pantalla para esconder un puñado de porros y los peluches son muñecos de Star Wars que no deben sacarse de su empaque original.

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En sintonía con Freaks and Geeks, Love es un atentado terrorista contra las expectativas del espectador romántico. Un baldazo de cerveza fría que te estampa en la cara que el amor puede desear las mismas escenas de Mujer bonita, pero las relaciones se parecen más a una película de suspenso dirigida por Hitchcock. Solo que en vez de investigar quién es el asesino de un crimen, hay que descifrar qué significa un emoji sonriente enviado por WhatsApp a las tres de la mañana. Envueltos en una nebulosa neurótica, los personajes de la serie confirman, una vez más, que los nerds flacuchos y narigones son los verdaderos galanes. Parecen haberse escapado de las viñetas de Peanuts. Como si Charlie Brown, Lucy, Linus y Sally se hubieran convertido en adultos, con el estilo aniñado de Tom Hanks en Quisiera ser grande. Aunque estén atrapados en cuerpos peludos o con curvas prominentes, siguen jugando a las escondidas, sin importar que deban pagar cuentas de luz y asistir a la oficina.

Love

Sentada en la vereda de enfrente del melodrama, la nueva temporada de Love vuelve a caminar en zapatillas por los miedos a la soledad, pero también por el pánico a estar en pareja. El desafío al que se enfrentan ahora Gus y Mickey es si están tentados, y son capaces, de construir, al menos con palitos de helado, una relación donde la venganza de los malos entendidos no los convierta en villanos de una historieta de Spider-Man. Ponerse la malla de superhéroes en la galaxia que habitan estos renegados del amor reside en dormir cucharita sin huir de la cama a medianoche. Corazonear una foto de Instagram sin necesidad de caer en la paranoia de ser demostrativos en exceso. Formar una dupla amorosa y no morir en el intento se ha vuelto más complejo que enseñarle buenos modales a Godzilla. Flotando con un traje de astronauta dentro de la piñata de referencias pop que detona Love con cada cambio de plano, los Jesse y Celine de la era de Tinder, quienes ya están filmando la tercera temporada, bailan drogados en el living y miran Duro de matar en la minipantalla de la netbook. Love desnuda el costado más honesto y atrevido de Apatow: aquel que prefiere jugar al Candy Crush sentado en el inodoro que participar en una discusión matrimonial con final feliz.

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Love (temporada 2)
En Netflix

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