“Filmar ‘La flor’ es mi ocupación favorita” Entrevista a Mariano Llinás

A una década de haber presentado Historias extraordinarias en el Bafici, Mariano Llinás vuelve al festival con La flor, una película de catorce horas que aprovecha a las cuatro Piel de Lava en personajes distintos para cada una de sus seis historias.

Los Inrockuptibles
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8 min readMar 26, 2018

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Por Nazareno Brega

¿Cómo se te ocurrió hacer una película que gira siempre alrededor de las Piel de Lava? ¿Por qué querías que fueran el concepto de la película, más allá de la cuestión afectiva personal?
En 2006, Agustín (Mendilaharzu) y yo fuimos a ver la obra Neblina. Yo nunca había oído hablar de las Piel de Lava, como casi todo el mundo en ese entonces, y solo fui porque el codirector de la obra era Héctor Díaz, a quien yo admiraba como a nadie. La cuestión es que los dos nos quedamos maravillados con la obra, y cuando a los pocos meses Héctor me escribió con la propuesta de llevar la obra al cine le dije que sí inmediatamente, pese a que en ese momento estábamos por empezar el titánico rodaje de Historias extraordinarias. La cosa es que empezamos a juntarnos para trabajar lo que en el mediano plazo sería la película sucesora de Historias extraordinarias. Esas reuniones eran de un entusiasmo desmedido, y creo que no es una exageración ni una hipérbole utilizar la expresión enamoramiento. Eso era lo que sucedía allí: la euforia y el desasosiego de los enamorados. Lentamente el proyecto de Neblina fue convirtiéndose en una excusa para pasar tiempo juntos. Sin embargo, había algo que –más allá de esa alegría de estar juntos– a mí me acechaba como una certeza: la capacidad de las chicas de volverse instrumentos lúcidos y afilados de ficción. Rápidamente comprendí que el desvelo de Piel de Lava, su proyecto secreto, se correspondía de un modo asombroso con el de El Pampero y con el mío propio: generar mecanismos para expandir los límites de la ficción. No en vano, mientras nosotros filmábamos Historias extraordinarias ellas actuaban en Acassusso, de Rafael Spregelburd, y eran veteranas de aquella otra gran aventura de los primeros años del siglo: Bizarra. Todo eso me hizo pensar que una asociación entre ambos era un proyecto que podía generar no sólo una enorme felicidad sino una enorme potencia.
Me pasaba también que, al margen de Neblina, todo el tiempo imaginaba argumentos –algunos de ellos bastante convencionales– en los que ellas ocuparan los distintos roles: sentía que ese juego de disfraces era imbatible. Uno de esos argumentos tontos es el de las momias, que ocupa el episodio 1 de La flor. Ahí comprendimos todos que Neblina quedaba chico para el gran proyecto que imaginábamos y que simplemente debíamos generar el dispositivo que agotara nuestro deseo de hacer todas las películas posibles. De ahí a las seis rayitas en forma de flor fue un paso. Rápidamente convencí a mis compañeros de El Pampero y empezamos a hacerla.

¿Por qué pasaste tantos años haciendo La flor? ¿Quedó como querías o hubo algún punto en el que tuviste que resignar algo?
Creo que esta respuesta se explica viendo la totalidad del proyecto. Es realmente mucho lo que se ha filmado, y no creo que pudiera hacerse en menos tiempo. Además, a partir del segundo año resultó claro que el film debía acomodarse y volverse permeable a la vida de los que la hacíamos: Ellas hicieron infinitas obras, como Piel de Lava y separadas, Agustín hizo cinco, El Pampero hizo siete u ocho películas, muchos tuvimos hijos… No solo era inimaginable suspender todo mientras se hacía el film, como se hace en los rodajes convencionales, sino que esa intermitencia era precisamente lo que le daría a la película su enorme particularidad. Cuando en el episodio final dos de las chicas están embarazadas, no creo que a nadie le resulte indiferente el hecho de que esas panzas hayan crecido al mismo tiempo que la película, y lo mismo puede decirse de cada rastro del paso del tiempo en ellas, o en los lugares… En cuanto a lo de “resignar”, puedo decirte que filmar La flor es mi ocupación favorita, y que si por mí fuera seguiría haciéndolo toda la vida. Eso es lo que me gusta hacer. Si hay alguna resignación tiene que ver con ese límite, con tomar la decisión de haberla acabado.

“En todos estos años he advertido que muchísimos espectadores, y los críticos antes que nadie, se han alejado del cine en favor de la televisión y de la lectura de los escuetos mensajes de Twitter y de las bocas haciendo “trompita” de Instagram. No cuenten conmigo para esos juegos.”

La película iba a durar nueve horas, pero al final dura cinco horas más. El espectador promedio exige otro poder de síntesis y parece difícil que se acerque a la película, algo que sí habías conseguido con las cuatro horas y pico de Historias extraordinarias. ¿Te planteaste esa preocupación? Es curioso además que la duración sea más cercana a la de las series, que es hacia donde parecen haberse ido los espectadores.
La pregunta no es demasiado delicada, ¿no? Es raro preguntarle a alguien “¿te molesta que tu film vaya a a ser un fracaso?”. En primer lugar, nunca nadie dijo que fuera a durar nueve horas. Vaya uno a saber a quién se le ocurrió ese cálculo tan antojadizo. En cualquier caso, yo creo que el plan de ir a ver un film que ocupa todo un fin de semana, como si fuera un festival de rock, y que suspende el tiempo que hay en el medio como si fuera una ceremonia o un campamento me resulta una aventura fascinante. Era lo que pasaba cuando yo tenía 20 años con los ciclos de la Sala Leopoldo Lugones: uno iba y se quedaba el día entero viendo una detrás de otra, y al día siguiente volvía y así todo el tiempo. Uno conocía gente, se hacía amigos y hasta amores en esas largas jornadas. ¿Tanto habrán cambiado los espectadores para que una rutina así no les interese?

En un momento tenías una idea muy clara del estreno. Era una de las pocas certezas que había entre todo el misterio que rodeaba a la película. ¿Por qué cambiaste eso y cómo pensás presentarla? ¿Se te ocurrió en algún momento mostrarla como serie?
Nuevamente partís de supuestos que no comprendo. ¿Cuándo tuve “una idea muy clara del estreno”? ¡Si ni siquiera la tengo ahora! ¿A qué te referís?

Había leído que querías mostrarla en tres partes y que tuviera esta cosa de “viajar a verla”, como cuando mostraste la primera parte el año pasado en Trenque Lauquen, e ir recorriendo distintos lugares con la película.
Tal vez algo de eso hagamos. Estaría buenísimo. Tal vez, más cerca de la primavera. Lo cierto es que siempre nos interesó investigar en el campo de la exhibición y aquí, una vez terminado el film, tenemos una oportunidad extraordinaria para pensar nuevas cosas. Yo, personalmente, advierto cierto letargo en la exhibición cinematográfica que me gustaría combatir. Habrá que dar curso a lo impensado y a lo extravagante. En cuanto a lo de las series, sólo diré que no tienen nada que ver con mis intereses. Es de cine y no de televisión que se trata este proyecto. En todos estos años he advertido que muchísimos espectadores, y los críticos antes que nadie, se han alejado del cine en favor de la televisión y de la lectura de los escuetos mensajes de Twitter y de las bocas haciendo “trompita” de Instagram. No cuenten conmigo para esos juegos.

“La crítica traicionó al cine independente y siento que esa traición comenzó con ese circo de elogios insensatos que montaron en torno de Historias extraordinarias hace diez años.”

¿Cómo percibís la dimensión de Historias extraordinarias diez años después? ¿Sentís la presión de todo lo que significa la película hoy en el contexto del cine argentino? ¿Te parece que podría haber sido más influyente en la forma de hacer cine en la Argentina?
No te miento si te digo que su influencia es nula. Hace unos días Nicolás Prividera, el director de Tierra de los padres, me decía que era probable que a los críticos ya nos les conmoviera el “gesto” de La flor, puesto que repetía el “gesto” de Historias extraordinarias, y que esa recurrencia en el mismo “gesto” la volvía previsible. Creo que el fatal análisis de Nicolás es acertado, sobre todo en el desolador diagnóstico de que el film fue percibido como un “gesto”, no como un film. No creo que nadie haya vuelto a verlo. Si alguna influencia tuvo yo la juzgo negativa. Por ejemplo, a las películas de El Pampero que vinieron después, siento que Historias extraordinarias les hizo mucho daño. Nadie se tomó el trabajo de pensarlas. El solo hecho de que fueran menos rimbombantes que Historias extraordinarias las descalificó, en muchos casos, de antemano. Por supuesto que hablo esencialmente de la crítica, que es la que hizo con Historias extraordinarias todo ese desastre. Estoy convencido desde hace varios años de que la crítica traicionó al cine independente. Si bien no es éste el espacio para desarrollarlo, siento que esa traición comenzó con ese circo de elogios insensatos que montaron en torno de Historias extraordinarias hace diez años.

Laura Paredes, Elisa Carricajo, Pilar Gamboa y Valeria Correa en “La flor”.

Siempre tuviste opiniones claras y fuertes sobre el Incaa y las formas de hacer y ver cine en Argentina. ¿Cómo ves hoy el cambio de gestión? ¿Cuáles considerás que son los nuevos problemas y desafíos?
No veo nuevos problemas ni desafíos. Creo que el problema es el mismo de siempre: cómo arreglárselas para hacer un cine no industrial en un contexto en el que el pensamiento hegemónico se inclina de manera cada vez más violenta hacia la industria.

La flor

De Mariano Llinás
Con Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes.

Estreno en el Bafici — Competencia Internacional
Funciones:
14/4 a las 19:30 en el Village Recoleta — Sala 8
17/4 a las 13:30 en el Village Recoleta — Sala 8
20/4 a las 21 en el Village Caballito — Sala 7
Más info acá.

BAFICI #20
Del 11 al 22 de abril
Entradas en venta desde el lunes 2/4 en festivales.buenosaires.gob.ar o en las boleterías del Village Recoleta, de 10 a 20 horas.

> elpamperocine.com.ar/laflor

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