Matate, amor y Presente: la maternidad al teatro

Dos obras teatrales basadas en libros de autoras argentinas jóvenes abordan la maternidad como experiencia salvaje: Matate, amor, con la genial Érica Rivas dirigida por Marilú Marini, y Presente, encarnada por Laura Paredes y dirigida por Bárbara Molinari.

Los Inrockuptibles
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5 min readMay 4, 2018

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Por Romina Zanellato

Matate, amor / Foto Alejandra López

“A una mujer/ si alguna vez se hace madre, /o no/ en las puntas de los dedos/ tienen que crecerle garras.” Laura Paredes canta el poema de Marina Yuszczuk frente a un pequeño público en un escenario despojado donde interpreta Presente, la adaptación de Bárbara Molinari basada en el libro Madre soltera. Una mujer con un vestido camisero verde seco, lista para enfrentar el encierro de la maternidad, con las mamas como alimento y el sexo inquieto, deseante. Laura Paredes encarna a una actriz en la soledad del aislamiento emocional que implica tener un bebé. No está loca, aunque por momentos lo parezca, aunque el estado animal que la posee la sorprenda a ella misma y al público, que se ríe nervioso por lo bajo. Desde afuera de la ventana, la luz de la luna la convierte en una loba que amamanta y se mira al espejo, desconociéndose y reconociéndose en simultáneo.

En otro teatro de la ciudad, Érica Rivas está de pie en un escenario más amplio: tiene el pelo batido y lleva un vestido plateado de fiesta. Está retorcida, su cuerpo se desplaza por un bosque iluminado y gira el pecho para hacerle la mirada del ciervo al público. Una ceja bien arriba y la otra abajo, la mandíbula un poco sacada. Desde la tribuna se ríen a carcajadas con la imitación. El ciervo de mirada amarilla y cuernos como garfios enamora a esa mujer extranjera que está atrapada en una vida familiar de marido y bebé en lo profundo de la naturaleza. El ciervo se le aparece cuando su instinto se descontrola. Cuando se transforma y hay en ella un hambre voraz. ¿Está loca? Matate, amor es la obra teatral basada en la potente novela de Ariana Harwicz con dirección de Marilú Marini y adaptación dramatúrgica de ellas dos junto a la protagonista.

Más allá del tema, lo que me interesó fue el estilo de Ariana. Sí, me motiva la maternidad poco edulcorada, lo eterno y abismal del amor, pero sobre todo me moviliza su estilo.” (Érica Rivas)

¿Qué transformaciones implica “ser madre”? Parece que es el tema del que siempre se estuvo hablando en el fondo de la conversación social y que la nueva ola de feminismo trajo otra vez a escena con todas sus aristas y pliegues ocultos, dentro del entramado mayor que implica “ser mujer”. Estas obras presentan maternidades en tensión con la felicidad, con los mandatos y la realización femenina. Son obras animales. La experiencia de estas mujeres es extrema. La voz poética en los textos, tanto en Matate, amor (editada primero por Paradiso y ahora en Mardulce) como en Madre soltera (Mansalva), moviliza los espacios preconcebidos para las madres: son mujeres que disfrutan y sufren, se cuestionan ese nuevo rol.

El aislamiento, el desconcierto, el amor y la soledad que experimenta cada madre en el puerperio toma la forma de un monólogo. Es la presencia de los otros (sin cuerpo, narrada por ellas mismas, o por una voz) y es también un espacio casi vacío la decisión de una puesta en escena despojada en ambas obras aumenta la tensión del texto e impulsa las brillantes actuaciones de Érica Rivas y Laura Paredes.

Leí el libro estando embarazada, lo leí compulsivamente”, dice Bárbara Molinari, directora de Presente. “Alguien puso en palabras algo que era muy nebuloso, que me era muy difícil escribir, nombrar, algo de ese estado de crudeza y amor. Pasaron unos meses del nacimiento de mi hija y me vino la idea de hacerlo obra. Empecé a escuchar en esa voz un monólogo, lo que en general no decimos las madres. Laura Paredes había sido mamá hacía muy poco, su bebé tenía meses cuando empezamos a ensayar. En la primera lectura no podía parar de llorar”, cuenta sobre el proceso creativo.

Presente

El pasaje del libro Madre soltera a la obra Presente hizo particular hincapié en la apropiación del texto, del yo poeta al yo actriz, porque la adaptación fue casi nula, el texto es muy fiel al original. Algunos poemas son interpretados como canciones, pero en general respetan el humor y la ironía que les impuso Marina Yuszczuk. La poeta y editora fue a los ensayos y a varias funciones, trabajó con ellas en el tono que hace de la obra algo visceral, ese matiz por el cual la protagonista vive un momento intenso, casi animal, pero sin volverse literalmente loca. “Teníamos que tener ese cuidado y creo que lo logramos. Toda la obra pasa por el cuerpo de Laura”, dice la directora.

En cambio, en Matate, amor, la novela es el devenir caótico y embriagante de una mujer hacia la locura. La angustia que implica no ser la que solía ser, la propia del mundo marital, la presencia del animal que se apodera de ella, que la desespera y la llena de sed sexual voraz, desenfrenada, la llevan irremediablemente a un estado fuera de sí.

La adaptación del texto tuvo varias etapas y sigue en movimiento continuo. Érica Rivas dice que incluso con la obra estrenada siguen cambiando cosas con Marilú Marini. Al principio fue Ariana Harwicz la que hizo una selección del texto para la obra, una columna vertebral que luego la actriz y directora redujeron, comprimieron: hicieron cortes bonsái para pulir y dejar lo que fuera más al hueso de la acción. “Intentamos no transgredir la poética de Ariana”, dice Érica, que es fanática de su escritura. La escenografía de bosque y la proyección digital sobre el fondo del escenario enrarecen aún más su actuación. Es Érica la que se narra a sí misma lo que le sucedió, se lo cuenta al público y tiene la ayuda de los técnicos que le habilitan sonidos y música. Es la narradora y es la protagonista. Se mueve de un rol a otro y la gente se ríe a carcajadas, se ríe tensa, calla, llora… “El texto es tan mordaz y ácido que en el momento en que te reís te da un sablazo”, dice la actriz, declarándose enamorada de la novela original “tan grande y tan viva”. Hay algo del estilo narrativo, donde centrifuga la historia hacia lo profundo de lo turbio, que atrapa y también expulsa por igual. “Más allá del tema, lo que me interesó fue el estilo de Ariana. Sí, me motiva la maternidad poco edulcorada, lo eterno y abismal del amor, pero sobre todo me moviliza su estilo”.

Matate, amor
De Ariana Harwicz
Dirección: Marilú Marini
Con Érica Rivas
Hasta el 14/5 los viernes/sábados a las 20 y los lunes a las 21 en Santos 4040 (Santos Dumont 4040, CABA)
> https://www.facebook.com/santos4040

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