Matt Groening viaja al Medioevo con (Des)encanto
El creador de Los Simpson y Futurama se sube a Netflix para una aventura épica pero no tan ambiciosa.
Por Juan Manuel Domínguez
El aspecto más poderoso de Netflix ha sido pisar ahí donde no se animan otras usinas XL de entretenimiento. El primer caso donde la N que todo lo pisa triunfó fue la comedia romántica: funcionó como pozo de Lázaro de un género al que varios habían soplado debajo de la alfombra. El segundo caso no son sus refritos de los 80 (sean sitcoms o cosas extrañas para adolescentes), su seriedad grisácea con corona (de House of Cards a Midhunter, pasando por The Crown) o sus objetos más pop (Glow). Es su escudería de animación: shows como Big Mouth o BoJack Horseman revitalizaron un medio que creía haber encontrado en Rick & Morty su Capilla Sixtina. Y son solo dos shows de una seguidilla que, variando edades y alcances (de guarangada y de sensibilidades), fosilizaron casi todo el espectro que los rodeaba. Por eso la llegada al gigante del streaming de Matt Groening, papá de Los Simpson y Futurama, con una nueva serie animada como Disenchantment era a priori un suceso cuanto menos poderoso.
Es sabido: Los Simpson en HD rompieron nuestro corazón. Futurama comenzó como mojada de oreja al sci-fi y se convirtió en algo que guardamos en el alma. ¿Qué esperar de una serie de Matt Groening protagonizada por una mujer y ubicada temporalmente en un Medioevo donde hay elfos, gigantes y magia negra? La fórmula más instantánea a la hora de juzgar los primeros diez episodios disponibles fue “Futurama conoce a Game of Thrones” (no hay desnudos, por si alguien quería ver personajes a la Groening flojos de vergüenza). O también la rutina fue aprovechar que existe el mismo estilo visual que el de todos los productos Groening para hablar de una serie menos ambiciosa, más holgada, que carece de la parodia de Springfield, de los sentimientos y los músculos nihilistas de Futurama, y de un eje narrativo propio que permitiera, al menos, una coherencia.
Groening busca aquí algo que tenía sus destellos invencibles en Futurama (como el episodio de la máquina que solo avanza en el tiempo): construye un relato que parece simple, de personajes diseñados (a Bean, la princesa ebria rebelde protagonista y pateaculos, Luci, un demonio monocromático canchero, y Elfo, un elfo inocente), pero busca ser épico. Y eso es algo que va declamando capítulo a capítulo. Una vez que el chiste de turno (los primeros siete episodios) va cayendo, la serie gana en ambiciones. Nunca pierde la potencia visual. Y sí, hay instantes en los que todo ya se siente visto, revisto y adorado, pero lo cierto es que las acusaciones sobre pereza distan mucho del encanto del nuevo Groening.
(Des)encanto
(Disenchantment)
De Matt Groening
Disponible en Netflix
