MGMT recupera la magia con Little Dark Age

Tras un paso en falso, MGMT reencuentra su identidad en Little Dark Age, fantasía gótica pop en la que cada canción es un pequeño milagro. Andrew VanWyngarden y Benjamin Goldwasser hablan de este jovial cuarto disco.

Los Inrockuptibles
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5 min readMar 9, 2018

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Por Christophe Conte

Con Little Dark Age, MGMT vuelve a conquistar el mundo y el dúo de Brooklyn, que ahora reparte sus días entre Nueva York y Los Ángeles, describe a este cuarto disco como “una lluvia de chispas en medio de la oscuridad reinante”. Tras cinco años fuera del mapa, Andrew VanWyngarden y Benjamin Goldwasser venían de malas con el tercer disco, MGMT, muy por debajo de la calidad del hitero y entusiasta Oracular Spectacular (2007) y el profundo y estimulante Congratulations (2010), que dejaron la vara tan alta como para volver inevitable la caída. “El tercer disco lo improvisamos en la grabación. Fuimos conscientes de haber producido un disco caótico, ansioso y claustrofóbico, lejano a la seducción pop inmediata de los dos primeros. No podíamos culpar al público por habernos dado la espalda”, se defiende Andrew.

Tras ese disco “maduro”, MGMT dedica ahora uno a la inmadurez para reencontrarse con el entusiasmo inicial, cuando los dos estudiantes superdotados de Wesleyan Institute, incubadora de talentos de Connecticut, interpretaron la historia del rock como un entretejido de estilos coloridos. MGMT experimentó con luminosas cortinas de humo, jugando con la realidad y diseñando ilusiones ópticas, que sacudieron el pop psicodélico en todas las direcciones, mezclando épocas y géneros en una gran coctelera, con el único fin de confundir los sentidos de sus contemporáneos. Los hits del primer disco (“Time to Pretend”, “Kids”, “Electric Feel”) y las creaciones magistrales del segundo (“Siberian Breaks”) pusieron a MGMT en lo más alto del pop del siglo XXI.

VanWyngarden reconoce que “hace tres años me asusté porque creí que esa magia había desaparecido. Era como si alguien se hubiera metido en nuestros cerebros mientras dormíamos para toquetear los cables que me unen a Ben desde la universidad. Cuando empezamos a trabajar en estas canciones, me tranquilicé al ver que nuestros lazos secretos siempre estuvieron ahí”.

A pesar de la distancia impuesta por la partida de Ben a Los Ángeles, el dúo se esforzó por preservar su especial alquimia natural, encontrándose siempre en el mismo lugar, en vez de enviarse documentos a distancia. “La mitad del álbum se compuso como si se tratara de canciones folk, que después hicimos evolucionar, pero para nosotros era primordial volver a encontrar la frescura del comienzo y mantener esa fluidez natural que se puede dar entre dos personas”, agrega Andrew.

Con la idea de satisfacer este deseo de rejuvenecimiento, las dos cabezas curiosas convocaron en la producción al guitarrista Patrick Wimberly, en busca de nuevas ideas, y fueron a lo seguro al recurrir por tercera vez a Dave Fridmann, patriarca de la psicodelia contemporánea. También contaron con la colaboración de Ariel Pink (coautor de la fantasía pop “When You Die”) y la de Connan Mockasin, notablemente consagrado a la creación de la sensual y convulsiva “Days That Got Away”, que son piezas de gran apertura hacia lo externo, luego de aquel repliegue fetal del disco anterior.

Utilizando diversos guiños en homenaje a la cultura pop sintética y gótica de los años 80, Andrew y Ben muestran sin complejos sus influencias y referencias, aunque siempre evitando las dosis de imitación barata. “La corriente psicodélica que nos inspiró al principio venía de la discoteca de nuestros padres. Pero nosotros crecimos mamando los sonidos de Talking Heads, Cyndi Lauper, Prince y The Cars”, recuerda Andrew.

Ben Goldwasser explica que el dúo se divierte diseccionando las entrañas de esta tendencia, como las algo olvidadas Strawberry Switchblade o Clan Of Xymox, con la idea de nutrirse ellos mismos en su propio festín de relieves góticos. En el video de “Little Dark Age”, Andrew aparece personificando a Robert Smith, héroe del travestismo goth-pop que hizo bailar a toda una generación a puro bajón. Además, en los clips de “Little Dark Age” y “When You Die”, aparecen magos, símbolos de este ilusionismo musical que MGMT propone –conejos y palomas aparecen por todas partes como por arte de magia– llenando de nuevos colores a las viejas capas ochentosas que quedaron en el olvido.

Todos los músicos tenemos algo del síndrome de Peter Pan. Cuando empezamos a componer en 2001, éramos adolescentes; después pasamos a ser adultos, con problemas ligados a esa vida de adultos; pero cuando nos encerramos en nuestra burbuja MGMT, nos reencontramos con las mismas sensaciones que experimentamos a los 15”, comenta Ben. Pero no los cautiva solo la música de los 80, también los seduce esa propia de los videojuegos y de los dibujos animados de esa época. David, el gnomo, por ejemplo, les inspiró la muy cursi “Me and Michael”, próximo single y probablemente el hit de Little Dark Age, luego de la balada algodonada con reflejos soul “Hand It Over”.

En diez canciones y muy pocas digresiones, algo que sí sucede en sus discos anteriores, MGMT apela a melodías de las que no es fácil deshacerse. El turbulento “She Works Out Too Much”, con su estilo manga de alto voltaje, y la muy Phoenix “TSLAMP”, que se divierte haciendo aparecer los recuerdos más vívidos del pop radial ochentoso, abordan todos los temas de la alienación relacionada con el uso de los celulares. MGMT critica la modernidad tecnológica y a la vez la reivindica utilizando sonidos que la caracterizan — ¿cuántas veces escuchamos el ringtone de un celular en “Kids”? Andrew lamenta “el hecho de estar tan conectado a mi celular, de no poder pasar ni dos minutos sin mirarlo, me enferma… Sin embargo, no puedo evitarlo. Nuestra música está fundamentalmente inspirada por las fantasías de la imaginación, y esa cosa maldita que tengo en el bolsillo parece haber sido inventada para destruir esta aspiración hacia la desconexión”.

MGMT
Little Dark Age

(Columbia)

> whoismgmt.com

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