“Miley Cyrus & Her Dead Petz”, de Miley Cyrus

Los Inrockuptibles
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3 min readOct 20, 2015

Después de algunas semanas de silencio, Miley Cyrus reapareció en escena en los MTV Video Music Awards, ceremonia que condujo a fines de agosto en Los Ángeles. Más allá de su vestimenta extravagante y de su performance rodeada de drag queens provenientes del famoso programa estadounidense RuPaul’s Drag Race, si hubo un momento que provocó curiosidad e incluso histeria fue el anuncio sorpresivo de la salida de un nuevo álbum, Miley Cyrus & Her Dead Petz, disponible online de forma gratuita.

El disco fue concebido en colaboración con los Flaming Lips, especialmente con su cantante Wayne Coyne, de quien Cyrus se volvió muy cercana: “Él es todo para mí. No se puede definir nuestra relación. Estoy 100% enamorada de Wayne, y Wayne está enamorado de mí, pero no tiene nada que ver con lo sexual. Eso sería asqueroso”, declaró hace poco. Fruto de esa conexión, Miley Cyrus & Her Dead Petz es lisa y llanamente conmovedor.

El primer tema del disco es el hit “Dooo It!”, alegre y sencillo, en el que Miley busca torpemente reforzar su imagen de rebelde: “Yeah I smoke pot/ Yeah I love Peace/I don’t give a fuck/ I ain’t no hippie”. Pero por más que estemos en presencia de una show-girl decidida a hacer de su vida una obra de arte sin preocuparse por la vulgaridad (“Yo creo mi propio mundo”, le dijo al New York Times, “lo que puede parecer loco o psicodélico para otros no lo es para mí”), su mejor versión suele aparecer en el registro melancólico.

Así sucede en “Karen Don’t Be Sad”, una bella balada para llorar. Despojada de su twerk à la Lady Gaga y de sus beats adolescentes, Cyrus modula impertinencia mainstream con acentos casi tan tristes como los de George Harrisson en “While My Guitar Gently Weeps”. Lo mismo sucede con “Space Boots”, una pena de amor en forma de himno espacial, o con la introspección brumosa de “Cyrus Skies” (“I’ve been alive/ I’ve been a liar”) al ritmo de su voz grave y misteriosa con entonaciones cercanas a las de Lana Del Rey.

Más allá de su calidad musical, Miley Cyrus & Her Dead Petz sorprende por el contenido a la vez gracioso e insolente de sus textos. Así, en “BB Talk”, un extraño monólogo abiertamente sexual, la cantante repasa una revolcada en una noche imaginaria: “Your baby talk is creeping me out/ Fuck me so you stop baby talking”. Más adelante, declara su amor a “Pablo el pescado rojo” en una canción en el piano: “How can I love/ Someone I never touched/ You lived under the water/ But I love you so much”.

Con Cyrus, humor y melancolía se mezclan inextricablemente. Pero, lejos de molestar, esta mezcla extraña sorprende, emociona, incluso conmueve. ¿Y si Miley Cyrus & Her Dead Petz fuera la pieza que faltaba del rompecabezas? ¿La que permita comprender a esta personalidad fuera de toda norma, percibirla como una artista completa, extirparla de su imagen de fenómeno infantil alimentado del pop meloso de Disney?

En su álbum también encontramos una colaboración con el genio loco de Ariel Pink. Es una canción pop torturada que se llama “Tiger Dreams”, y Cyrus se va por las ramas en un sueño en el que es comida por un tigre, mientras que a lo lejos el tono nasal del californiano hace eco. Con una belleza extraña, como podría ser la de un show de payasos trapecistas, “Tiger Dreams” molesta. ¿Pero no es ese el primer objetivo de la cantante: hacernos sentir incómodos? ¿Sacarnos de nuestra zona de confort a través de provocaciones, de desnudos, del alarde de su sexualidad, de fotos de Instagram en las que muestra su intimidad? En ese sentido, Miley lo hizo de nuevo, pero esta vez con un disco complejo y melancólico.

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Miley Cyrus
Miley Cyrus & Her Dead Petz

(Smiley Miley)

> soundcloud.com/mileycyrus

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