Muestras: “Operación fracaso y el sonido recobrado”, de Albertina Carri

Los Inrockuptibles
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4 min readNov 17, 2015

Solo podemos tocar el tiempo por su adherencia a las cosas. Quema, insiste y transforma todo, como una materia pegajosa y ubicua. Pero ese roce interno que no para puede tomar distintas formas, y las instalaciones que Albertina Carri presenta en el Parque de la MemoriaOperación fracaso y el sonido recobrado– toman la forma de un archivo, un álbum o bloc mágico, una adherencia sensible a lo audiovisual donde chocan una biografía y la Historia.

Escuchar(se): “Allegro” y “A piacere” son dos instalaciones sonoras que utilizan conjuntos de proyectores cinematográficos caducos. Sobre el piso, giran sin fotogramas y crean (uno según una partitura sonora de Carri, el otro en función del movimiento de los espectadores) esa música moderna de los motores trabajando. Están ahí en representación de sí mismos, como archivos que registran su propia inutilidad y su propio lirismo. Son archivos mecánicos que a la vez que traccionan una memoria manifiestan esa otra gran verdad de lo visible: el sonido.

Albertina Carri

Mirar el olvido (la política como cicatriz): “Cine puro” es una videoinstalación que proyecta –en medio de una especie de cueva gigante hecha de rollos de películas– un rollo que estaba olvidado en un galpón. Este material muestra rastros de hongos y otras formas orgánicas, abstracciones diversas rayanas en el blanco. Esta obra proyecta su destino de abandono y recuperación; en definitiva, la acción de los hombres en sus versiones destructora/redentora.

Heredar la búsqueda: en otra sala, sobre la pared, un cinemascope quebrado con imágenes de archivo seductoras; en la oscuridad, una voz que relata los pasos de la hija que sigue a su padre –el sociólogo Roberto Carri– a través de la investigación publicada como Isidro Velázquez, formas prerrevolucionarias de la violencia.

La periodista y activista Marta Dillon (compañera de Carri en varios proyectos y su esposa ante la ley, que escribe un texto hipnótico para el catálogo de la muestra), Mariano Llinás y Lita Stantic son algunas de las personas involucradas en esta brillante crónica (y puesta) llamada “Investigación del cuatrerismo”.

Ser una voz que nunca queda atrás: “El punto impropio” es, tal vez, la más conmovedora de las cinco instalaciones. En ella, Carri lee las cartas que les envió su madre, Ana María Caruso, a sus tres hijas durante el año en el que ella y su marido estuvieron en cautiverio, antes de desaparecer. La sala está casi a oscuras, solo se ve el nombre de Ana María y las texturas del papel y la tinta a través de un microscopio. Las cartas revelan el triunfo del ejercicio de una maternidad a distancia, el vínculo cotidiano y efectivo, sin interrupción, de los deberes, las indicaciones y los festejos de una madre en los asuntos de sus tres hijas (“Albertina, ¿vas a ir a aprender a nadar?”, “Estuve pensando en libros para que lean, los pueden ir comprando de a poco”, “¿Por qué no vas al campo con una amiguita así se divierten?”). Las preguntas aparecen como un golpe constante, como si las cartas reclamaran no solo el contacto sino la continuidad de un presente.

Freud utilizó la figura del bloc mágico para explicar el funcionamiento de la memoria; a medida que los datos se inscriben en ella, esta selecciona cuáles permanecen y cuáles se borran. El trabajo del archivo siempre participa de una pulsión que construye y destruye su propio contenido. Carri ha dicho que esta exhibición es fruto de un rescate de su propia memoria: la recuperación de lo que escuchó en el momento en el que los interceptaban cerca de su casa, a plena luz del día, y secuestraban a sus padres. Una recuperación sensible de consecuencias políticas en una obra que trata lo traumático como marca de una subjetividad, de una obra y de una época; como si esa recuperación pudiera abrir una nueva vía de entrada a algo que estaba ahí, y que la artista ya había trabajado en el obligatorio y enorme film Los rubios –documental autorreflexivo, narrativo, fragmentario y ficcionalizado que funciona como precedente de estos trabajos.

Operación fracaso y el sonido recobrado puede pensarse también como un álbum en el que conviven y se atesora el sentido por pares o díadas: presente/pasado, presencia/ausencia, personal/público, imagen/sonido, luz/oscuridad. Álbum, de hecho, significó en su origen “blanco”, y entre los antiguos romanos aludía a una tablilla blanca donde se transcribían, para exponerlas a lectura pública, frases conmemorativas, edictos, notas personales y hasta poesías.

Como un álbum, una tablilla o un bloc mágico, las instalaciones de Albertina Carri se convierten en territorios que parecieran marcar el fin de una diáspora. Fusionan la intimidad de las obras de Christian Boltanski con los hechos de ahí afuera, siempre tan cerca, de las obras de Walid Raad y The Atlas Group (como decía Benjamin: “Citar un texto es interrumpir un contexto”).

Hay un tiempo, parafraseando a Franz Dingelstedt, donde en lugar del reloj, las imágenes y los sonidos son los que marcan las horas. Un tiempo para el que hay que crear un lenguaje antiguo y volverlo joven otra vez. Hay un tiempo, por fin, en el que una sociedad logra escuchar –en presente– cómo una mujer habla, cómo su voz no se detiene: “Lean (…) Diviértanse. (…) Sean fuertes. No se hagan ilusiones. (…) Escríbanme. Cuéntenme todo”.

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Albertina Carri
Operación fracaso y el sonido recobrado

Parque de la Memoria, Avenida Costanera Norte, Rafael Obligado 6745
Hasta el lunes 23

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