No me interesan las modas” Entrevista a Richard Linklater

Cuatro años después de Boyhood, Richard Linklater parece seguir buscando el camino en un cine ferozmente independiente y aventurero. Mostrando la serenidad típica de aquellos que no tienen la necesidad de probarle nada a nadie, este rebelde del cine norteamericano vuelve al ruedo con la bella El reencuentro.

Los Inrockuptibles
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6 min readApr 11, 2018

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Por Jacky Goldberg

La última vez que nos encontramos con Richard Linklater fue en 2013, en Austin, Texas, en las oficinas de su empresa (Detour Production, el mismo nombre de un gran film de bajo presupuesto de Edgar Ulmer), que fueron instaladas en una antigua pista de aterrizaje reconvertida en estudios de grabación (un “lot”, como las llaman en Hollywood) y fabricadas con un poco de todo en cuanto a materiales, lo que simboliza a la perfección el espíritu independiente y mañero de Linklater. En esa época, venía de desvelar en la Berlinale la tercera toma de su saga Antes de…, y se disponía a terminar el montaje de Boyhood, su obra maestra, que consistió en retratar de cerca la experiencia de un adolescente durante doce años. A varias horas de Hollywood, Richard Linklater vive en su propio reino, en el medio de afiches vintage, de su colección de films en 35 mm y de sus trofeos bien conseguidos.

Es en el fondo de su propio cine que él, que no ha cesado de merodear por los laberintos del tiempo y de la memoria, nos invita a recordar para verificar lo que generan los años en los cuerpos y en corazón. “Estamos obligados a componer constantemente con las versiones más jóvenes de nosotros mismos, que nos sedimentan y nos influencian. ¿Cómo nos movilizan estas fuerzas? Es una cuestión que me enloquece y que es la esencia de mi última película”, comienza a contarnos.

Estrenada sin hacer demasiado ruido a fin del año pasado en los Estados Unidos, El reencuentro (Last Flag Flying) nos sumerge en la América de George W. Bush, hacia 2003, aquella época deprimente en la que los ataúdes de soldados jóvenes empezaban a llegar de Irak y toda esperanza de echar al commander in chief se iba a esfumar unos meses más tarde en una votación sorpresiva. Se trata del mismo momento que plasma Ang Lee en Billy Lynn’s Long Halftime Walk, inédita en Argentina y que Linklater confiesa no haber visto, a pesar de que la película sucede en su ciudad natal, Houston (una verdadera prueba de que nadie la vio al otro lado del Atlántico).

La película cuenta cómo el padre de un soldado caído en el frente de batalla (Steve Carell) se esforzará por cambiar el destino patriótico del cuerpo de aquel, con la ayuda de dos amigos decadentes (Bryan Cranston y Laurence Fishburne) a los que no ha visto en décadas (más precisamente, desde la guerra de Vietnam). Es por este detalle que Linklater inscribe su obra de manera tal que parece seguir los pasos de otra ajena. Y lo hace de una forma muy extraña, hay que decirlo. El reencuentro se presenta, en efecto, como la secuela de El último deber (The Last Detail), una novela escrita por Darryl Ponicsan en 1970 que también fue una película algo olvidada que se estrenó en 1973, dirigida por Hal Ashby y protagonizada por un Jack Nicholson que llevaba un mostacho de marinero, más homosexual reprimido que nunca.

En realidad no es una secuela”, interrumpe Linklater, antes de precisar la extraña naturaleza de su proyecto. “Hay dos novelas de Darryl Ponicsan que se relacionan. Cuando descubrí la segunda, en 2005, inmediatamente quise adaptarla, sabiendo perfectamente que sería imposible reunir a todo el elenco original del film de Hashby. ¿Pero una secuela con actores distintos es realmente una secuela? Es discutible. Yo creo que no… Entonces, incluso si se pueden encontrar algunos elementos del film de 1973, prefiero considerarla como una película independiente de aquella”. Independiente, como prácticamente todas las películas de Richard Linklater. Habiendo empezado su carrera en 1991 con Slacker, que fue sensación en el festival de Sundance en ese año, el cineasta tejano se mantuvo casi siempre alejado de los estudios de Hollywood, siempre prefiriendo el suyo propio, más pequeño, en Austin, y sin sacrificar su libertad artística.

Aprendí con los años que el éxito de una película es algo aleatorio. Y hace ya mucho tiempo de dejé de intentar interpretar la actualidad. No me interesan las modas, ¡si no jamás hubiera hecho una película sobre la guerra de Irak!

Después de haber realizado la subestimada Everybody Wants Some! gracias al apoyo de Annapurna Pictures (la casa de los también prestigiosos Kathryn Bigelow, Spike Jonze, Bennet Miller y Paul Thomas Anderson), esta vez ha firmado un acuerdo con Amazon Studios (que a diferencia de Netflix le da tanta importancia a la sala de cine como a su plataforma de streaming).

Con un millón de dólares de ganancia, tibio recibimiento de la crítica y ninguna nominación a los distintos premios de la industria del cine, la película no podrá jamás igualar el gran suceso de Boyhood en 2004. Pero a los 57 años Linklater parece no darles ninguna importancia a estas cuestiones. “Aprendí con los años que el éxito de una película es algo aleatorio. Y hace ya mucho tiempo de dejé de intentar interpretar la actualidad. No me interesan las modas, ¡si no jamás hubiera hecho una película sobre la guerra de Irak!”, nos dice antes de soltar una carcajada.

Bryan Cranston, Laurence Fishburne y Steve Carrell en “El reencuentro”.

El tema, en efecto, es famoso por no apasionar para nada al público americano, con una o dos excepciones (por caso, Francotirador, que él menciona superficialmente al pasar): “Clint Eastwood hizo un film heroico, muy poco crítico y bastante impreciso en cuanto a la historia. En realidad, la segunda guerra de Irak fue una guerra sucia, laboriosa, de todo menos excitante. La de Vietnam también fue sucia, pero desde el hecho de la conscripción obligatoria, lo que involucraba a toda la nación. Cada familia tenía a uno de los suyos allá”. Y continúa: “Con El reencuentro quería hacer una película lenta, melancólica, que explore las consecuencias de una elección, la de meterse en el Ejército, que se confronta a la de quienes se quedaron en casa sin pedir nada. Es lo inverso a una película de guerra, incluso cuando en la película también hay una misión que se debe cumplir”.

A partir de sus palabras, resulta evidente que a Linklater lo rodea una especie de serenidad permanente. La de aquellos que no tienen la necesidad de probarle nada a nadie. Filmar todo lo que se pueda durante la mayor cantidad de tiempo: eso es lo que más lo motiva, porque está seguro de que su trabajo será siempre visto de una manera o de otra, al igual que algunas de sus películas preferidas. De hecho, con una veintena de largometrajes en treinta años y sin haber tenido nunca un intervalo mayor de dos o tres años entre uno y otro, su carrera siguió un ritmo desenfrenado, relativamente desligada de la taquilla y prácticamente sin equivalentes en Estados Unidos.

“Es más fácil hacer una película en 2018 que en 2008. Cuando doy clases a estudiantes de cine, les digo lo siguiente: ‘Felicitaciones, están en la mejor época de la historia para hace cine’.

Creo que esto depende de dos cosas –explica­–. En principio, siempre tengo un guión bajo el brazo. De entrada se me ocurren cuatro guiones. Me pasa que a veces necesito diez años para que un proyecto se concrete, como fue el caso de esta película, que escribí en 2005. Mientras tanto, me mantengo ocupado. Después, soy muy razonable con los presupuestos y jamás los supero. Del último hasta me sobró un poco… Esa es la clave de la independencia. Sé que muchos de mis colegas se quejan del estado de la industria. Y es en efecto deprimente que los estudios prefieran producir una película de 200 millones de dólares que cuatro de 50 millones. Pero siempre hay nuevas ventanas de difusión, nuevos distribuidores audaces, y yo puedo constatar, prosaicamente, que es más fácil hacer una película en 2018 que en 2008. Cuando doy clases a estudiantes de cine, les digo lo siguiente: ‘Felicitaciones, están en la mejor época de la historia para hace cine’.

El reencuentro
(Last Flag Flying)
De Richard Linklater
Con Steve Carrell, Bryan Cranston y Laurence Fishburne.

> lastflagflying.com

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