“No nos importan tanto los resultados, sino el trabajo.” Entrevista a Piel de Lava
Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes forman Piel de Lava, un laboratorio de experimentación dramatúrgica y actoral que prioriza la organización horizontal y autogestiva del trabajo. Después de presentar una retrospectiva completa de sus obras estrenaron Petróleo, una nueva apuesta en la que se transforman en hombres. Conversación con cuatro mujeres activas y creativas.
Por Alejandro Lingenti — Fotos Eugenio Mazzinghi
Este 2018 será, seguramente, un año inolvidable para las cuatro actrices de Piel de Lava. Se estrenó en el Bafici La flor, la monumental película de Mariano Llinás (¡14 horas de duración!) que ellas protagonizan, e hicieron –en el Teatro Sarmiento– una retrospectiva completa de la obra del grupo, que acaba de estrenar Petróleo, su nuevo trabajo.
La llegada de Piel de Lava al Sarmiento tiene una resonancia especial: implica un reconocimiento del teatro oficial a la constancia y el talento que desplegó a lo largo de casi quince años una compañía independiente que siempre produjo a su manera, con pocos recursos y mucha dedicación e inventiva.
“Es difícil imaginar Piel de Lava como un trabajo, o sin una de nosotras. Una de las motivaciones fuertes es cuestionar seriamente que la única posibilidad de construir teatralidad es con la mirada de un director que decide todo como si fuera una especie de déspota.” (Laura Paredes)
No parece casual: al frente del Sarmiento está hoy Vivi Tellas, una artista nacida y formada en el ambiente del under con suficiente perspicacia y evidente coraje para descartar apuestas obvias y centrarse en la innovación. Su trabajo puede leerse en línea con el que Alejandro Tantanian viene llevando a cabo con mucha eficacia en el Cervantes, otro teatro estatal que luce notoriamente renovado.
La retrospectiva incluyó las obras Colores verdaderos (2003, sin Laura Paredes en escena; ella fue asistente de dirección de esa obra), Neblina (2005, en este caso más que una recreación de la obra original fue una conferencia con material de archivo y algún tramo de ficción), Tren (2010) y Museo (2014). Y Piel de Lava también estuvo a cargo de un workshop destinado a actores, bailarines y performers con experiencia.
¿Cuál es el secreto para que la maquinaria Piel de Lava funcione? Aunque suene a lugar común, la sólida amistad entre Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes es, claramente, un sostén clave. Pero también lo son sus convicciones en torno a los objetivos del proyecto, un laboratorio de experimentación dramatúrgica y actoral que tiene como premisa la mutación y el riesgo. El factor común de las obras de Piel de Lava es la potencia en escena de estas cuatro actrices, apoyada en la conciencia colectiva, más que en la búsqueda del lucimiento individual. Lo que varía con el paso del tiempo son los intereses que las movilizan. Atentas a las problemáticas contemporáneas, produjeron ahora una obra en la que ellas, cuatro mujeres, se transforman en hombres. Petróleo es una historia protagonizada por trabajadores de una industria que puede pagar salarios que están por encima de los que perciben empleados de otros sectores de la economía capitalista, pero que también tiene unos niveles de exigencia difíciles de tolerar.
En plena discusión social por la igualdad de género, Piel de Lava juega con el cambio de rol, con voluntad lúdica, naturalmente, y también con perspectiva política.
“Los proyectos que hice por fuera de este grupo suelen tener estructuras más convencionales, algo que siempre produce menos desgaste. Pero ahí sos un engranaje de la máquina. Y en Piel de Lava las cuatro nos hacemos cargo de todo.” (Pilar Gamboa)
ENTREVISTA› ¿Cómo nació la idea de Petróleo, la nueva obra del grupo?
Laura Paredes: Después de Museo nos tomamos un año de descanso. Cuando estábamos pensando en nuestro próximo trabajo, apareció la posibilidad de esta retrospectiva y decidimos buscar algo que no tuviera nada que ver con nuestro recorrido previo. Entonces se nos ocurrió investigar un universo donde no haya mujeres. Muchas veces las ideas del grupo aparecen de golpe, a partir de un detalle.
Pilar Gamboa: Alguna dice “¿Y si hacemos de chabones?” y listo (risas). Nos entusiasmamos mucho muy rápido. Descubrimos que un varón está mucho más cerca de lo que uno cree de una mujer. Y nos pareció apasionante para actuarlo.
Valeria Correa: Siempre fue un poco así, siempre tuvimos esa dinámica. Tren fue una obra especialmente festiva, tanto para nosotras como para el público. Anduvo muy bien, duró mucho y después resolvimos cambiar completamente de código con Museo. Creo que esa voluntad de cambio hizo que nos hayamos sostenido como grupo en el tiempo. Siempre buscamos hacer cosas muy diferentes. Un motor clave de Piel de Lava es cambiar el paradigma de la obra anterior.
Elisa Carricajo: Apareció como una idea lúdica, pero al toque empezó a tener una cantidad de resonancias: la construcción de la masculinidad nos permitió pensar nuestra feminidad también como un lugar construido.
Valeria Correa: Es cuestión de relajarse. Te relajás y aparece el hombre, así como cuando un hombre se relaja puede aparecer la mujer. Es muy finita la diferencia en el fondo. Te sentás en una silla con las piernas abiertas y ya aparece algo.
Museo parecía anunciar una despedida del grupo, o al menos jugaba con esa idea. ¿Fue una falsa alarma?
Laura Paredes: Pusimos en juego una fantasía tenebrosa. Fue eso, más que una realidad.
Valeria Correa: Yo creo que fue una manera de exorcizar esa fantasía.
Pilar Gamboa: Coquetear con la disolución nos hizo encontrar Museo. La sensación inquietante de que todo se podía terminar, de que se podía disolver el laboratorio, nos impulsó a hacer esa obra. Coqueteamos con la separación no como algo premeditado, sino para preguntarnos qué pasaría si una de nosotras se fuera de este espacio.
Elisa Carricajo: Fue una forma escénica de pensar algo. Y con esta retrospectiva también me cayó la ficha de que siempre hubo en nosotras algo muy terco: la idea de decir “somos un grupo, somos un grupo, somos un grupo”. Repetirlo con mucha obstinación para reafirmarlo. Pero en aquel momento nos preguntamos “Che, ¿y si no somos un grupo?”. De ese interrogante partió Museo.
“Siempre buscamos hacer cosas muy diferentes. Un motor clave de Piel de Lava es cambiar el paradigma de la obra anterior.” (Valeria Correa)
¿Operan siempre grupalmente o hay roles definidos dentro de Piel de Lava?
Laura Paredes: Nos han preguntado varias veces eso. Es como que no nos creen que tenemos realmente una estructura horizontal. Nos dicen “Dale, digan la verdad, ¿no hay una que manda, que toma las decisiones?”. Y no, no hay. ¡Paren con la sospecha! (risas).
Pilar Gamboa: El otro día estábamos en un ensayo las cuatro hablando al mismo tiempo, algo bastante habitual. En un momento alguna dijo “OK, probemos eso”. Yo pensaba que si alguien lo ve de afuera legítimamente podría preguntarse “¿Qué de todo lo que están diciendo van a probar?” (risas). ¡Son todas voces superpuestas! Pero de verdad hay un hilo conductor en toda esa anarquía. No son procesos muy lineales, está claro. Los proyectos que hice por fuera de este grupo suelen tener estructuras más convencionales, algo que siempre produce menos desgaste. Pero ahí sos un engranaje de la máquina. Y en Piel de Lava las cuatro nos hacemos cargo de todo.
Elisa Carricajo: Usamos bastante la palabra democracia, pero ahora está apareciendo más “anarquía”. No todas podemos hacer todo al mismo tiempo. Hay momentos en los que una ocupa un lugar determinado porque simplemente se manda: “Chicas, hice la sinopsis que teníamos que entregar para tal subsidio”. Bueno, genial, un tema resuelto. Vamos avanzando así, es totalmente mutante, se acomoda diferente cada día. Y nos llevamos bien por eso, porque el grupo es “blandito”, maleable. A lo largo de todo este tiempo que estuvimos juntas hubo momentos más rígidos e incluso de fractura, pero al final siempre nos vamos montando en la que viene. Funcionamos como una pareja abierta, digamos.
Pilar Gamboa: Ser un grupo, meternos en esa forma para trabajar, nos tranquilizó. Es como cuando te ponés de novia: por un tiempo te tranquilizás (risas).
Valeria Correa: Y dentro de ese esquema, el aporte de Laura Fernández (N. de la R.: codirectora de Tren y Museo) es muy importante. Es grato y tranquilizador que esté ella observando de afuera, viendo toda la escena. Sus ideas también entran a la batidora de Piel de Lava y son incorporadas o descartadas, como las de todas.
“La construcción de la masculinidad nos permitió pensar nuestra feminidad también como un lugar construido.” (Elisa Carricajo)
¿Se preguntan hoy por qué hacen teatro?
Valeria Correa: Yo una vez le dije a una chica que me paró por la calle para hablar de Neblina que hacíamos obras para bancar la vida. Lo pienso ahora y sigue haciendo sentido, aunque suene un poco exagerado. Armamos un sistema de contención muy eficaz.
Laura Paredes: Inevitablemente aparece que somos muy amigas, entonces nos gusta mucho el plan de estar juntas. Y eso consolida al grupo. Es difícil imaginar Piel de Lava como un trabajo, o sin una de nosotras. Una de las motivaciones fuertes es cuestionar seriamente que la única posibilidad de construir teatralidad es con la mirada de un director que decide todo como si fuera una especie de déspota. Trabajamos con otro sistema, completamente autogestivo. Somos unas militantes de la autogestión. Creamos un espacio con reglas diferentes y dimos pruebas de que las cosas funcionan igual.
Elisa Carricajo: El grupo es porque aparece. Porque lo sostuvimos. Probamos que se puede establecer una organización donde no haya necesariamente un espacio reservado para la conducción. Y eso tiene una repercusión política, aunque no sea planeada. Podemos sostener una organización alternativa sin que haya un líder, un capanga. Y también cuestionar cierta idea de las rivalidades femeninas. Esto de que donde hay muchas mujeres seguro es un quilombo. Depende de lo que entiendas por quilombo, ¿no? Cuando arrancamos, había un deseo de tener el grupo como laboratorio. Y sigue siendo así y funcionando.
Pilar Gamboa: Por ahí le saco todo romanticismo al asunto, pero está bueno remarcar que nosotras trabajamos mucho para hacer cada obra. Por momentos con ganas de ir a ensayar, por momentos sin ganas. Pero a pesar de todo ese esfuerzo, de esa dedicación, nunca pensamos al proyecto en los términos de un laburo. Esto de la retrospectiva es raro porque es la primera vez que vamos a cobrar un sueldo. Lo que está pasando es una especie de milagro. No lo digo por llorar la carta, es un dato objetivo. Pasamos horas y horas ensayando, acumulando alegrías y frustraciones, probando cosas de las que no estamos del todo convencidas. Es mucha ocupación en la cabeza durante muchos años. Cuando miramos para atrás, es un delirio ver todo lo que logramos. Y lo hicimos con una conciencia laboral, obrera, más allá de lo artístico. No nos importan tanto los resultados, sino el trabajo. Cada vez estoy más fanática de los procesos. Por eso hacemos teatro.
Petróleo
De Piel de Lava
De jueves a sábados a las 21, domingos a las 20 en el Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715, CABA)
Entrevista publicada en el número 234 / abril de 2018 de Los Inrockuptibles.