Nuevos pensamientos imbéciles de Martín Legón

La amplia galería Barro del barrio de La Boca es sede de la exposición de Martín Legón en la que despliega los grandes temas del arte y de su obra, y los pone a trabajar desde la parodia, la polémica, la ironía o el golpe de efecto.

Los Inrockuptibles
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5 min readAug 16, 2017

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Por Mariana Lerner

Martín Legón. Nuevos pensamientos imbéciles, 2017 / Foto Bruno Dubner

Hace frío en el vasto galpón al sur de la ciudad que es Barro Galería. Estamos de pie al lado de uno de los ocho booths o estructuras que conforman Nuevos pensamientos imbéciles, y que se presentan como stands individuales de una feria de arte con sus respectivos artistas y sus respectivas series cerradas. Martín Legón (Buenos Aires, 1978) saca un guante de lana de uno de los bolsillos de su abrigo, desenmarca la reproducción de un retrato de Maiakovski mirando a la cámara de Ródchenko como un modelo publicitario, y presiona sobre el papel con el guante para alisar lo que ya está liso. Esa sala se llama “La barca del amor se estrelló/contra la vida cotidiana”, y la obsesión del guante se estrella también, y de frente, contra la vastedad de referencias, guiños, disciplinas involucradas (psicoanálisis, pedagogía, historia, sociología, historia del arte, literatura, fotografía, performance, video, técnicas de selección de personal, etc.), los dispositivos conceptuales y estéticos para administrar información y, sí, con la ambición de esta nueva muestra individual. Legón es un artista que entiende su trabajo como un extenso cuerpo, o como una extensa argumentación –poética– que se va revelando a lo largo de los años.

La exhibición, que toma su título de un verso de Fogwill, puede leerse como el ensayo de varias respuestas a un puñado de (enormes) preguntas que Legón viene haciéndose desde hace años: ¿qué puede ofrecer el artista a la sociedad de su tiempo?, ¿cómo es el vínculo del arte con la economía y la política?, ¿cuál es la dimensión ética del arte?, ¿cómo se construye una tradición?, ¿cómo afrontar honestamente la relación con el mercado?, ¿cómo hacer para que la obra siga viva, mantenga su elemento disruptor y radical dentro del sistema de galerías, un sistema que a pesar de sus peligros es el que se conforma como la zona de circulación de una obra? Una sala sobre el cuerpo del artista, la selfie, la performance (polaroids de Legón en un museo de cera); otra sobre el “arte comprometido y realista” y la dicotomía entre la causa común y el ego del artista en formato vidriera de Hermès; otra sobre el arte de los noventa; otra sala que se pregunta sobre los desaparecidos contemporáneos (con Cucurto y López Rega como referentes opuestos); otra sobre la relación entre arte y pedagogía (donde se rescata la figura de Leticia Cossettini, pedagoga radicalísima y olvidada, y secreta escultora durante más de treinta años)… y así. Se trata de un itinerario histórico que toma diversas perspectivas y géneros y los pone a trabajar desde la afirmación, la parodia, la polémica, la contraposición, la ironía o el golpe de efecto.

Martín Legón. Nuevos pensamientos imbéciles, 2017 / Foto Bruno Dubner

En el inicio, à la Darwin, un mono: un dibujo de este ancestro nuestro accidentado frente a un laberinto. Junto con él, la reminiscencia de otro inicio, el de la cultura oral: una frase de Thoreau que dice “Todas las fábulas tienen su moraleja, pero los inocentes disfrutan con la historia”. Esos son los gurúes de un recorrido que posee la lógica de la lectura: de un stand al siguiente, pasando por un forum, hasta el último (“Si los noventa volvieron, ¿cómo volvieron?”, se pregunta Legón frente a esta sala), y la entrada.

Hay algo acumulativo, de argumentos o hipótesis que se van desplegando o exponiendo como en un libro. Y podría pensarse que este libro afirma que si una “obra de estructura psicótica” le habla a una sociedad psicótica, se está comunicando en su mismo lenguaje, y entonces podría así surgir, incluso, un entendimiento, la posibilidad de decir(se) algo, de dar(se) respuestas. Y quizá este sea el aspecto menos contemporáneo de la obra y, por eso mismo, el más valiente. ¿Quién se atreve a dar respuestas a preguntas de carácter tan moderno? ¿Quién se atreve a formular esas preguntas de modo explícito y frontal? Pero las respuestas están ahí, y ahuyentan el cinismo que podría generar la misma obra, que a la vez que se pregunta por la función del arte en la sociedad es, también, ella misma, un producto.

Martín Legón. Nuevos pensamientos imbéciles, 2017 / Foto Bruno Dubner

De todos modos, y en paralelo a esta meditada construcción –que remite al proyecto de César Aira, es decir, a un proyecto en el que cada elemento posee autonomía pero a la vez va adicionando algo y resignificando elementos preexistentes dentro de un mapa más amplio–, hay una insistencia que tensiona las nociones de “vacío” y “lenguaje”: por un lado, la obra aspira al vacío, a un abismo improfanable (en términos de Agamben); por otro, la salida a este laberinto es la radicalización, la atomización del lenguaje, es decir, se trataría de complejizar el lenguaje justo ahí donde se niega, donde se resiste a ser hablado, “intentando forzar eso mismo que el arte produce”, como afirma el artista.

Nuevos pensamientos imbéciles es, entonces, una especie de retrospectiva que absorbe muestras previas de Legón y las expande, las detalla o va “más adentro”, dependiendo del stand en el que nos encontremos. Él mismo entiende que, en la actualidad, lo estrictamente plástico posee la cualidad de generar una condensación del tiempo de trabajo (de las “etapas” de un artista) de un modo vertiginoso, a una velocidad nunca antes vista, generando y perimetrando un pasado de manera regular (¿puede producirse el pasado en la cadena de montaje?). Y esta muestra es exactamente eso: un ancho manifiesto que en la cima de su lucidez se convierte en pasado, entre otras cosas, porque la muestra cierra este fin de semana. Carpe diem and carry on.

La exhibición, que toma su título de un verso de Fogwill, puede leerse como el ensayo de varias respuestas a un puñado de (enormes) preguntas que Legón viene haciéndose desde hace años: ¿qué puede ofrecer el artista a la sociedad de su tiempo?, ¿cómo es el vínculo del arte con la economía y la política?, ¿cuál es la dimensión ética del arte?, ¿cómo afrontar honestamente la relación con el mercado?

Martín Legón
Nuevos pensamientos imbéciles

En Barro Galería (Caboto 531, CABA) hasta el 19 de agosto. Martes a viernes de 12 a 18 y sábado de 15 a 19.
> barro.cc

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