Reseña: “Pajaritos, bravos muchachitos”, el nuevo disco del Indio Solari

Es el músico más popular del rock argentino pero su obra solista sigue sin poder despegarse de la leyenda de los Redondos. El Indio Solari y un nuevo disco de épica forzada. / Por Pablo Strozza

Los Inrockuptibles
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4 min readJan 13, 2014

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“Encontré muy triste que un alto porcentaje del show fueran canciones de los Rolling Stones. Si vas a hacer algo por tu cuenta, tocá cosas de los discos que has sacado. No hagas ver que eres un artista en solitario y luego saques a dos tías brincando por el escenario y cantando ‘Tumbling Dice’, ¿sabes lo que quiero decir? Los Rolling Stones dedicamos mucho tiempo a construir nuestra integridad, y más no se puede conseguir en la industria de la música. Y la manera en la que Mick lleva su carrera en solitario está poniendo todo eso en peligro. Eso me cabreó mucho.” Así se refería Keith Richards a la gira en la que Jagger presentaba su álbum Primitive Cool, según consta en la página 405 de la biografía no autorizada del guitarrista stone que escribió Victor Bockris. Más allá de que el final de la historia es conocida por todos (Jagger y Richards revivieron luego a la banda que el año pasado festejó su quincuagésimo cumpleaños), esta comparación bien se puede aplicar a la disolución por el momento definitiva del vínculo compositivo que unía al Indio Solari y Skay Beilinson, que está en las antípodas de lo que exige ese cántico futbolero que solo les pide que se vuelvan a juntar. Mientras que en los conciertos de Skay suele haber únicamente dos o tres paradas que incluyen el repertorio de Patricio Rey, los del Indio suelen estar más que basados en los temas de su grupo anterior. Y más allá de los récords de convocatoria del cantante, que no parecen tener límites visibles, justo es decir que Solari no tiene en su trayectoria solista temas que emparden en cuanto a lo artístico o a la potencialidad hitera a “Oda a la sin nombre” o “El Golem de La Paternal”, ya clásicos en las listas del violero.

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Dicho todo esto, ¿de qué la va Pajaritos, bravos muchachitos? Mucho antes de que el Indio saliera a hablar maravillas de la épica forzada de Arcade Fire, quedaba claro que su modelo compositivo era John Mellencamp. “Para mí, Mellencamp es una referencia, más allá de que me gusta desde siempre. En su álbum Mr. Happy Go Lucky juega con loops y samples de una manera muy creativa. Gente como Tom Petty y Los Lobos –desde Kiko en adelante– también tratan sus canciones, aunque en forma menos radical que Mellencamp, de manera que las texturas presenten una novedad de colores, y tienen la delicadeza de provocar en su música una especie de modificación de la paleta, para que sea original, atractiva”, le decía a la desaparecida revista El Musiquero en junio de 1999, tras la salida de Último bondi a Finisterre. Entonces, pensar Pajaritos, bravos muchachitos como una penúltima profundización de ese modelo de tonada, que mantiene los mismos vicios de programaciones e intenta ponerse al día con la temática social (la crítica a Twitter de “A los pájaros que cantan sobre las selvas de Internet” como hermana menor de “Nike es la cultura”). Hay trip hop (“Amok! Amok!”, ¿un guiño a Thom Yorke?), barroquismo innecesario de guitarras (“Las supersticiones traen mala suerte”), proyectos de grandes canciones que se diluyen en inexplicables fade out (“Beemedobleve”, “Chau mohicano”), muestras de que su garganta cuando quiere puede humillar al resto (“Había una vez”, que incluye la impecable enumeración de calificativos “Vengo cínico, fóbico, crudo, hervido y asado por vos…”) y la anécdota final de su reunión con los redondos Semilla Bucciarelli, Sergio Dawi y Walter Sidotti para una broma con ritmo balcánico y espíritu relajado (“Mi pajarita pechiblanca”).

Muchas veces el periodismo no paga, pero el periodista sí. Y entre los 130 pesos que sale en las musimundanales cadenas de disquerías Pajaritos… y los 120 pesos que cuesta La luna hueca, de Skay, es inevitable elegir para regalar (o regalarse) al héroe de las seis cuerdas por sobre el cantante. “Skay y yo no somos tan parecidos en un montón de cosas como la gente cree. Digo… no somos Piero y José”, le decía el Indio a Clarín el 19 de mayo de 1998, cuando la dupla parecía indisoluble. En este caso, el tiempo estuvo de su lado.

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INDIO SOLARI Y LOS FUNDAMENTALISTAS DEL AIRE ACONDICIONADO
Pajaritos, bravos muchachitos
(Independiente)

Foto: Matías Corral.

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