Reseña: “Someday World”, el disco de Brian Eno y Karl Hyde

Acompañado por el integrante de Underworld, Karl Hyde, Brian Eno conduce su último experimento: un disco caprichoso que combina electrónica, minimalismo y afrobeat por afuera de toda convención. / Por JD Beauvallet

Los Inrockuptibles
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4 min readJun 8, 2014

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Cuando se reunían algunas tardes por semana en un loft del oeste londinense, Karl Hyde –de la banda Underworld– y Brian Eno tenían una idea en mente, e incluso un concepto al que en la intimidad se referían como “Reickuti”: un encuentro entre la música repetitiva del pionero del minimalismo Steve Reich y el groove resistente e hipnótico del multiinstrumentista nigeriano y creador del afrobeat Fela Kuti. Finalmente, esa proyección libre nacida del cerebro siempre en fusión del enigmático doctor Eno acaba de salir a luz: se llama Someday World y es una encantadora selección de canciones pop de corte más bien clásico, atravesadas acá y allá por diversas fases de desarreglos controlados, en los que la música, como si fuera un edificio alto en medio de un temblor, se inclina súbitamente, al punto de generar un principio de vértigo sonoro en el oído interno del oyente. Probablemente todo esto nos sorprendería mucho más si no fuera porque, a lo largo de los años, Brian Eno nos acostumbró a esperar absolutamente cualquier cosa de él.

Conocemos suficientemente la personalidad de Eno –fan del doo-wop, émulo de John Cage, dueño de un recorrido que solo puede compararse con el choque de placas tectónicas y de una discografía que es una revolución copernicana permanente– como para saber que es capaz de rellenar un sombrero con papeles multicolores y luego sacar un conejo de adentro cuando nadie se lo espera. Pero de ahí a dejar pasmado a su propio compañero de aventuras hay un largo trecho. “No sé realmente qué puede haber pasado”, nos confiesa todavía atónito Karl Hyde cerca de la máquina de café. “¡Este no es para nada el disco que teníamos la intención de hacer cuando nos juntamos!”, asegura. Al momento de su encuentro inicial, según Hyde, la idea era componer un miniálbum de apenas cuatro canciones, con una orientación “muy trance”. Pero por algún motivo lo que sucedió fue que Someday World terminó incluyendo nueve temas, algunos de los cuales –“Who Rings the Bell”, por ejemplo– no desentonarían en la rotación diaria de las estaciones de radio inglesas junto a London Grammar y Lorde.

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“Creo que este disco fue, en definitiva, el producto de la libertad, del rechazo a las restricciones, de no prohibirnos absolutamente nada…” (Karl Hyde)

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“Lo que hicimos, antes que nada, fue improvisar a partir de algunas ideas de base que Brian venía arrastrando desde hacía un tiempo. Las melodías vinieron más adelante, cuando nos pusimos a cantar. Y recién después aparecieron las palabras… Creo que este disco fue, en definitiva, el producto de la libertad, del rechazo a las restricciones, de no prohibirnos absolutamente nada…” Una libertad que, paradójicamente, los llevó a concentrarse en un formato clásico de tres o cuatro minutos. Pero aun la mínima medida de tiempo puede contener en su interior al infinito, y eso es lo que sucede en temas como “When I Built This World” (en español, “Cuando construí este mundo”, un título que no parece nada casual), en los que, a partir de una ruptura, los sonidos terminan girando en una espiral sobre sí mismos, como una bruja que da vueltas en su escoba una noche de Sabbat.

Karl y Brian se conocieron hace nada menos que dos décadas durante un viaje por Bosnia. Ambos músicos habían sido convocados para participar de una operación para recaudar fondos para la construcción, en Mostar, de un centro de reeducación a través de la música destinado a los niños de la ciudad. Entre el cantante de Underworld –acostumbrado a hacer una música tecno capaz de estimular el ritmo cardíaco– y el demiurgo pelado, hubo una buena vibración prácticamente inmediata: “Nunca fui realmente un fan del rock”, dice Karl. “Cuando era adolescente y todos mis amigos se la pasaban escuchando heavy metal las veinticuatro horas del día, yo prefería el funk y el afrobeat. Así que digamos que cuando tuve la oportunidad de conocer a Brian, el horizonte se amplió mucho”. Efectivamente, Someday World revela la búsqueda de un pop casi litúrgico, muy de los años ochenta, sujeto a arrebatos de fiebre tropical similares a los que aparecían de manera constante en la música de Talking Heads, grupo del que justamente Brian Eno fue productor.

Especialmente por su carácter intensamente rítmico, es imposible no especular, luego de escuchar Someday World de punta a punta, sobre cómo sonaría este disco en vivo, si el dúo se decidiera milagrosamente a salir de gira. Tras una sesión de presentación en el loft londinense a la que se accedía únicamente con invitación, para la que Brian y Karl se rodearon de siete músicos, podemos empezar a dilucidar ese misterio. Los conciertos serían seguramente como una enorme zapada, del estilo de las de Miles Davis que dirigía el productor Teo Macero, acompañada por los músicos de la banda de kraut rock Can, con la idea de retomar el funk de Sly & The Family Stone. ¿A quién no le gustaría presenciar semejante acontecimiento? Pero Eno, que nunca escondió su aversión por el escenario, todavía se mantiene prudente. “¿Tocar en vivo?”, pregunta. “Quién sabe… Si hiciera falta, quizás…”, termina amagando. “Por el momento, se trata apenas de una primera etapa, de saber lo que podemos hacer juntos, y, sobre todo, de encontrarnos con el placer inocente de hacer música.”

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BRIAN ENO & KARL HYDE
Someday World
(Warp)

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