Reseña: “The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett”, de Eels

Sombrío por dentro, luminoso por fuera: Eels vuelve del rock y de los excesos con un disco alegre y acogedor. Pero quédense tranquilos, que Mark Oliver Everett sigue estando igual de loco. / Por JD Beauvallet

Los Inrockuptibles
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4 min readMay 7, 2014

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En su biografía Cosas que los nietos deberían saber (un mal viaje relatado en marcha atrás hacia una vida que no le hizo ningún regalo –salvo el de la música–), Mark Oliver Everett escribe: “La vida a veces está llena de belleza imprevisible y de sorpresas extrañas. Cada tanto me siento desvalido frente a tanta belleza. […] Probablemente sea eso lo que en un principio me condujo a la música. Era mágico. Podía trascender la mierda que me rodeaba e incluso transformarla en algo positivo, solo con ponerle música”.

Cuando le preguntamos si ese libro doloroso lo ha ayudado, el californiano responde: “Solo pensé, al igual que me sucede con mis canciones, en que mi trabajo podría ayudar a alguien, en algún lugar…” Y no habla solamente de él. Explica, así, cómo su batería (“la primera cosa que me permitió brillar en público, a los once años”), ciertos discos de Lou Reed y de Neil Young, algunos libros de Salinger y de Kurt Vonnegut y un montón de películas –en particular, El joven manos de tijera de Tim Burton– lo ayudaron a encontrar un lugar, aunque pequeño, en el mundo. “Cuando era chico, no me interesaba ir al espacio o inventar una vacuna. Solo quería sacar un disco.

“Nunca me sentí tan mal en mi piel, ¡qué idiotez usar mi verdadero nombre! Pero como en este disco elegí la honestidad, no me quedó otra.”

Y discos, Mark Oliver Everett –con pelo amarillo o barba de presidiario, como dandy sospechoso o mendigo celestial– sacó una buena decena en veinte años bajo el nombre de Eels. Sus ideas negras, sus observaciones oblicuas sobre su vida y sus prójimos, las consignó, mucho antes que en su libro, en canciones arrebatadas: es difícil prever la tonalidad de un álbum de Eels, porque cada uno parece una reacción al anterior, o al tiempo, o a la época, o a la enésima desilusión sentimental.

Cada etapa me autoriza a avanzar, a cerrar un expediente. El libro me permitió ordenar mi pasado y cada disco me libera un poco la cabeza. La idea siempre es la misma: dejar plantada a la melancolía”, confirma él.

Mark Oliver Everett es efectivamente un hombre que se esfuerza, que intenta viajar ligero, aunque esté atravesado por mil traumas. “Nunca perdí tiempo imaginando mi futuro, porque pensaba que a los dieciocho iba a estar muerto”, dice. “Lo que pasó fue que finalmente a los dieciocho me encontré hecho un idiota. Hubo que improvisar. No tengo ningún área de interés ni estoy calificado para hacer nada, excepto música.

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Durante nuestro encuentro, lleno de respuestas evasivas a preguntas personales, podemos decir que conocimos al verdadero hombre detrás del personaje. El cantante se revela a la altura de su disco: gruñón y cálido, amigable y aterrador. Pero esta vez no tiene una banda ni un juego de rol bajo el cual esconderse: por primera vez, su verdadero nombre aparece en la portada, ya no es más “E” ni “Eels”.

Nunca me sentí tan mal en mi piel, ¡qué idiotez usar mi verdadero nombre! Pero como en este disco elegí la honestidad, no me quedó otra. Este título quiere decir: ‘¡Miren en qué mierda me encuentro!’. Mi música es mi manera de afrontar el caos.

Si la principal decisión que tiene que tomar un cantautor pasa por elegir el punto de vista desde el cual va a contar sus historias, The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett se sitúa claramente del lado que mejores resultados le ha dado a este músico extraño: su interior. Es un disco introspectivo en el cual la atmósfera está disfrazada, torpe e irónicamente, de serenidad, ya que de lejos, sin entrar en la negrura de los detalles, es uno de los álbumes más hospitalarios y tranquilizadores del estadounidense. Una mezcla de voluptuosidad y de brutalidad, de exuberancia y de depuración que hace maravillas en “Kindred Spirit”, “Where I’m At” y “Lockdown Hurricane”.

Este fue mi disco más complicado de escribir, de arreglar, de grabar, el más meticuloso, el más planificado: terminé rendido, perdido, mareado”, describe el californiano, que solo espera, una vez más, no desconcertar demasiado a su público, a veces perdido por sus giros. “Conozco gente que va a ver a John Taylor cada año: saben exactamente lo que van a escuchar, saben que pueden confiar en él. Soy lo opuesto de eso. Es así desde mi primer concierto, al que mi hermana me había llevado a los dieciséis años: era Neil Young, yo no estaba preparado para ese impacto… Me gusta seguir por esa vía: si me contratan en un festival muy rockero, me mando con una orquesta sinfónica. Si me invitan a un festival de poesía, toco punk.

Le preguntamos a qué se van a parecer los conciertos ligados al nuevo disco. “Estoy reflexionando sobre eso. Todo es posible. No se puede confiar en mí.

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Eels
The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett
(E Works)

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