Retrato: Leila Guerriero

Así como no hizo falta que Leila Guerriero estudie Ciencias de la Comunicación para convertirse en una de las periodistas más prestigiosas de nuestro país, tampoco hace falta que los lectores de su nuevo libro Zona de obras (Anagrama) estén buscando pretendidamente leer sus lúcidas reflexiones sobre el oficio para sentirse eclipsados por este puñado de textos. Porque, justamente, en estas columnas publicadas en distintos medios de Chile, Colombia o España, y en estas ponencias leídas en seminarios para especialistas, Guerriero no se detiene solo en su objeto –el llamado “periodismo narrativo”, y su suerte de “auge” en la escritura actual de crónicas latinoamericanas–, sino que lo desborda por completo para referirse de forma mucho más exhaustiva a cómo su vida se modificó gracias a la elección vocacional de escribir no-ficción. Hay un tono visceral en sus escritos que nos va absorbiendo a medida que avanzamos en la lectura: Guerriero no quiere darnos las respuestas a las preguntas “¿para qué se escribe, por qué se escribe, cómo se escribe?” de forma contundente, sin que nos queden dudas. No son consejos tampoco sobre cómo lograr esa alquimia entre recursos periodísticos y flexiones literarias los que se reúnen aquí: son más bien pensamientos lucidísimos que se van desovillando sobre el modo en que su experiencia y su escritura se alimentan de un cúmulo de libros y películas, de anécdotas, de viejos recortes de diarios, de viajes, de nuevas preguntas, y sobre todo de una gran curiosidad, para dar con aquello que estaba queriendo escribir.

En tiempos en que el periodismo virtual desdibuja las voces y hace perder el punto de vista, Guerriero sigue manifestando una pasión encendida por su oficio y una confianza en la potencia de la crónica para hacer foco y echar luz allí donde nadie ve. Pero, dice, para eso es determinante que quien escribe pueda borrarse de la escena, ponerse en el lugar del otro: “Si no estamos atentos, desaparecerán, ante nuestros ojos bien cerrados, mundos enteros”.

-

Leila Guerriero
Zona de obras
(Anagrama) 194 páginas