Un Robert Pattinson irreconocible le da vida a Good Time

Un thriller urbano, estremecedor y poético, con un protagonista deslumbrante en su papel de delincuente que quiere salvar a su hermano de la cárcel psiquiátrica.

Los Inrockuptibles
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3 min readDec 14, 2017

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Por Jacky Goldberg

La imagen del rostro que abre Good Time: Viviendo al límite es un primerísimo primer plano en el que cada detalle, cada poro, cada pelo, cada rojez es mostrada al espectador como un acontecimiento que contemplar. Y sin embargo ese rostro parece totalmente apagado, con la dermis hinchada por hacer recibido demasiado y dado poco a cambio. Lo contrario a una bella piel apergaminada. Más bien un viejo pedazo de caucho usado y alisado, casi idéntico al que, unos pocos minutos después, lo cubrirá en un robo a un banco (un momento memorable de la película). Esta promiscuidad que de entrada se nos impone con Nick Nikas (curioso nombre para este personaje interpretado por Benny Safdie, quien codirige también con su hermano Josh) desde el segundo plano de la película, nos indica inmediatamente lo que vendrá: habrá que despertar a ese rostro, cueste lo que cueste, y para eso escribirle una historia en presente.

Justamente eso va a intentar hacer el otro protagonista, Connie, interpretado con maestría por Robert Pattinson. Cuando aparece en la oficina del psicólogo para explorar las (muy pocas) capacidades cognitivas de su hermano Nick, llora después de haber contado algunas pocas cosas sobre su pasado, dejando entrever el infierno médico-familiar en el que vivió los primeros treinta años de su vida. Después de esa discusión de una extraña intensidad, la aparición brutal de Pattinson hace que la película entre en una velocidad de la que ya no saldrá. El actor está irreconocible: cambió la belleza irreal de sus comienzos por la apariencia de un vagabundo que no puede quedarse quieto, y cuyos rasgos de agitación se oponen a los de su hermano. Connie vivió mucho, y no siempre en la legalidad. Y su única motivación, durante esta loca jornada que va a detallar la película, será traer de vuelta a su hermano a la vida, aunque sea a una vida de desenfreno y robos.

Queens –que sirve de decorado– no es el Manhattan limpiado por Giuliani, sino una tierra todavía salvaje, turbia, que podría ser de una película de Abel Ferrara en 1984. Debajo de las luces de neón rojas, verdes y azules que iluminan cada edificio, al ritmo de los envolventes estremecimientos electrónicos de Oneohtrix Point Never (con una inspiración muy Tangerine Dream), Connie corre. Se golpea, se disfraza, roba un banco, miente (sobre todo a su chica, interpretada por la impecable Jennifer Jason Leigh), se enreda con dealers o con un guardia de un parque de diversiones.

Todo esto parece arbitrario, improvisado, pero en realidad proviene de una gran precisión en la escritura y en la dirección, que permite la aparición de un extraño accionar. Los numerosos primeros planos nunca son el camino fácil en cuanto a lo estilístico, pero participan de una poética de los rostros, dañados, confundidos, y nunca se puede saber con certeza qué sienten. Simplemente están ahí, disponibles para la ficción, en un presente perpetuo, adictos al éxtasis, sin pedir más que pasar un buen momento antes de apagarse. Este principio confiere un aura de urgencia a todo lo que sucede delante de la cámara de los hermanos, que nunca estuvieron tan bien captando el pánico y de sus consecuencias.

Good Time es el relato magnífico de un salvamento y de una deriva, algo que siempre va de la mano para los directores de Go Get Some Rosemary y Heaven Knows What. En el cine de los hermanos Safdie, el amor (sobre todo fraternal) es algo absoluto, pero no le importa ningún principio moral. Es vital, pero también enfermo y peligroso.

Good Time: Viviendo al límite
De Benny Safdie y Josh Safdie
Con Robert Pattinson y Benny Safdie

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