Quién es Éric Sadin y por qué deberíamos preocuparnos por Silicon Valley

El filósofo francés Éric Sadin llega este sábado al país para participar de dos charlas y presentar su nuevo libro, “La silicolonización del mundo”, un lúcido ensayo en el que analiza los orígenes contraculturales de la cuna de las tecnologías digitales de Silicon Valley y sobre todo su presente, asociado al tecnoliberalismo y la inteligencia artificial. Entrevista.

Los Inrockuptibles
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8 min readJul 11, 2018

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Por Anne Laffeter y Jean-Marie Durand

Especialista e investigador de la tecnología digital y su relación con la sociedad, Éric Sadin se interroga sobre la influencia creciente del tecnoliberalismo en nuestra vida cotidiana y hace foco en la historia y el presente de Silicon Valley, ese enclave californiano en el que tienen sede las empresas más influyentes del mundo. Filósofo atento a las mutaciones estrictamente contemporáneas, Sadin construye desde hace más de diez años una obra importante sobre las acciones y los efectos perversos del frenesí técnico innovador. Un año atrás se publicó en Buenos Aires La humanidad aumentada en la colección Futuros Próximos de la editorial Caja Negra, libro en el que postulaba la emergencia de una humanidad paralela, capaz de procesar y administrar de forma eficaz la información que traficamos y producimos. Ahora en La silicolonización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital el autor traza la constatación inquieta y argumentada de la llegada de un nuevo modelo de civilización fundado en la mercantilización y colonización digital de la vida: el tecnoliberalismo. Una conversación lúcida con un especialista e investigador crítico y preocupado por el futuro, que vuelve a Buenos Aires a poner en consideración sus ideas invitado por la Universidad Di Tella y el Institut Français.

“Llamo al rechazo de la compra de objetos conectados y de protocolos llamados ‘inteligentes’ encargados de asistirnos de forma continua. Nunca tanto como ahora el rechazo del acto de compra puede tener alcance político o civilizatorio.”

ENTREVISTA > La silicolonización del mundo se suma a una serie de libros tuyos sobre los peligros de la informática y el uso de algoritmos, que comenzaste a publicar a fines de la década del 2000. ¿Qué se agravó en el campo de la revolución informática, percibida en principio como progresista y liberadora?
Inicialmente, Internet aseguró ciertas funciones de comunicación entre las personas, sobretodo a través de los primeros foros de discusión. El protocolo enseguida volvió posible un acceso cómodo y gratuito a corpus textuales cada vez más voluminosos, que tenía entre sus supuestas virtudes el hecho de ofrecer mayor autonomía a los individuos. Pero muy pronto, al momento de su expansión repentina, hacia la mitad de los años 90, el capital privado invirtió masivamente en Internet, y explotó la web como un nuevo canal de venta de bienes y servicios, por ejemplo con las tiendas online. Luego aparecieron los anuncios publicitarios, por entonces muy rudimentarios. Un poco más tarde apareció un modelo inédito, fundado en el seguimiento de la navegación, del cual Google devino el actor mayor. Estos tres ejes no han cesado de sofisticarse en el curso de los años 2000 y asentaron definitivamente el dominio de las potencias económicas sobre el mundo digital. Hoy observo un gran crecimiento de la digitalización progresiva del mundo sobre superficies cada vez más extensas y variadas de lo real. Sobre nuestros cuerpos, dentro de los ambientes domésticos, urbanos o profesionales. Esta arquitectura tecnológica abre una infinidad de funcionalidades, y despeja un horizonte económico virtualmente inagotable que participa del entusiasmo planetario al respecto.

¿Podés definir en pocas palabras a qué te referís con “silicolonización”?
Silicon Valley encarna el insolente éxito industrial de nuestro tiempo. Esa zona del norte de California está repleta de grupos de la industria informática como Google, Apple, Facebook, Uber, Netflix, que levantan ganancias que hacen soñar a los empresarios del mundo entero. Todas las regiones del planeta buscan duplicar sus activosa partir de la economía de datos y de plataformas. Silicon Valley no es solamente un territorio: generó un espíritu en vías de colonizar el mundo, llevado por muchos misioneros industriales, universidades, thinktanks y por una clase política que alienta la edificación de valleys en los cinco continentes bajo la forma de “ecosistemas digitales” e “incubadoras de empresas start-ups”. La silicolonización es la convicción de que este modelo representa el horizonte insuperable de nuestro tiempo, el que con sobrecrecimiento encarnaría una forma luminosa del capitalismo. Un capitalismo de un nuevo género, disfrazado de “virtudes igualitarias”. Pero lo que no se ve es que más allá de un modelo económico, es un modelo de civilización lo que se está instaurando a gran velocidad, fundado sobre la mercantilización integral de la vida y la organización automatizada de sectores cada vez más numerosos de la sociedad.

“La voluntad neurótica de someter todo a una serie de datos y a una exhibición en tiempo real conduce al testimonio público integral de nuestras vidas y a una cuantificación continua. Esta configuración le permite al tecnoliberalismo no estar excluido de ningún dominio y así instaurar lo que yo llamo una ‘industria de la vida’, que busca sacar provecho del menor de nuestros gestos.”

¿En qué sentido esta “industria de la vida” es una amenaza para nuestro modelo de civilización?
Si no levantamos la guardia, cualquier cosa del mundo estará conectada: cuerpos, espejos, colchones, chupetes, vestimentas, vehículos, cadenas de producción en las empresas… La lista es en teoría infinita. La voluntad neurótica de someter todo a una serie de datos y a una exhibición en tiempo real conduce al testimonio público integral de nuestras vidas y a una cuantificación continua. Esta configuración le permite al tecnoliberalismo no estar excluido de ningún dominio y así instaurar lo que yo llamo una “industria de la vida”, que busca sacar provecho del menor de nuestros gestos.

La crítica de la técnica, como la que hacía el pensador Jacques Ellulen en las décadas del 50 y del 60 ¿es muy discreta hoy? ¿El debate público ningunea la toma de posición crítica?
La ideología tecnoliberal de Silicon Valley se impuso. No tuvo necesidad de dar la “batalla de ideas”, como decía la famosa expresión de Gramsci. Esa expresión ahora se convirtió en “There Is No Alternative”, tomada por buena no solo por la economía, sino por la sociedad en su conjunto. Frente a la potencia de tales discursos retomados en continuado por tantos actores, importa analizar las cosas, poner en cuestión estas evidencias, exponer los intereses en juego tanto como la amplitud de las consecuencias. Es tiempo de desarrollar una crítica en todas las instancias de la sociedad, dentro de las ciencias humanas, los sindicatos, las asociaciones de consumidores…Si no hacemos algo ahora, el tecnoliberalismo va a diseñar la forma de nuestras vidas tanto individuales como colectivas y eso es inaceptable.

“La silicolonización es la convicción de que este modelo representa el horizonte insuperable de nuestro tiempo, el que con sobrecrecimiento encarnaría una forma luminosa del capitalismo. Un capitalismo de un nuevo género, disfrazado de ‘virtudes igualitarias’.”

¿Qué pensás del hecho de que la crítica sea asociada a veces a una suerte de conservadurismo, de rechazo del progreso tal como la modernidad lo ha prometido? ¿No temés pasar por un pensador reaccionario?
Los partidarios de la silicolonización dicen encarnar el porvenir y obrar por el bien de la humanidad gracias a las “tecnologías de lo exponencial” llamadas a “crackear” todas las estructuras de la sociedad como si fueran alegres fuegos artificiales disruptivos permanentes. En los hechos, nos conducen hacia un “porvenir regresivo” desarticulando una serie de conquistas conseguidas gracias a luchas sociales disputadas durante siglos, con el solo fin de saciar sus intereses particulares. Son los ciudadanos, las sociedades, quienes deben decidir libremente el curso de su destino, privilegiando el interés general y el bien común. La silicolonización ha confiscado la noción de futuro. Somos nosotros los que debemos reapropiárnosla y trabajar para que advengan otros futuros no fundados en la estricta razón utilitarista y en un positivismo tecnológico simplista y reduccionista.

En el libro decís que la inteligencia artificial representa la potencia política más grande de la historia, y denunciás su “nihilismo tecnológico”, y su “antihumanismo radical”. ¿Estás en la línea alarmista de un Stephen Hawking que estimaba que puede ponerle fin a la humanidad?
La inteligencia artificial es en el presente como una suerte de superyó, dotada de la intuición de verdad y llamada a guiar en todas circunstancias nuestras vidas hacia la supuesta eficacia y el confort. Esta dimensión es particularmente emblemática en el Google Car, por ejemplo, un sistema equipado con sensores que capturan miríada de datos, especialmente aquellos que se relacionan con el medio inmediato y con los vehículos del entorno. Estos datos se vinculan con otras informaciones involucradas, como la cartografía de las rutas, o almacenadas en servidores, como el estado del tráfico. Este dispositivo responde perfectamente a la vocación recientede la inteligencia artificial: la de paliar algunas de nuestras deficiencias irreductibles y “guiarnos” sin riesgo hacia el mejor de los mundos posibles…Muchas cosas se dijeron sobre la inteligencia artificial, sobretodo que iba a “volverse” al fin contra sus creadores. Esa es una visión grotesca y fantasmal. No es la raza humana la que está en peligro, sino más bien los sujetos, en tanto que están dotados de la facultad de juicio y de actuar libremente y a conciencia. Es nuestro poder de decisión el que poco a poco va a ser enajenado, llamado a ser sustituido por sistemas supuestamente omniscientes y más aptos para decidir sobre el “perfecto” curso de las cosas en el mejor de los mundos.

“Contra la ambición desmesurada del tecnoliberalismo por querer pilotear el curso de nuestras vidas, debemos salvaguardar la parte inviolable de nosotros mismos tanto como nuestra autonomía de juicio y de acción. Lo que se juega es un modelo de civilización contra otro y hay que elegir.”

Vos denunciás la enajenación de nuestro poder de deliberación colectiva, y de la autonomía de nuestro juicio. ¿Cómo se puede resistir?
Somos todos ciudadanos, pero también somos igualmente consumidores y podemos, por decisiones simples, pero de una temible eficacia, hacer fracasar ese modelo. Por mi parte, llamo al rechazo de la compra de objetos conectados y de protocolos llamados “inteligentes” encargados de asistirnos de forma continua. Nunca tanto como ahora el rechazo del acto de compra puede tener alcance político o civilizatorio. Contra la ambición desmesurada del tecnoliberalismo por querer pilotear el curso de nuestras vidas, debemos salvaguardar la parte inviolable de nosotros mismos tanto como nuestra autonomía de juicio y de acción. Lo que se juega es un modelo de civilización contra otro y hay que elegir. Es urgente movilizarnos, mi libro lo propone a su manera. Debemos confiar en que una multitud de iniciativas se pongan en marcha, firmemente decididas a contrarrestar este anarco-liberalismo digital indigno y a hacer valer modos de existencia respetuosos de la integridad y la pluralidad de las vidas humanas.

La silicolonización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital
(Caja Negra) 320 páginas
Traducción de Margarita Martínez

Éric Sadin se presentará públicamente el sábado 14 de julio en las Jornadas de Arte y Estética de la UDT, con la conferencia “La inteligencia artificial: el poder de enunciar la verdad” (actividad gratuita, con inscripción previa) y el martes 17 en la Biblioteca de la Alianza Francesa en la charla “Silicon Valley y la expansión del liberalismo digital”, en diálogo con Carolina Gruffat, que funcionará como presentación de su libro.

> cajanegraeditora.com.ar/libros/la-silicolonizaci%C3%B3n-del-mundo

> ericsadin.org

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