Solenoide, la novela monumental de Mircea Cărtărescu

La obra clave del rumano Mircea Cărtărescu es también el diario de un escritor frustrado en los arrabales de una Bucarest alucinada.

Los Inrockuptibles
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5 min readSep 11, 2018

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Por Martín Caamaño

Mircea Cărtărescu

A grandes rasgos, las casi 800 páginas de Solenoide, la monumental novela del rumano Mircea Cărtărescu, se estructura de un modo simple, como haciéndole un guiño a las supuestas complejidades de su trama. El libro se divide en dos clases de capítulos: aquellos anclados en el presente de la enunciación –es decir el relato de la actualidad cotidiana del narrador– y los evocativos, capítulos en los que nos dedicamos a leer el pasado de ese mismo narrador, partiendo desde varios tramos de una infancia algo sórdida, que incluyen visitas a un dentista terrorífico o la estancia tortuosa en un internado para niños enfermos, hasta el momento en que se muda a la laberíntica casa con forma de barco desde la cual narra ahora. Pero sin dudas “la aguja crucial” que parte en dos la vida del protagonista se da en la adolescencia, cuando tiene 22 años y un prestigioso profesor universitario destroza un poema suyo y con él sus pretensiones de convertirse en escritor. El poema en cuestión se llama sugestiva y proféticamente “La caída”. Esta irritante magnificencia de “lo literario”, además de ser funcional a los propósitos de la novela, como veremos más adelante, se emparenta con la vida del propio Cărtărescu. Si bien es hoy uno de los escritores más reconocidos de Rumania –incluso no sería raro que, si los suecos reabren el premio, algún día gane el Nobel–, en 1987 era, según él mismo admite, un amargado profesor de escuela. Por esa época escribió un extenso poema de tintes homéricos (algo así como una Odisea en clave rumana) que tal vez sea, junto con Solenoide, su libro más ambicioso y hermético. El libro-poema –también publicado en castellano por la editorial Impedimenta– se titula El levante, precisamente el reverso de “La caída”. Estos dobleces entre ficción y realidad son la materia prima de Solenoide.

La empresa de Solenoide es narrar tanto la experiencia visible de la tercera dimensión como la no visible de la cuarta, es decir, tratar de narrar lo imposible.

Solenoide abre con un incordio que recuerda al del comienzo de Trópico de Cáncer de Henry Miller: los piojos. Pero a diferencia de Miller, que se preguntaba cómo era posible que alguien se agarrara piojos en un lugar tan limpio, en Cărtărescu la cuestión es entendible: el narrador de Solenoide, luego de la desestimación del poema “La caída”, se vuelve un frustrado profesor que enseña literatura en una escuela en los suburbios de Bucarest. De ahí el porqué de los piojos. Pero conforme avanza la narración, efectos de realidad como este se trituran igual que los piojos bajo las uñas del narrador. A Cărtărescu le importa el cuerpo. Sobre todo el cuerpo como cáscara de algo superior. El texto abunda en descripciones corporales de toda clase, como por ejemplo la del acto de cortarse las uñas o de limpiarse el ombligo. “Es como si mis dedos no recorrieran mi cuerpo sino mi mente”, escribe. “Mi mente vestida de carne, mi carne vestida de cosmos.” Este es el preámbulo para que la novela se abra a toda clase de delirios, en apariencia ajenos a cualquier pretensión de realismo: “los piquetistas”, una secta que hace piquetes contra la muerte y que copta a sus seguidores mostrándoles un insecto escondido en la palma de la mano; los fondos de una vieja fábrica abandonada donde se pueden encontrar desde larvas, piojos o granos gigantescos hasta una “niña de tamaño colosal”; un inmenso trono despótico con forma de sillón de odontólogo, o la subielesca imagen del narrador haciendo el amor con Irina, elevados a varios centímetros de la cama debido al solenoide enterrado al que alude el título. Muchas de estos cuadros delirantes no son otra cosa que deformaciones de la realidad del narrador, gran parte de ellas heredadas de su infancia. Traian, el compañero aventajado del internado, le muestra un insecto oculto en la palma de la mano del mismo modo que luego lo harán los piquetistas, el trono con forma de sillón odontológico no es otra cosa que la manifestación del pavor infantil del narrador por cada visita al dentista, el piojo y el grano gigante que encuentra en la fábrica abandonada son las “anomalías” de su cuerpo amplificadas. Todo esto bien podría inscribirse en cierta estética surrealista. Pero no es del surrealismo de donde abreva Cărtărescu, sino de la física cuántica. Por eso dedica un capítulo entero a glosar la vida de Charles Howard Hinton y su teoría sobre la cuarta dimensión, hasta llegar a reflexionar sobre el cubo de Rubik. La empresa de Solenoide, entonces, es narrar tanto la experiencia visible de la tercera dimensión como la no visible de la cuarta, es decir, tratar de narrar lo imposible. El mayor acierto de Cărtărescu es hacerlo con una prosa límpida y ágil, apelar a una forma simple para un contenido intrincado.

La fe por la literatura que profesa Cărtărescu es tal que a través de ella es capaz de ilustrar aquello con lo que la ciencia solo especula.

Si la física cuántica aboga por la totalidad de las posibilidades, Solenoide juega con la idea de las dos vidas posibles del narrador, que se dividen luego de que le veten su mentado poema: “Dos seres nacieron en aquella reunión del cenáculo ante los ojos del gran crítico”, escribe, “como dos siameses transparentes, tomaron dos direcciones del todo distintas para no volver a encontrarse jamás. En una de ellas, la que para mí es real, la que corresponde a mi vida y a mi memoria, mi poema fue despreciado por el auditor (…) y trastornado renuncié para siempre a la literatura (…) Pero en aquel instante decisivo apareció también el otro, el escritor, el hombre de éxito”. Esto le otorga a Solenoide un carácter abierto, que se desborda del libro y se mezcla con la vida. Revela un vínculo activo entre narrador y autor: el profesor frustrado y el escritor de éxito, respectivamente. Uno (el patético autor de “La caída”) narra la novela, mientras el otro (el iluminado autor de El levante) la escribe. La fe por la literatura que profesa Cărtărescu es tal que a través de ella es capaz de ilustrar aquello con lo que la ciencia solo especula.

Mircea Cărtărescu

Solenoide
(Impedimenta) 800 páginas
Traducción de Marian Ochoa de Eribe

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