“Star Wars es hoy más poderosa y relevante que nunca”

Llegó el momento de Star Wars: Los últimos Jedi, la continuación de la saga original creada por George Lucas, que promete estar a la altura del mito. Será la vuelta de Mark Hamill, y también la última de Carrie Fisher. De ellos, de la oscuridad de la película, de la responsabilidad de tener el mayor objeto pop de la cultura contemporánea entre manos, y de volver a jugar con sus juguetes de niño habla Rian Johnson, director de Episodio VIII.

Los Inrockuptibles
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11 min readDec 6, 2017

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Por Juan Manuel Domínguez

“¿Quién podría realmente querer saber antes que nada quiénes son los padres de Rey?”, dice amablemente Rian Johnson. A no confundirse: Johnson es fanático. Tiene 43 años, dirigió Looper, Brick y otros reciclajes de la ciencia ficción o de género actuales, con debida cinefilia y canchereada. Pero al menos ahora, en este instante, rebosa de alegría. Choca los cinco a periodistas y sonríe. Sabe lo que implica ser el director y guionista de la octava película de la saga de Star Wars, Los últimos Jedi y la segunda de la saga que implicó convertir nuevamente a La guerra de las galaxias en una de las películas más vistas de la historia (tercera vuelta de la creación de George Lucas, hoy propiedad de Disney). No solo eso: se confirmó hace semanas que será el cerebro y la mano detrás de una futura nueva trilogía, una que abandona a los Skywalker, clan protagonista por excelencia hasta ahora de los films, y se centrará en otro rincón de ese universo. Pero Johnson insiste, feliz con aquella idea: “Cuando era chico quería ver qué pasaba, pero no era lo relevante. Creo que es lo peor de nuestra nueva cultura pop masiva. Es como si estuviéramos más cerca de la reunión de consorcio, y creo que no podemos sentir lo gigante y todo lo que puede sorprendernos una película hecha para ser más grande que la vida. Está bien: ahora son costumbre y dominan el mercado, pero eso no quita que puedan ser fascinantes de una forma muy particular. Y en ese sentido, Star Wars es el mito que nace del cine. El que se hace juguetes y el que a muchos de nosotros nos enseñó a enamorarnos. No es difícil ver el lado oscuro de sus modos enormes en la taquilla, pero tampoco es difícil ver cómo mucho de su lado luminoso nos generó tanto más que una buena película a millones de seres humanos”.

“La idea era dirigirse a lugares más oscuros, pero era muy importante que se sintiera como una película de Star Wars y no como una película sombría que se cree más inteligente que sus personajes o su mito.”

ENTREVISTA > Cómo fanático de la saga, ¿qué fue lo que no pudiste soltar? ¿En qué momento sentiste que el fanático le ganó al director?
Cuando pisé el Millenium Falcon. Ese set, esa primera vez… Cualquiera que haya pisado el set lo siente de esa forma. Bueno, cualquiera que tenga esa conexión con esta forma de arte pop. Lo escuché a Kevin Smith hablando en la radio sobre su visita al set de Episodio VII y decía exactamente eso: cómo se te hace un nudo en el pecho, uno que te abruma pero que al mismo tiempo remite a una forma de felicidad. Yo estaba en el set y no esperaba que me pasara, pero de repente una emoción me empezó a correr por el cuerpo. Es una conexión que nos lleva a nuestra infancia, a algo muy poderoso. Lo que sí quería, y que tenía que ver con el fan, era simple: John Williams. Trabajar con Williams, conocerlo y verlo conducir a la orquesta que tocaba las canciones de Star Wars. Eso directamente me detonó la cabeza. Ahí sí sentí algo que es muy imposible de ser traducido en palabras. De todas las experiencias increíbles, esa fue la máxima.

¿Cómo definís a Star Wars hoy, después de tantas películas y tanto recorrido? ¿Qué creés que contiene hoy como saga?
Star Wars es muchas cosas. En mi caso, a nivel personal, es algo con lo que crecí. Pero también es algo más plural y menos mezquino que eso: así como veo a tipos de mi edad con remeras y merchandising, me emociona mucho cuando veo niñas y niños vestidos de Rey para Halloween. Cuando ves cómo funciona a través de las generaciones, te das cuenta de que hay algo más que marketing o nostalgia. Hay pocas cosas en el mundo que hacen eso hoy en día, que buscan generar un mensaje positivo vinculado con la aventura y la diversidad, que sirven como mapa para encontrar un lugar en el mundo y sobre todo en este mundo de hoy. Es más, creo que Star Wars es hoy más poderosa y relevante que nunca.

“Los juguetes de Star Wars fueron muy importantes, porque para toda una generación sus primeros relatos –me refiero a los relatos creados por ellos mismos, solos en su cuarto– están asociados a estos cuentos y a esa materialidad.”

Siempre se habla del sentimiento de comunidad de Star Wars, pero hay algo cierto: cuando se estreno Episodio VII, el mundo era otro. Hoy, la mitad de Estados Unidos votó a Trump, y en otros países se votó de forma similar. Claro que el pop no debe salvar al mundo, pero ¿qué te genera esa contradicción que implica que fans de esta saga también puedan tener ideas que a muchos de nosotros nos parecen violentas y que hasta sentimos que van contra la idea de comunidad “galáctica” del film?
Es cierto. Nunca lo había pensado así y entiendo la aclaración. Vos y yo sabemos que el pop puede salvar nuestra vida, nuestra tarde o nuestra vocación, pero claro que no salva literalmente vidas, no cura el hambre ni –yendo a la pregunta– apacigua el odio. Uno no es dueño de los relatos que ama. Que el pop se haya convertido en algo global, como nunca antes en su historia, deja en evidencia que hay cosas que puede lograr y cosas que no. Aun así: ¿qué hace que el mundo ahora consuma como nunca estas ficciones asociadas al pop? Esa es la pregunta del millón de dólares.

La pregunta de los miles de millones…
Muy cierto. Creo que en un nivel, cuando yo era chico –y creo que es una experiencia de muchos de nosotros–, sabíamos que había cosas que no estaban ahí todo el tiempo. Hoy es difícil considerar una elección de determinados consumos como algo que te define, pero lo cierto es que nosotros no teníamos las películas, y que crecimos anhelando volver a verlas. Después las vimos en TV, pero los juguetes de Star Wars fueron muy importantes, porque para toda una generación sus primeros relatos –me refiero a los relatos creados por ellos mismos, solos en su cuarto– están asociados a estos cuentos y a esa materialidad. Eso generó más que nada esa fusión directa entre los relatos que amamos y nuestros corazones, algo que no implica que esa sensación sea exclusiva de los relatos que, sabemos, hacen al pop en los 70 y 80. Pero sí creo que en ese caso hay una particularidad dada por esas razones que te comentaba. Podíamos tocar el cine, y el primer cine que creamos estaba en esos muñecos. Ahora que lo pienso, quizás fue por eso que entrar al Millenium Falcon me conmovió. Porque había estado ahí cuando jugaba y porque quería volver a estar ahí. Y ahora estaba ahí siendo un adulto.

¿Qué es lo que te conecta con esa idea de relato pero que no fue comprado en una juguetería?
Joseph Campbell. La transición del camino del héroe. Desde muy chico me fascinó esa idea, ese recorrido, esa base. Y ha estado en mí desde siempre. Aunque me quede pensando en si hay una vida de fan y otra política que pueden disociarse…

¿Cómo conjugarías ambos elementos, el muñeco y la moral, a la hora de pensar nuestro mundo y crear otro nuevo?
Todo lo que podés hacer es contar una historia. Y creer que es la correcta, y esa es una palabra peligrosa. Pero que sea la correcta implica que sea inteligente con su mundo, con sus reglas, que te enganche y te divierta, que te conmueva y te haga pensar en tu vida y tus decisiones (más allá de la juguetería). Y soltar ese relato al mundo. Eso es lo mejor que puedo hacer como director, incluso como persona. En tu día a día hay gente que amás y que tiene ideas que odiás. Y chocás con ella. Todos tuvimos que sentarnos y decidir cómo vivir, de qué forma íbamos a vivir e íbamos a pensar. Si no lo hicimos fue por simple omisión. Eso aplica a los relatos que decidís que te definan. Y poco y nada tienen ellos para decir al respecto.

“Cuando ves cómo funciona a través de las generaciones, te das cuenta de que hay algo más que marketing o nostalgia. Hay pocas cosas en el mundo que hacen eso hoy en día, que buscan generar un mensaje positivo vinculado con la aventura y la diversidad, que sirven como mapa para encontrar un lugar en el mundo y sobre todo en este mundo de hoy.”

Empezaste a trabajar en Los últimos Jedi cuando JJ Abrams todavía no había terminado de montar Episodio VII. De hecho, contaste que te dieron el guión y vía libre para escribir Episodio VIII: ¿Cómo es el proceso de escritura de algo que tiene tanta resonancia? ¿O se puede olvidar eso y abogarse solamente al relato?
Suena un poco arty, pero escribir en cualquier contexto es para mí excavar para encontrar los huesos del dinosaurio. Es descubrimiento antes que estructuras. Y hasta siento que se parece a buscar huesos porque, quieras o no, hay un orden, una disposición de los mismos, que es orgánica. La historia va apareciendo frente a vos. Como guionista, aquí no busqué imponer nada. Y tampoco me impusieron nada. Chequeaba de vez en cuando qué pensaba mi fan interno, pero la verdad es que en última instancia tenía que confiar en la historia, antes que en cualquier otra autoridad. Ver adónde quería ir la historia y seguirla.

¿Cómo fue tu relación con Carrie Fisher? ¿Recordás la última vez que hablaste con ella?
Conectamos casi de inmediato. Ella era una escritora, más que cualquier otra cosa en su vida. Así le gustaba pensarse. Nuestras primeras conversaciones fueron en su garaje, y recuerdo que ella no paraba de sacar libros de cajas y mostrármelos. Era una persona realmente especial. Me pone triste que nuestro encuentro haya sido tan breve, pero al mismo tiempo soy feliz por haber podido estar allí durante unos segundos de su vida. Cuando murió ya habíamos avanzado mucho en la versión final del film. Pero hubo que volver a editar algunas partes, teniendo en cuenta eso. O al menos con ese fantasma en el aire, en la sala de montaje. Y sé que es algo que va a recorrer al menos una primera lectura del film, pero no quería cambiar nada en base a eso que había sucedido. No quería cargar al relato con el afuera.

Pero al margen del romanticismo de la relación actual con Fisher y con Hamill, son pocos los casos en los que un director tiene que decirle a un actor o una actriz cómo deben actuar personajes que ellos conocen de punta a punta y que definen parte de la cultura popular.
Claro. No podés decirle a Hamill que Luke hace esto y aquello sin esperar alguna reacción que te deje bien clarito qué piensan ellos de sus personajes. Lo mismo con Carrie. Conectamos a la hora de escribir, pero eso no implica que ella estuviera de acuerdo con mis decisiones. Es imposible entender sus vínculos con estos personajes, y eso que ambos lidiaron, de formas muy distintas y plenamente conscientes durante toda su vida, con ese nexo que los define a los ojos de los demás. No podés esperar ni una sola reacción, pero al mismo tiempo son dos profesionales. Aunque seré sincero: los dos me dijeron que estaban muy en desacuerdo con las decisiones que había tomado para sus personajes. Algo que te pone a pensar en lo que hiciste y en su enorme humildad.

¿Cómo es entonces el proceso puntual de “hacer una Star Wars”?
Había dos capas, dos niveles. Yo llegué como el nuevo, como el que realmente no podía dejar de pensar “Ahhhh, estamos haciendo ‘la’ Star Wars”. Pero después, cuando empecé a trabajar como me gusta a mí, no fue muy difícil lograr que el set se parezca al de una película independiente. Una vez que lo gigante está hecho, ya existe la marca de aquello que será animado y están los sets construidos y aprobados, ahí solo te queda sentarte a filmar. Y en ese sentido, me dieron una libertad, incluso en el mismo set, que no pensé que sería tal. Se sintió como una película muy íntima. Todos buscábamos lo mismo: una gran película. En definitiva, solo quiero contar una historia.

“Star Wars es el mito que nace del cine. El que se hace juguetes y el que a muchos de nosotros nos enseñó a enamorarnos. No es difícil ver el lado oscuro de sus modos enormes en la taquilla, pero tampoco es difícil ver cómo mucho de su lado luminoso nos generó tanto más que una buena película a millones de seres humanos.”

¿Había algo que te daba miedo con respecto al lugar que podía ocupar en la mitología?
Las primeras palabras de Luke. Lo que yo escribiera iban a ser las primeras palabras de Luke en la nueva trilogía. Y tuve que pensar mucho al respecto. Tienen que entender que, como dije, recibí libertad total, pero no había un plano concreto sobre el destino de tal o cual personaje. ¿Por qué estaba Luke en esa isla? Tenés que pensar mucho en eso. Y eso te termina pasando con todos los personajes. Es una posición rara, que es un lujo, pero al mismo tiempo no deja de ser excepcional.

Cada película de Star Wars tiene su tono y su lugar. Ninguna película se parecía a otra hasta Episodio VII. ¿Cuál sería entonces tu película?
Al ser el capítulo del medio, la idea era dirigirse a lugares más oscuros, pero era muy importante que se sintiera como una película de Star Wars y no como una película sombría que se cree más inteligente que sus personajes o su mito. Que reflejara aquello que creo define a Star Wars, que es no perder la ópera, no perder el mito, nunca soltar ese nervio Flash Gordon, esa conexión con cierta ciencia ficción más berreta pero al mismo tiempo clave en el ADN del género. En El despertar de la fuerza, JJ Abrams logró un hermoso sentido de la aventura, muy pleno y que abrazaba esto. Yo buscaba lo mismo, pero teniendo en claro el tema de la oscuridad.

¿Cuán difícil es crear una historia de Star Wars cuando se sabe la forma en que sigue rebotando por décadas en la cultura popular?
Creo que la razón por la que se busca usar a Star Wars para hablar sobre el mundo, sobre Trump, sobre el estado de todo en el momento que sea –algo que se ha dado en los últimos cuarenta años sin importar el panorama o el problema– es porque Star Wars es más poderoso que cualquier analogía política. Si uno hiciera referencia directa a eso –algo que puede hacerse, claro–, entonces es más fácil de desarticular. La pureza del relato Star Wars es lo opuesto a lo tergiversable del discurso o la argumentación sobre sucesos políticos. Ese es parte del poder de este mito. Y por eso hoy sigue siendo tan importante. Eso pasó con los films originales y esperamos que así sea con los nuevos.

Star Wars: Los últimos Jedi
De Rian Johnson
Con Mark Hamill y Daisy Ridley

> latino.starwars.com

Fotos gentileza Disney

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