Teatro: Villa Argüello, de Celia Argüello Rena

Motorizado por la potencia de sus intérpretes, Villa Argüello se propone como un espacio de evocación tan lúdico como onírico del mundo cordobés. / Por Ana Durán

Los Inrockuptibles
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3 min readMar 9, 2013

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Para pensar Villa Argüello o acercarse, al menos, tal vez sea el mejor abordaje partir del concepto de performance más que del de danza, el de teatro o el de danza-teatro. No porque no contenga esas disciplinas, que sí las tiene y en sustancioso porcentaje, sino porque hay algo muy vivo y palpitante, algo como de cara recién lavada, como de kermese de pueblo (pero de esas divertidas, no como los patéticos carnavales que se hacen en esta ciudad) en la que vamos a jugar todos y nadie se va a quedar afuera. Porque es un espectáculo feliz, de esos de los que uno sale y la alegría le dura bastante porque, ¡qué suerte!, no nos fijamos en la búsqueda de movimiento, en la ruptura con el concepto convencional de danza, en si hay partes bailadas o actuadas y si hay correctas transiciones entre unas y otras. Y no es que no exista nada de todo eso, es solo que la técnica, las búsquedas, la “inteligencia” del espectáculo no están puestas por delante, ni subrayadas, ni es su objetivo hacer ostentación de eso.

Entrar en Villa Argüello es ir a un club de barrio, en Villa Crespo, estacionar junto a los árboles de la plaza, “hacer un poco de puerta”, subir una escalera y formar parte de una fiesta popular. Sí, seguramente ya se hizo el “como si” de una fiesta popular, pero si ha de ser cordobesa esa fiesta, entonces el fernet y los bizcochitos ya nos preparan para que allí aparezcan y se desplieguen una serie de escenas, de jóvenes que juegan un juego extraño pero tan divertido y atrapante que ya no podremos sacarles los ojos de encima. Y como sucede en esos casos, todo vendrá bien: el tiempo se detiene en ese espacio de bombitas de colores.

Como cuenta su directora, Celia Argüello Rena, Villa Argüello es un “espacio de evocación de un mundo cordobés”, evocación onírica, lúdica y de una potencia conseguida a fuerza de actores-bailarines con gran presencia escénica, muy particulares en su singularidad pero de una energía condensada en las escenas de conjunto. Y, como suele suceder en la danza, contar de qué se trata es minimizar un espectáculo que se disfruta en las ocurrencias de su transcurrir, en sus ritmos y contra ritmos, en eso que es Córdoba y que se nos escapa porque no se llega a configurar del todo, pero es una imagen, un olor, un gusto, una música o un sabor. Es el mundo que una cordobesa le presta a sus amigos porteños junto con evocaciones de su infancia para que jueguen con él y se diviertan por un ratito.

Villa Argüello es “lo otro” que no somos como porteños, que no es exótico pero sí diferente e inabordable, eso que jamás seremos pero que se nos presta en una hora y que sabemos que tenemos que disfrutar porque dura poco tiempo; esos códigos que nunca terminaremos de comprender y esa tonada que no será nuestra excepto a riesgo de quedar como pavotes.

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Villa Argüello
De Celia Argüello Rena
Con Pablo Castronovo, Josefina Gorostiza y Jimena Pérez Salerno, entre otros.
En la Sociedad de Fomento y Biblioteca Popular General Benito Nazar, Antenaza 340. Sábado a las 20.

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