Tendencias: la moda en los museos

La tendencia creciente de la moda como evento cultural se multiplica en los museos más importantes del mundo, en un cruce entre arte, diseño de autor y glamour que atrae multitudes. / Por Marcela Mazzei

Los Inrockuptibles
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5 min readMar 20, 2013

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Vestidos de diseño, accesorios estridentes y tacos aguja están oficialmente de moda esta temporada, pero no solo en las pasarelas. También prestigiosos museos y galerías, de Londres a Nueva York, están apostando a la moda para algunas de sus más ambiciosas exposiciones de este año. Quizás confiados en el éxito de Savage Beauty, la muestra retrospectiva de Alexander McQueen que en 2011 llevó más de 660 mil personas al Metropolitan Museum of Art (MET) de Nueva York, y se convirtió en uno de los eventos más concurridos en los 140 años de historia del museo. La muestra sobre Miuccia Prada y Elsa Schiaparelli, el año pasado, también en el MET, no repitió el éxito de público –más bien decepcionó–, y sin embargo las vitrinas de estilo siguen multiplicándose por el mundo.

Los franceses Azzedine Alaïa y Jean Paul Gaultier, y la marca italiana Max Mara, tuvieron recientes exposiciones retrospectivas en museos de arte. La obra de Marc Jacobs en Louis Vuitton fue celebrada en el museo Les Arts Décoratifs de París y en Florencia, Italia, los turistas, hartos de ver obras maestras del Renacimiento, pueden cruzar la calle y visitar el Museo Gucci, que desde su apertura en septiembre de 2011 es un gran atractivo. Valerie Steele, directora del Museo del Fashion Institute of Technology (FIT) de Nueva York, arriesga que la clave está en la accesibilidad. “Las personas creen que son capaces de entender y apreciar la moda más que el arte contemporáneo, o histórico, inclusive”, dijo Steele, curadora también de Shoe Obsession, una muestra sobre la pasión por los zapatos de diseño que acaba de abrir en febrero, con modelos de Manolo Blahnik y Christian Louboutin, Givenchy y Prada.

El arte contemporáneo le ha legado a la moda el aspecto curatorial, esa manera experimental y audaz en que la moda entra al museo, muchas veces con el apoyo institucional de colecciones y el económico de la industria de la moda.

Los museos examinan los diseños de moda como artefactos culturales que pueden ser tan bellos, complejos y significantes históricos como las pinturas o esculturas”, sube la apuesta Víctor P. Corona, profesor de sociología de la Universidad de Hofstra, Nueva York, y especialista en cultura urbana contemporánea. “Nadie duda que en las últimas décadas la moda ha penetrado en la cultura popular mainstream, pero las redes sociales y los teléfonos con cámara también hicieron que cada vez más personas advirtieran a los diseñadores como personajes más allá de sus creaciones, y comenzaran a compartir imágenes de sí mismos y sus estilos.” Este interés creciente en la moda como evento cultural tiene espacio para los que están detrás de la cámara como los editores Anna Wintour y Grace Coddington, los fotógrafos Bill Cunningham y Terry Richardson o Rachel Zoe entre los estilistas. Corona: “Toda la producción de moda se convirtió en algo que nos fascina. Uno de los mejores ejemplos es El diablo viste a la moda: nos interesan no solo las celebridades sino también los editores, los diseñadores y las personas que ayudan a producir ese mundo”.

Como autor especializado, el argentino Javier Arroyuelo ha publicado ensayos y artículos en las revistas Vogue París, L´Uomo Vogue, Interview y Vanity Fair, y tiene en claro cómo fue el recorrido. “Cuando en los años 70 Diana Vreeland pasó de Vogue al Costume Institute del MET, abrió una nueva perspectiva en el sector de las muestras de ropa. Las exposiciones que organizó no dejaron de ser muy criticadas por los expertos en el área, ya que no respetaba los parámetros académicos ni los códigos de museo. Sus muestras tenían mucho más que ver con el glamour extremo y muy reconocido de las vidrieras de las grandes tiendas de New York, como Saks, Bergdorf o Bloomingdale’s. Creo que es el modelo que aún hoy prevalece y ha influenciado las exposiciones más rigurosas y logradas, como por ejemplo Shocking! The Art and Fashion of Elsa Schiaparelli, para mí una referencia ineludible, hecha con el mayor profesionalismo y según las reglas por el Museo de Arte de Filadelfia en 2004 y presentada luego en París”, explica Arroyuelo, curador de su propia muestra, Anunciación del Gentleman, en la Fundación Klemm, junto a su amiga Delia Cancela y otros artistas, que realizó en 2010.

“Toda la producción de moda se convirtió en algo que nos fascina. Uno de los mejores ejemplos es El diablo viste a la moda: nos interesan no solo las celebridades sino también los editores, los diseñadores y las personas que ayudan a producir ese mundo”.
Víctor P. Corona, profesor de sociología de la Universidad de Hofstra, Nueva York

Del otro lado del Atlántico, algunas de las instituciones culturales más importantes de Londres programaron diseño de autor y glamour para atraer a las multitudes. A una exhibición exclusiva de Louboutin en Design Museum, en 2012 le siguió una dedicada a James Bond, a propósito de su medio siglo en la pantalla, con más de cien trajes y accesorios, de Miuccia Prada a Thierry Mugler y Oscar de la Renta, en el Centro Barbican. El Museo V&A tuvo su propia muestra de trajes de noche: British Glamour Since 1950: desde la alta costura de Norman Hartnell a los equipos que usó la princesa Diana y las luminarias contemporáneas como Gareth Pugh. Allí mismo, entre julio de este año y febrero de 2014, From Club to Caltwalk mostrará la explosión creativa británica en los 80; mientras que en la Tate Liverpool desde febrero está abierta Glam! The Performance of Style, una exhibición que a las fotografías y videos más emblemáticos del género le suma el vestuario y la estética de los artistas.

De regreso a Nueva York, Víctor Corona está organizando –en el histórico y acorde Hotel Gershwin– un evento que examina la cuestión de la moda como arte usable a la vez que destaca la influencia cultural y los logros estéticos de artistas como Andy Warhol, junto a diseñadores como Vivienne Westwood. “Creo que mucha gente en la industria considera la moda como arte que se puede usar, esté o no esté en un museo. Es un arte que puede ser documentado por los fotógrafos del street style, por ejemplo, pero también hay ciertos diseñadores cuyo trabajo ha llegado a ser tan icónico que es casi una demanda que se muestre en un museo. El interés actual en las subculturas freak va a hacer que la próxima exposición del MET, Punk: Chaos a Couture, sea un gran éxito.

Arte y moda como campos que confluyen tienen puntos de contacto intrincados. Aunque hoy parecen funcionar como manifestaciones culturales intercambiables, el arte contemporáneo le ha legado a la moda el aspecto curatorial, esa manera experimental y audaz en que la moda entra al museo, muchas veces con el apoyo institucional de colecciones y el económico de la industria de la moda. “El capital simbólico que adquiere la moda en la medida que gana importancia en el mundo del arte complementa el poder que ya tiene entre las industrias creativas”, opina Corona, que hace una lectura optimista en cuanto a la misión pedagógica. “Creo que estas exposiciones atraen multitudes de jóvenes interesados en el diseño de moda y la cultura popular, que después se pueden quedar algún tiempo viendo las otras colecciones del museo”, explica. La muestra de Alexander McQueen en el MET, para él, fue un hecho sin precedentes al que contribuyeron varios factores, incluyendo la noticia del suicidio de McQuenn, igual que el hecho de que una estrella como Lady Gaga fuera la que presentó las obras del fallecido diseñador a un público nuevo y enorme de jóvenes, recién llegados al museo vía el pop mainstream y la moda.

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