La edición local de The End of The Fucking World

Después del éxito en Netflix, La Bola Editora editó el cómic original de Charles S. Forman en el que se basó la serie.

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles
3 min readSep 12, 2018

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Por Juan Manuel Domínguez

Seamos sinceros: agotan un poco los adolescentes de treinta y pico de años. Hay ciertos tics de la historieta independiente americana que parecen más una forma de centrifugar esos ideales románticos descartables que una decisión de pisar fuerte en otros relatos, nuevos, distintos, alterativos a la rutina de quejarse de los suburbios mientras se compran vinilos por Amazon. Los ejemplos pululan y es en vano ponerse a picar historietas puntuales. Pero sí es cierto que aquello que era estimulante hace una década, o incluso dos, hoy se lee como comodidad y autoayuda disfrazada a lo Halloween de fuck you al sistema. The End of The Fucking World, de Charles S. Forsman, editada por La Bola Editora para aprovechar el éxito de la serie de Netflix basada en el cómic, podría ser acusada de ser parte de esa población de minions que creen que sentir es lo mismo que contar y que un problema documentado es lo mismo que el talento.

Lo cierto es que el cómic TEOTFW comenzó en 2011 en formato en miniatura, y Forsman entendió siempre de clichés, rebeliones y pedidos de ayuda (algo que se nota de sobra en su Snake Oil). Aquí hay dos adolescentes, James y Alyssa, suburbios, fugas, casas tomadas, satanismo y un nihilismo sub-18 capaz de ejecutar mutilaciones (al propio cuerpo y al de terceros). Aun así, Forsman logra una extraña mezcla: posee el desapego trágico de autores como Jason, y a la vez se acerca a la comedia y sentimientos secos de los hermanos Kaurismaki. Y eso lo muestra desde los tiempos, las pausas, los saltos en la historia de esa pareja escapando. Una pareja con menos de Margot y Richie Tenenbaum y más de distancia fría a lo Patrick Bateman, pero cruzado con Holden Caulfield (una distancia para con la civilización que permite el disfrute superficial, pero con un permanente extrañamiento entre inocente y serial). Así su road trip, su viaje, su escape en viñetas gana por mutante: no es una crítica de la adultez o las instituciones. O sí, si no se piensa al libro más allá de lo básico. Forsman da por sentada la putrefacción (como David Lynch en Twin Peaks) y allí lanza a sus criaturas nihilistas, también minimalistas, para que bailen, para que se toquen, para que disfruten la seducción de ser joven y la libertad, la sensación de inmortalidad (incluso cuando hay pensamientos suicidas) y su siempre precipitado fin. No se trata de ser alterativo, retruca Forsman en su libro: se trata de entender que el fin del mundo se puede encontrar en los demás, en la cocina o en la patrulla, en la licuadora o en las fotos de otros. Y ahí esta la clave, y la fragilidad, de ese sinsentido llamado, a falta de una mejor palabra, libertad.

Charles S. Forman
The End of The Fucking World

(La Bola) 176 páginas

> http://labolaeditora.tumblr.com/

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