The Firm

The Firm, la novela de John Grisham que fue llevada al cine con Tom Cruise como protagonista, encuentra su lugar en la pantalla chica en forma de serie. / Por Pablo Conde.

Es muy probable que el propio Grisham y sus exitosos libros sean los responsables de ese revival del género judicial que viene cosechando varios éxitos televisivos desde comienzos de los años 90, con distintos humores y estilos, por eso esta nueva serie bien podría verse como una vuelta a lo básico, a la raíz misma de la cuestión. En la novela y la película, el joven abogado Mitchell McDeere es contratado por una exitosa firma de abogados que le ofrece el oro y el moro, con un costo fatal a futuro, dada la cantidad de negocios oscuros que allí se cuecen, mafia de por medio. Al final del libro, McDeere desaparecía con una buena cantidad de dinero debajo del brazo, desestimando su futuro laboral; mientras que en la película Tom Cruise salía airoso en un final relativamente abrupto, salvando su buen nombre y sin comprometer su reputación como abogado. En la primera, la ambición del protagonista era un factor importante, mientras que la versión de Cruise tenía un poco más de buena hombría.

En la flamante serie –que fuera de los Estados Unidos y Canadá fue estrenada globalmente unos días atrás por AXN– el punto de partida es otro: aquí, McDeere (Josh Lucas), su esposa Abby (Molly Parker), su pequeña hija Claire (Natasha Calis), su hermano Ray (Callum Keith Rennie) y su pareja, Tammy (Juliette Lewis), vuelven a utilizar sus nombres tras diez años de anonimato en el programa de protección de testigos del FBI. A la par de la reinserción social, McDeere vuelve al ruedo como abogado, cumpliendo esa firme promesa que había sido una pequeña empresa familiar en la que su hermano hace las veces de detective y Tammy de secretaria. Pero la necesidad económica no tardará en llevar a McDeere a asociarse con una importante firma de abogados de Washington. Por supuesto, detrás de esa firma vienen los problemas en malón.

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La estructura de esta nueva encarnación de The Firm habla de una clara vuelta a lo básico, alejándose de cualquier pretensión innovadora, gravitando hacia un firme clasicismo narrativo.
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La idea de la adaptación televisiva fue del productor ejecutivo y guionista Lukas Reiter, un abogado que ya había estado involucrado en series judiciales como Boston Legal, La ley y el orden y The Practice. Grisham le dio luz verde al proyecto tras haber leído los guiones de los primeros cuatro episodios, reservándose un rol de productor ejecutivo y asesor general, planteando lineamientos generales de hacia dónde podía desembocar esta nueva aventura de un personaje que él nunca hubiese imaginado que iba a resucitar. La estructura de esta nueva encarnación de The Firm habla de una clara vuelta a lo básico, alejándose de cualquier pretensión innovadora, gravitando hacia un firme clasicismo narrativo. Aquí se manejan tres ejes bien claros: el drama familiar, los procesos legales –cada capítulo tiene un caso puntual, autoconclusivo– y el policial y/o thriller, ya que la cabeza de McDeere tiene, por un lado un precio puesto por la mafia, que busca venganza por las consecuencias de su accionar pasado y, por otro, por la nueva firma de abogados a la que se asocia, más enterados que él de la oscura trama detrás de un caso en particular, el que servirá de columna vertebral para la serie.

Los casos de cada capítulo suelen complicarse, requiriendo de otros enfoques y accionares de parte de este fanático de la justicia. Si bien la formula se hace visible con el correr de los episodios, son los casos individuales los que ayudan a definir a los protagonistas de la serie, entre los que resaltan el propio Lucas y una desenfadada Juliette Lewis. The Firm cumple sus objetivos. Su único enemigo puede ser la transparencia de su estructura, ya que, desentrañada su mecánica, puede perder un poco de fuerza. Vale la pena darle una oportunidad a las correrías de McDeere.

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The Firm
Domingos a las 21 por AXN