El discreto encanto de la burguesía. Se estrena The Square
Llega a los cines la nueva película del sueco Ruben Östlund, cuestionada ganadora del premio mayor en el último Festival de Cannes.
Por Théo Ribeton
The Square fue la Palma de Oro del último Festival de Cannes. Hay que decir que no es una Palma moralmente indignante (como Dheepan) ni realmente idiota (como Yo, Daniel Blake), pero de todos modos representó algo del orden de la sub-Palma, del campeón discount: una película graciosa, ligeramente avispada, satírica con el medio del arte contemporáneo, amada a la ligera y rápidamente olvidada. ¿Pero es realmente el brazo armado de la vulgarización del gusto? ¿Es aquel pesado al que por un descuido se invita a la fiesta y termina monopolizando toda la atención? ¿O es el escandaloso aguafiestas, al igual que el performer interpretado en la película por Terry Notary cuya imitación de un gorila, destinada a chocar gentilmente a los burgueses, vira hacia un escándalo trash y la liberación descontrolada de las pulsiones?
La comedia opera con un temperamento más calmo e inteligente que aquel que rápidamente se le quiso atribuir. Así, Christian (interpretado con un sentido consumado del menos es más por el danés Claes Bang), conservador de museo en caída libre relacional y estatuaria, se transforma en un personaje más retorcido que lo previsto: un pequeño barón de la elite culta que es al mismo tiempo para la película un puching ball y una suerte de Droopy apático, un poco adorable, que suele dejar entrever su parte infantil, no muy corrompida por la superficialidad de su entorno, y presentado como una especie de testigo descorazonado, de cómplice hastiado. Incluso podemos encontrar que la demolición de las vanidades burguesas programada por Ostlund aprovecha cierta inspiración de puesta en escena. Con todo, The Square está trabajada por una estética del espacio personal, de la intrusión, abordada por sketchs que se componen alrededor de la microagresión, y por el sonido: muchas escenas están llenas de ruidos, de molestias innecesarias, como si el cascarón lujoso –de buen gusto y de silencio– debiera ser atacado por golpes, por atentados, pero también constantemente, como un escozor.
Para resumir, la histeria del premio engañó los radares. Detrás de la polémica por el palmarés, se esconde un objeto que merecía menos sobreexposición y sin duda una reevaluación calma: vayan entonces a ver The Square, y no la Palma de Oro.
The Square
De Ruben Östlund
Con Claes Bang y Elisabeth Moss