Vera Giaconi narra las relaciones más cotidianas de manera visceral
La escritora uruguaya estudia los vínculos en Seres queridos, su nuevo libro y primero editado por Anagrama.
Por Malena Rey
Los seres queridos de este libro de cuentos de Vera Giaconi (Montevideo, 1974) van mostrando las hilachas de los vínculos. El título parece muy apropiado para expresar la cercanía que los personajes alcanzan con los otros, basada muchas veces en una familiaridad, con ese tenso matiz de desapego o suspicacia que tiñe también las relaciones más cercanas.
A su vez, estos personajes parecen ser seres queridos por su propia autora, por la forma en la que nos los va revelando de a poco. La composición de escenas y acciones puntuales está muy cuidada, así como ciertos giros o pensamientos que aparecen en boca de ellos para que los conozcamos de a pinceladas. Decir que son criaturas inquietantes o seres siniestros sería simplificar las cosas. En estos diez relatos hay dos hermanas que juegan con el vestido de novia de otra hermana muerta, mientras esperan que traigan el cuerpo para el velorio. Hay una relación incómoda entre una paciente crónica y su médico, confundidos al punto de intercambiar roles. Hay un abuelo amoroso y polémico y una nieta pequeña de la que debe separarse en plena dictadura. Y hay chicos mutilados, participantes de realitys y amenazas latentes. “Me interesa mucho la honestidad frente a los sentimientos. Uno padece todos los bordes de las personas que tiene más cerca, pero no son cosas con las que se sincera demasiado”, dijo la autora en una entrevista reciente, y esa honestidad y esos bordes –aristas incómodas de las diversas personalidades– son aquí muy palpables.
Giaconi ya había demostrado en su primer libro, Carne viva (2011), que tenía buen pulso narrativo para dar con mujeres perturbadas, y sus cuentos podrían ponerse en serie con la obra de algunas precursoras como Katherine Mansfield, Flannery O’Connor y Eudora Welty (nombres lanzados por Marcelo Cohen, su especie de mentor). En este nuevo libro, es la propia Vera la que agrega una clave en el epígrafe: el nombre de Clarice Lispector. De alguna manera, Giaconi entra en su linaje latinoamericano emparentándose en la forma de narrar de manera visceral las relaciones más cotidianas –y precisamente por eso, más difíciles–, así como los desórdenes del cuerpo. Seres queridos reactiva una tensión literaria en cada nuevo cuento, y marca el merecido fichaje de Giaconi en un catálogo internacional como el de Anagrama.
Vera Giaconi
Seres queridos
(Anagrama) 160 páginas
