Volver a empezar, de Dan Rush

Los Inrockuptibles
Los Inrockuptibles
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2 min readMar 11, 2012

El pesimismo de Raymond Carver adaptado –y aplacado– para el lucimiento –contenido, eso sí– de Will Ferrell. / Por Juan Manuel Domínguez

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Drama indie, que toma un mini Raymond Carver (el cuento corto “Why don’t you dance?”) y lo infla, con alto índice de alcoholismo cinematográfico incluido, hasta hacerlo un combo de canciones-lindas, situaciones-metáforas, comentario-social y otras cuestiones (aquí con demasiada fórmula, pocas prescripciones y envoltorio plástico). La ópera prima de Dan Rush traslada al mini Carver más cerca de la recesión actual americana, y en ese proceso entra en sintonía con el film Larry Crowne –sin la alegría “peronista” de Tom Hanks director. De hecho, Rush no solo traslada a Carver, sino que directamente lo tima (coherentemente, como esa venta de garaje desesperada que es el motor narrativo del film): toma solo un objeto, un hombre encerrado afuera de casa que vende absolutamente todas sus pertenencias en el patio delantero de su ex hogar, y, como si fuera una Barbie, comienza a decorar, vestir y desvestir el asunto.

El cuento de Carver era oscurísimo: un borracho y un matrimonio joven, un instante, una barata y la alegría de quienes la aprovechaban (los jóvenes); aquí hay oscuridad, sí, pero es aceptable, es redentora, es amable. El ex alcohólico es Will Ferrell, otra vez extraditado de su hábitat natural (la comedia marxista que altera leyes de la física cómica universal), para contener su potencia en fase “actor serio”. Algo de esa lucha interna se hace visible: Ferrell pidiendo pista para el absurdo, Rush quedándose en el drama vecinal (donde todo tiene que venderse).

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Extrañamente, esa represión aterriza, a veces, de forma perfecta en ese alcohólico recién despedido y recién abandonado: su amabilidad es terrorífica. Cuando el lado Hulk de Ferrell se filtra (imposible que un tsunami así no te manche la pared), algo más extraño todavía sucede: lo que más duele no es ver a Hulk no rompiendo cada objeto desparramado por el pasto, sino saber que lo más poderoso que tiene son sus lágrimas. Ferrell logra canalizar al anónimo protagonista de Carver. Donde Ferrell resiste literalmente, Rush baja la graduación: embarazadas más hadas que humanas (a Rebecca Hall le falta el castillo de Disney de fondo), niños casi abandonados que sirven de Robin emocional, vecinos caretas… Cuando Rush se pone “nada en los suburbios es lo que parece (y esta todo bien)” es cuando más redonda, y, por ende, sin filo se vuelve su película; pero cuando Ferrell muta su Ferrari en una latita, que consume con más frecuencia que Pac Man morfando puntitos, no hay final metafórico y limpia conciencias que pueda con ese –en el mejor sentido– mal trago.

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Volver a empezar (Everything must go)
De Dan Rush
Con Will Ferrell y Rebecca Hall
(AVH)

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