We, women, have the power: Patti Smith en Buenos Aires

En su primera noche en el CCK, Patti Smith encandiló al público argentino con el mismo espíritu punk de antaño para recitar sus poesías/canciones y tocar temas como el aborto, Bob Dylan, María Elena Walsh y mucho más. Una noche mágica.

Los Inrockuptibles
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4 min readMar 1, 2018

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Por Lala Toutonian

Foto Fede Kaplun — Gentileza CCK

El poder, entendido como logro más que como autoridad, como concesión más que preponderancia, ese poder solo lo consigue la palabra. Si esa palabra tiene la cadencia de una poesía, la armonía de una canción y un puño en alto, esa palabra resulta verdaderamente auténtica y combativa.

Así lo hizo Patti Smith en su primera fecha en Buenos Aires. Sentada en la distensión de casi un living, dialogando con Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional, y flanqueada por su eterno colaborador Tony Shanahan y el artista Guillermo Kuitca –quien ofició de vj de lujo–. Habló, recitó, cantó, hizo uso y abuso de la palabra, la justa y suficiente, despojada de barroquismos. También desnudó sentimientos, se emocionó, se maravilló con la poesía argentina, enfundó el pañuelo verde que representa la lucha de las mujeres por el aborto legal y gratuito en nuestro país alrededor de su muñeca, y se despidió sincera: “Porque tengo hambre”. Y la ovación, pocas veces vista, fue unánime.

“La diferencia entre mi visita anterior a Buenos Aires y ésta son las nuevas preocupaciones que me han acercado artistas y periodistas: sus luchas feministas, las ambientalistas… Hay que dialogar con el gobierno, luchar, ¡todos luchamos contra nuestros gobiernos”

Cada una de sus expresiones fue una declaración de principios: desde los relatos de una infancia pobre donde –recordó– los libros eran sus únicos juguetes y quizás aquella niña no entendía bien los poemas de William Blake pero ahí estaba leyéndolos, hasta la promesa de recitar Canción de cuna para un gobernante de María Elena Walsh en el próximo encuentro de poesía contra el uso de armas en los Estados Unidos. Manguel le presentó a la Walsh, a Pizarnik, a Silvina Ocampo, a la poeta contemporánea Cecilia Romana. “Escribir es un acto de amor”, apuró la artista, “De muy joven, cuando hice Horses, me movía más el enojo. El enojo a las corporaciones, al gobierno, a las petroleras… Hoy las mujeres no tienen derecho sobre sus propios cuerpos”. Aquí la interrupción a aplauso abierto en la Sala Sinfónica del CCK y de pie no le permitió continuar.

Foto Néstor Barbitta — Gentileza CCK

“La diferencia entre mi visita anterior a Buenos Aires y ésta son las nuevas preocupaciones que me han acercado artistas y periodistas: sus luchas feministas, las ambientalistas… Hay que dialogar con el gobierno, luchar, ¡todos luchamos contra nuestros gobiernos”. Manguel sumó “Si los hombres quedaran embarazados, el aborto sería legal”. Celebró Patti la ocurrencia y destacó la unión de los géneros para una misma causa más allá de ideologías políticas y religiosas. “Tenemos que proteger a nuestras mujeres, a nuestras jóvenes, ¡a todos!”. Se le hacía muy difícil seguir, cada palabra, tan poderosas todas, era causa de ovación.

Siguieron hablando de Borges, sus tigres, el dorado de su ceguera. Recordó que cuando conoció a Tom Verlaine de Television lo vio tan guapo que en su afán de conquista no supo cómo actuar y simplemente él se deslumbró con los libros que ella cargaba, porque la literatura enamora. Pasaron sus poesías, sus canciones (“Wing” y “Beneath the Southern Cross”), otras de Neil Young, John Lennon y Bob Dylan (recordó su ya famoso fallido en la entrega del premio Nobel a su colega cuando se congeló olvidando parte de la canción y, avergonzada, enfrentó al día siguiente el desayuno en el comedor del hotel frente a todos esos genios que lo único que quisieron era una selfie con ella, y fue todo risas). También dedicó emotivas palabras para su querido Sam Shepard.

Foto Néstor Barbitta — Gentileza CCK

“De muy joven, cuando hice Horses, me movía más el enojo. El enojo a las corporaciones, al gobierno, a las petroleras… Hoy las mujeres no tienen derecho sobre sus propios cuerpos”. La interrupción a aplauso abierto en la Sala Sinfónica del CCK y de pie no le permitió continuar.

Ya llegando al final, Alberto Manguel destacó que un gran momento en su vida había sido cuando de joven le había vendido un cinturón a Mick Jagger en Carnaby Street que luego lo vio lucir en uno de los conciertos de los Rolling Stones, y esta charla tan íntima y relajada con Patti Smith. Y tradujo este sentimiento cuando comenzó a recoger del suelo del escenario todos los regalos que la gente le acercaba a la cantante. Pero ella se acercó a buscar uno: el pañuelo verde. La audiencia estalló en un grito de aprobación y unión hacia la causa, ya que los aplausos no eran suficientes. Eligió, emocionada, “Can’t Help Falling in Love”, popularizada por Elvis, para cerrar, y pidió que se la acompañara a cantarlo. Aquí es donde el dominio de la palabra no hace justicia al describir el momento. Único, supremo, intransferible.

Qué bien ha madurado el punk. Lo que comienza como molestia, inquietud, insatisfacción social, no se transforma en otra cosa más que justicia, poesía y revolución.

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