Wild Wild Country: el amor y la furia
El documental de Netflix va del thriller a la comedia arriba de la historia real del estridente desembarco de Osho en Oregon en 1981.
Por Maia Debowicz
Todos reconocen la tupida barba y el gesto cansino de Osho, pero solo unos pocos están al tanto de los sorprendentes hechos que sucedieron antes de que este famoso gurú, amante y acumulador de exclusivos Rolls Royce volviera a la India y abandonara su título de Baghwan. Cuando los hermanos Way viajaron a Oregon, Estados Unidos, para realizar la película The Battered Bastards of Baseball (2014), descubrieron entre los archivos de la televisión de Portland cientos de videos bajo la etiqueta “Bhagwan”. Como niños curiosos que quieren saberlo todo, se pusieron el sombrero de detective y sujetaron la pipa de burbujas para revelar un relato ochentoso, tan sombrío y escandaloso que Osho y su círculo trabajaron horas extras hasta volverlo polvo de estrellas. En 1981, el líder espiritual que promulgaba la idea del “hombre nuevo’” luciendo un reloj de un millón de dólares llegó en avión a Oregon para construir, en una finca de 25.000 hectáreas, una tierra prometida para 50 mil seguidores. Rajnishpuram fue el nombre elegido para la comunidad, que crecía día a día, alimentando la paranoia de los hacendados y lugareños que veían en la sociedad utópica que vestía de rojo una intrusión tan temida como la de los lagartos de V Invasión Extraterrestre.
Dividido en seis episodios, el documental original de Netflix nos pasea, como si de un museo pop se tratase, por la colección de secretos que durmieron en los depósitos de los noticieros locales y en la memoria emotiva de los propios protagonistas de esta leyenda que los hermanos Way –junto a los hermanos Duplass, bajo la piel de productores ejecutivos– ordenaron hasta devolverla a su lugar en la Historia. Con un tono que salta del thriller a la comedia, Wild Wild Country es, ante todo, una operística historia de amor entre Osho y su mano derecha, Sheela. Tan o más grande que la pasión shakespeariana de Rolando Rivas, taxista. Y es que la fuerza huracanada de este documental mutante, que crea remolinos de orgías tántricas y acusaciones de bioterrorismo, revolotea sobre la grieta de desilusiones que unen (y separan) a la dama de hierro con su maestro. El misterio a resolver ya no es quién es el verdadero villano de este culebrón espiritual, sino si hay vida después del desastre.
Wild Wild Country
Disponible en Netflix
