“You and I”, de Jeff Buckley

Los Inrockuptibles
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3 min readMay 11, 2016

El 26 de abril de 1991, en una iglesia de Brooklyn donde se organizaba un homenaje al difunto Tim Buckley, el mundo de la música neoyorkina descubría al hijo, Jeff, y a su canto de ángel burlón, juguetón, acróbata. Empezó a circular un sobrenombre: “The Buckley Kid”. Y el pibe rápidamente se instaló con su pocas pertenencias –una guitarra muy eléctrica, un carisma escandaloso, una voz de viejo sabio y un extraño catálogo de covers tocados a pedido del público– en un café de Manhattan, el Sin-é.

Cada noche, el público crecía. La fila de limusinas de los integrantes de la industria discográfica se alargaba. A comienzos de 1992, mientras el rock destrozado y romántico de Nirvana rompía todos los límites, los periodistas buscábamos desesperados su descendencia. En aquel entonces, a Jeff todavía lo describían en los círculos autorizados como “el hijo de Tim Buckley”. Pero por no por mucho tiempo: enseguida se empezaría a hablar de Tim como “el papá de Jeff Buckley”.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=_5a708EqfuE[/youtube]

Steve Berkowitz, el director artístico del sello Columbia, se adelantó a sus colegas de la industria y firmó con el prodigio, seguramente porque él mismo también era guitarrista de blues (un género que, en la era anterior a Internet, Jeff conocía desde chico y dominaba perfectamente, al igual que el folk, el rock de los setenta, el punk y la música sufí). Hasta ese momento, el joven Buckley no solo no había editado ningún disco sino que jamás había grabado nada fuera de California. Entonces Berkowitz le sugirió a su protegido invertir en un estudio neoyorkino, simplemente para ver qué pasaba, para que tocara y cantara relajado, sin ningún objetivo en particular. Y eso hicieron.

Como en el escenario del Sin-é, durante la grabación Jeff Buckley se apoya en las canciones de otros, tanto las que le quedan como anillo al dedo como las que le resultan un desafío. Aunque al principio suena un poco tímido, el intérprete rápidamente se apodera de las canciones, las anexa, las controla, las moldea según su propio capricho. Su guitarra está por delante del canto, como si él estuviera más cómodo expresándose solo con la ayuda de sus arpegios.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=eh-PMHmd00o[/youtube]

Por supuesto, todo esto no estaba destinado a ser comercializado: eran apenas ejercicios. Aparece entonces necesariamente cierto malestar cuando, veintitrés años después, escuchamos los primeros intercambios entre el hombre y su arte. Lo que más incomoda es su lucha hercúlea contra las dos únicas canciones que son suyas (“Grace” y “Dream of You and I”), a las que les quiere dar grandeza e insolencia, algo que todavía no lo logra. A la distancia, Berkowitz reflexiona: “Creo que Jeff no era realmente un cantautor: era un compositor. Necesitaba un tiempo increíble para poner las cosas en orden en su cabeza”. Los covers, por su parte, van de lo sublime (“I Know It’s Over” de The Smiths) a lo anecdótico (“Just Like a Woman” de Dylan), pasando por lo ridículo (el fracaso espectacular de “Everyday People” de Sly Stone).

Algunos meses más tarde, sepultadas las dudas y la timidez, Jeff editaría Grace (1994), su debut triunfal, tras haber tomado confianza con estos covers.

Es el único disco que grabó en su vida, y el único necesario. Su lista de grabaciones póstumas ya se empieza a parecer a la de Jimi Hendrix. Jeff Buckley murió ahogado de manera absurda en 1997. En 2016 cumpliría cincuenta años.

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Jeff Buckley

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You and I

(Sony)

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