Laura Llopis
los relatos de la maga
4 min readMay 31, 2018

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Epidemia

Recomendación musical: Glen Campbell — I’m Not Gonna Miss You

Ilustración de Tutti Confetti.

Mi madre siempre decía que no era fácil morir. Lo decía porque vio cómo agonizaba su madre durante semanas. Si pudiera ahora volvería a decirlo, si fuera capaz de hablar… pero olvidó cómo se hacía.

Le estrecho la mano casi en la oscuridad. Es mediodía pero las cortinas están echadas y la persiana a medio subir. En la habitación parece un día de invierno, aunque en la calle hace sol y si escucho atenta puedo oír a unos niños jugando.

La oscuridad del interior contrasta con el blanco de las sábanas y de la bata del doctor que acaba de salir. Cuando nos quedamos solas, noto que me asfixio de nuevo. Silencio, solo roto por los estertores rítmicos, cansinos, que ya duran demasiado, para ella, para mí. De nuevo el perderse en pensamientos y recuerdos. Sí, yo puedo hacerlo, perderme en los recuerdos.

Mientras espero a su muerte solo puedo dejarme llevar por pensamientos, muchos de ellos absurdos. La tele está encendida, pero en silencio. Las imágenes del informativo se mezclan con las de mi cabeza. Pienso cosas absurdas. Por ejemplo, Aloysius Alzheimer murió a los 51 años de un ataque al corazón, ¿no resulta estúpido? Fue la primera persona que anotó en un libreta unos síntomas que hoy padecen 47 millones de personas en el mundo. Eso es toda la población de España. Recuerdo haber leído un informe titulado “epidemia mundial de demencia” porque se espera que el número de afectados se duplique cada veinte años.

Si mi madre pudiera oír tendría miedo. Miedo al ruido que sale de ella, de su cuerpo. Pensaría que se muere, pensaría que quiere morirse ya, pensaría en quién es la chica que le mira. Yo.

De vez en cuando nuestros ojos se encuentran, nos miramos sin vernos, porque ella ya no ve, calladas. No hay nada que hablar, no se puede hablar nada ya. La mirada gris de mi madre se perdió hace mucho tiempo, aunque por un instante me parece que me mira, que me ve.

Vuelvo de reojo al informativo. Deben de estar hablando de las próximas elecciones. Yo pienso en mis cosas, en las cosas que ocupan todo mi tiempo. El Alzheimer es una enfermedad cerebral progresiva en la que los depósitos de proteínas anormales se acumulan en el cerebro, causando muerte de las neuronas. Sigo pensando en datos. Tengo memoria fotográfica. Si veo un dato ya no lo puedo olvidar. He visto muchos sobre el Alzheimer. España, por ejemplo. Es el tercer país del mundo con mayor prevalencia de la demencia, el 6,3% de los españoles de más de 60 años. Solo nos supera Francia con el 6,5% e Italia con el 6,4%, por muy poco en ambos casos. Toma récord, como nos gusta a nosotros, ser de los primeros en todo.

Si mi madre pudiera reconocerme me miraría extrañada. ¿Por qué lloras niña?

Le he preguntado al médico por la eutanasia. Me ha dirigido una mirada de loco, como si le hubiera propuesto ahogarla con una almohada. ¡Será cretino! Vuelvo a los datos para intentar calmarme. Me relajan, son claros, fáciles, sin emoción. El coste anual medio por paciente con Alzheimer es de 24.184 euros, de los cuales el 71% recae en las familias. A esto tengo que sumarle la terapia que llevo haciendo dos años. Mejor no lo sumo. El informativo sigue, ahora con la cotización de la bolsa.

El teléfono. Es Marcos. Sí, sigo aquí. No, ya no puedo más. Sí, necesito que vengas. Cuelgo. Me parece que la respiración es más lenta. ¿Soy mala persona por querer que se muera? Repaso la información de la Fundación, quiero hacerlo bien.

“Una vez recibida la comunicación del fallecimiento del donante, se coordina inmediatamente el traslado del cuerpo por parte de la empresa funeraria a las instalaciones del BT-CIEN para la realización de una autopsia neuropatológica rápida. El objetivo principal de este proceso es que el intervalo post mortem (desde el fallecimiento hasta la conservación del tejido) sea lo más corto posible. Inmediatamente tras la extracción del cerebro, el tejido se divide en dos mitades iguales mediante un corte medio sagital. La mitad derecha se congela y se archiva a largo plazo a -80ºC, mientras que la mitad izquierda se fija en formaldehido para su posterior estudio neuropatológico”.

No puedo seguir leyendo. Lo leí muchas veces antes de firmarlo. Yo no quiero hacerlo, pero ella no me lo perdonaría. Siempre ayudó a todo el mundo. Quiere hacerlo hasta el final, hasta después del final. Ella es así.

Mi madre odiaba que llorara. La hacía sentirse mal, quizá culpable. Si pudiera me pediría perdón por morirse.

¿De qué vas a morir mamá? Un estudio que examinó los informes de autopsias de personas con demencia descubrió que las principales causas de muerte fueron neumonía, enfermedades cardiovasculares, embolia pulmonar, caquexia y deshidratación.

El médico entra de nuevo. Ya no puedo más, le digo, tiene que acabar con esto. No es digno, no es humano… Pero no estamos en un hospital, esto solo es una residencia. No va a hacer nada. Solo esperar.

Marcos ha venido hace unas horas. Quería mandarme a casa. ¿Y si muere y no estoy aquí? Nos hemos quedado abrazados mucho tiempo, tanto que cuando el sonido ha cesado, no sabíamos si seguía siendo domingo o ya era lunes. Hoy ha muerto, murió hace mucho tiempo. Si hubiera podido escucharme, esto habría acabado antes. Le hubiera dicho ya está mamá, ya puedes irte. Lo haré todo bien. Y algún día escribirán que tu cerebro ayudó a curar el Alzheimer.

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