El Espíritu que da Vida

Rodolfo Peña
Lumbrera
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5 min readMay 10, 2020

Quizá alguna vez alguno de ustedes haya ido a un cementerio. Yo solo he ido una vez y en esa ocasión pasaron dos cosas: 1) fue la primera vez que vi llorar a mi papá (porque era el funeral de mi abuelo), y 2) entendí, gracias a eso, que la muerte es dolorosa.

Y la muerte es dolorosa porque extrañamos a los que se van, pues hubiéramos querido tener más tiempo con ellos, hubiéramos querido hacer más por ellos, quizá queríamos decirles algo que no le dijimos, etc.

Y no sé si ustedes lo sientan así, pero cada vez que paso por un cementerio, pienso que es infructuoso visitar una tumba y hablar con las personas que fueron sepultadas ahí, porque (teniendo en cuenta lo que enseña la Biblia) estoy convencido de que ellos no están ahí, yo creo que esa tumba no tiene a alguien. Bueno, por lo menos eso pienso yo.

Saben, podemos pensar, basado en esto, que sobre la muerte no hay nada que hacer, que la persona que está muerta ya no está y listo. Pero, ¿alguno de nosotros ha pensado quizá por un momento que tiene el poder de hacer levantar a alguien de una tumba, y que puede hacer volver a respirar a una persona que ha fallecido?

Quizá la mayoría de los que leerán esta publicación, contestarán con un NO a esa pregunta. Sin embargo, en esta ocasión les compartiré un pasaje muy impresionante relatado en el libro de Ezequiel (capítulo 37):

“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.”

Notamos que ante la pregunta que Dios le hace a Ezequiel, sobre si él cree que los huesos que estaba viendo podrían vivir, el profeta (Ezequiel) da una respuesta correcta: Señor, ¡tú lo sabes!. En otras palabras, el profeta lo que trata de decir es algo como esto: Si Dios dice que van a vivir, ¡vivirán!

“Me dijo entonces: profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová

Después de la respuesta de Ezequiel, el señor le ordena entonces que les hable a los huesos, pero no que le hable cualquier cosa, Dios le dice que le hable La Palabra de Jehová. Y vemos que Ezequiel cumple con su encargo:

“Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.”

Para que esos muertos vivieran, Dios tenía que impartir en ellos espíritu. ¡Y esto lo hace para dar testimonio de sí Mismo, de su grandeza y de su poder!

Entonces Ezequiel le dice al Señor: ¿Dios mío, tú crees que yo no tengo más nada que hacer?, me estás poniendo una misión imposible. Señor, ¿estás loco? ¿me estás tomando del pelo?, ¿dónde está la cámara, Señor?Definitivamente, la Biblia no registra esto. Ezequiel hizo lo que el Señor le dijo que hiciera, que profetizara, y esto fue lo que pasó:

“Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu

Empezó a ocurrir algo digno de una película de ciencia ficción (al mejor estilo de “the walking dead”) o algo así. Empiezan los huesos a juntarse, con sus tendones, se llenaron de carne y se cubrieron de piel; pero les faltaba algo, no había espíritu en ellos.

“Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”

Después de haber leído este pasaje he llegado a la conclusión de que podemos respirar, pero estamos muertos, podemos caminar, hablar, hacer las cosas que todo el mundo hace, pero estamos muertos; ¡si el Espíritu de Dios no está en nosotros, estamos muertos!

“…Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo… , haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos…” (Efesios 2)

Si alguno se identifica con la expresión “siguiendo la corriente de este mundo, haciendo la voluntad de la carne de los pensamientos”, es muy probable que aún esté muerto. Puede que incluso te congregues en una iglesia, que parezcas cristiano, ¡pero estás muerto!

Pero Jesús nos presenta una solución a este asunto de la muerte: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Juan 5: 24–27)

Yo no sé cuál sea tu estado actualmente, si haces parte de los vivos o de los muertos. Lo que sí puedo asegurar, es que si estás leyendo esto es porque Dios mismo te está haciendo un llamado de la muerte a la vida; y no es por tu hermoso parecer, no es porque tengas algo especial, es porque Dios lo ha querido, porque en su infinito amor ha querido resucitarte. Si estás leyendo esto y aún no le has entregado tu vida a Dios, hoy es el día indicado (viene la hora y ahora es).

Si eres un creyente en el evangelio de Jesucristo, eres de los vivos y tienes la responsabilidad (así como Ezequiel) de ir a hablarle a los muertos la Palabra del Señor, y no me estoy refiriendo a que vayas al cementerio; debes hablarle (la Palabra de Dios) a tu familia, a tus amigos, a tus compañeros de trabajo, a los que no conoces, pues si nos quedamos callados, esos a quienes amamos no podrán vivir. Si el Señor dio vida a todo un ejército de muertos, puede darle vida a cualquiera; debemos creer en su Poder y debemos orar por su misericordia.

“Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.”

Esta historia parece increíble, ¿es posible que esto pase?, pues yo creo que para Dios nada es imposible.

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Rodolfo Peña
Lumbrera

Sigo a Jesús • Miembro de IBDC • Consultor en PM&A • Colaborador en Lumbrera • Casado con Yoha • Papá de Vale • Tío de Liam