El problema del MIEDO

Rodolfo Peña
Lumbrera
Published in
5 min readJun 5, 2020
Photo by Tim Trad on Unsplash

Después del diluvio, solo hubo en la tierra una familia. La familia de Noé. De la familia de Noé, se volvió a poblar la tierra nuevamente. De los descendientes de Noé Dios escogió a un hombre, Abraham, para formar una nación, su pueblo, la nación que iba a ser el modelo para el mundo. Abraham tuvo a Isaac. Isaac tuvo a Jacob y Esaú. Jacob fue renombrado como Israel. Israel tuvo varios hijos, los cuales, por cuestiones de la vida y de Dios fueron a parar a Egipto.

En Egipto el pueblo de Israel fue esclavizado por el miedo de Faraón ante el número creciente de los Israelitas, y Dios, al verlos esclavizados, los sacó de Egipto, haciendo maravillas (plagas, abrió el Mar Rojo, los alimentó con maná del cielo y codornices, una columna de nube los acompañaba en el día y por la noche una columna de fuego, agua brotó de una roca, entre muchas más) y los llevó por el desierto. Pero Dios no los sacó de Egipto para que vivieran en el desierto. Dios les había prometido un lugar, un lugar al que se le llamó “La Tierra Prometida”.

Cuando este pueblo estuvo en Egipto tenían comida, tenían casas, tenían cosas, “vivían bien”, pero eran esclavos. Sin embargo, el propósito de Dios para su pueblo no era la esclavitud; pero ¿por qué entonces Dios permitió que fueran esclavizados?

La Biblia registra que Dios permitió la esclavitud de su pueblo para hacerlos famosos en toda la tierra y para que su gran poder fuera reconocido en toda la tierra; pero además para que su pueblo supiera lo que significaba ser salvados por Dios. DIOS es un crack.

Estando en el desierto, Dios le da a su nación todas las instrucciones que necesitan (le dio una constitución, le dejó su Ley). Y necesitan esta Ley porque ellos estaban acostumbrados a vivir como los egipcios.

Dios había sacado a Israel de Egipto, ahora Dios tenía que sacar a Egipto del corazón de Israel.

El siguiente paso era ubicar a este pueblo en su lugar, “la tierra prometida”. Y después de dos años en el desierto Dios habló a Moisés, diciendo: envía hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.

“Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Números 13).

Al escuchar esto, el pueblo se empezó a quejar y lloraban, decían que preferían morir ahí, otros decían vámonos para Egipto otra vez, allá estábamos mejor.

Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Dios se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Dios, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Dios; no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. (Números 14)

De seiscientas mil personas adultas, solo dos personas estaban decididas a ir a la Tierra Prometida, por lo que no entraron en esa tierra en ese momento. Sin embargo, la historia registra que el pueblo entró en la Tierra prometida 38 años después (Deuteronomia 2:14). Y en esta ocasión ninguno de los que en su momento se opusieron a tomar la tierra entró en ella. Ingresaron sus hijos (la siguiente generación) y Caleb, comandados por Josué. Y no entró ninguno de esa generación, entraron sus hijos.

Al leer esta historia, y como culminó, es fácil concluir que el pueblo pudo haber ingresado a la tierra prometida en la primera oportunidad, y no hubieran tenido que pasar 38 años más en el desierto. Esos 38 años adicionales en el desierto fue el resultado del Miedo, este pueblo no tuvo la capacidad de confiar en la gran promesa que Dios le había asegurado.

Este pueblo tenía suficientes razones para confiar en Dios, pero también tenían motivos para temer lo que le iba a pasar si entraban en aquella tierra. Pero Dios le había dicho que les iba a dar esa tierra. Así que podríamos decir que a pesar que tenían miedo, su principal obstáculo fue su incredulidad.

Ellos se sentían más seguros en el desierto (con todas las dificultades que aquello implicaba) que enfrentándose a los gigantes que estaban en Canaán.

Pero debemos saber que nuestro lugar más seguro es aquel al que Dios nos dice que vayamos, así parezca arriesgado y peligroso. Así nos toque sudar, donde Dios nos manda a estar, vamos a estar con Él y si estamos con Él, estamos seguros y si estamos seguros, no debemos tener miedo.

--

--

Rodolfo Peña
Lumbrera

Sigo a Jesús • Miembro de IBDC • Consultor en PM&A • Colaborador en Lumbrera • Casado con Yoha • Papá de Vale • Tío de Liam