¿La belleza es importante para Dios?

Yohana Molina
Lumbrera
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5 min readJan 15, 2021

A lo largo de mi vida había hecho de la belleza mi dios, vivía para él, muriendo a diario a una buena alimentación por las pretensiones de tener cintura de 50cms, estaba encadenada a las tarjetas de crédito porque mi cabello, uñas y ropa se llevaban alrededor del 70% del presupuesto del mes y, no menos importante, mi corazón se fue cerrando a un afecto puro de amistad y amor, pues mis amigas eran escogidas por conveniencia.

Este dios era mudo pero muy pesado, me sometí voluntariamente a cumplir sus demandas creyendo que sus reglas a mi vida traerían plenitud y libertad. Pero cada vez que avanzaba hacia el estándar de belleza que en mi mente había definido, más lejos estaba la meta. Cada día el mercado trae nuevas tendencias, además la competencia era muy reñida (adolescentes queriendo ser adultas y señoras queriendo ser jóvenes, y mis contemporáneas fingían ser brutas para ser mas competitivas).

Sufrí por mucho tiempo creyendo que algún hombre tendría los poderes necesarios para salvarme de mi inconformismo, bipolaridad y problemas financieros. Honestamente no sufría en el amor por amor, sino porque cada vez que mi superhéroe del momento se marchaba volvía a cargar el peso del dios “belleza perfecta”.

Hoy, gracias al poder del evangelio, mi perspectiva ha cambiado. Ya no me aferro a dioses, ni a superhéroes de carne y hueso, ni creo en las fábulas creadas por la sociedad, ya no. Sigo creyendo que la belleza es para admirar y cultivar, pero ya no la enmarco en lo visible, en lo que yo puedo hacer, sino que ahora lo veo a través de los ojos de mi Creador.

La belleza es un regalo de Dios, fue diseñada por Él y es perfecta en Él y esta verdad se hace visible a nuestros ojos, pues La creación, La naturaleza, La humanidad, han sido pensadas con el corazón de un Dios hermoso. Y él nos ama, y siempre lo ha expresado. Nos ha dejado escrito muchos pasajes en la biblia y leerlos sería una excelente motivación para escudriñar toda tu Biblia. En esta oportunidad te invito a verte a través del Salmo 139, 14:

“…porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien por eso te alabo, por eso te doy gracias.”

Realmente esto lo sabemos, pero lo olvidamos, porque estamos buscando nuestra identidad en el lugar equivocado: en la televisión, series, películas, música, revistas, libros, y anuncios. Estos medios nos dibujan un escenario en donde todo es perfecto, en donde vivir de apariencias nos hará aceptables y completos. La sociedad pinta una puerta con un letrero grande que dice “sé lo que quieras ser… cultiva tu belleza física…, tu belleza define tu felicidad...”. Pero la Biblia revela lo que dice el Creador al respecto: “Para Dios lo natural en cuanto a la belleza física y la belleza interior son importantes, pues él las creó, pero una es de mayor duración que la otra”.

Esto no es nuevo, pero lo olvidamos porque llenamos el vacío de nuestros corazones con cosas desechables y frágiles. Intentamos todo para sentirnos amados, aceptados, plenos y no logramos nada, porque nada material llena la falta del Espíritu de Dios en nosotros.

Es normal crecer siendo esclavos de la vanidad, pues las personas poco atractivas son rechazadas públicamente, mientras que las atractivas reciben halagos y atención. Por esto comenzamos a consumir de manera deliberada las marcas y las tendencias en la ropa, zapatos, maquillaje, accesorios, lentes de contactos, pestañas, silicona, tinte, extensiones y corte de cabello, entre otros para obtener reconocimiento haciéndonos un nombre. Si alguna vez has leído Génesis 3 te darás cuenta que esta mentira proviene no de Dios sino del engañador, el príncipe de este mundo, Génesis 3, 6:

“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió.”

Eva valoró la apariencia física sobre las cualidades menos visibles, tales como la confianza en Dios y la obediencia a la Palabra dada por Dios. Si ves al detalle este versículo notarás que el problema no fue la hermosura de la fruta porque Dios la había hecho de esa manera. Tampoco había problema en que disfrutara y apreciara la hermosura de la creación de Dios. Realmente el pecado fue que Eva se obsesionó por la apariencia externa. Desde ahí, ella y su esposo se vieron a sí mismos y a sus cuerpos físicos a través de ojos diferentes. Ellos se avergonzaron de su cuerpo porque estaban desnudos pero esos cuerpos al igual que el fruto fueron formados “maravillosamente” por un Creador amoroso.

Por eso, cuando nos obsesionamos en llenar el vacío de nuestro corazón con la belleza externa por encima de la belleza interna, la vida se torna pesada, poco atractiva y andamos avergonzados, apenados e imperfectos.

La belleza física es una meta inalcanzable, por eso: darle más valor a la belleza física como las redes sociales lo aplaude, nos lleva a esclavitud e infelicidad.

Nunca nos veremos como la televisión y el cine dice que debemos vernos, y lo sabemos. Sin embargo, lo olvidamos porque la sociedad nos juzga y nos valora por las apariencias, haciendo un terrible daño en nuestras emociones haciéndonos sentir inconformes con la imagen que vemos en el espejo. Hombre y mujeres hermosos infelices porque no han buscado a Dios, no han conocido ni experimentado su amor, él es el único que puede satisfacer nuestra alma a través de una nueva vida.

Sólo la verdad del evangelio puede vencer las mentiras que hemos creído. La Palabra de Dios nos libera del engaño. Por ejemplo: La belleza interior no se pierde con la edad, esta mejora con los años, conocer a Dios y vivir para amarle es la mejor inversión, porque lo que hace esto en nuestro corazón no marchita.

La Palabra de Dios en ningún lugar condena la belleza física, pero darle excesiva atención y tiempo nos enorgullece y nos aparta de Dios y nos roba las fuerzas para cuidar los asuntos del corazón.

Dios hizo todo bueno. Acepta Su regalo. No tengas temor de verte como Dios te hizo. Recuerda el Salmo “Eres una maravillosa obra de Dios”.

  • Vístete y condúcete de una manera que refleje la belleza que Dios puso en ti.
  • No dejes que el mundo te presione a adoptar su molde. No pienses, vistas, o actúes como el mundo;
  • Interna y externamente, deja que los demás vean la diferencia que Dios hace en tu vida.
  • Permítete estar satisfecho y vive agradecido con Dios. Cultivando puntos de vistas sanos y equilibrados de ti mismo respetando la belleza que Dios ha puesto en las manos de los demás.

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Yohana Molina
Lumbrera
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Hija de Dios, discípula de Cristo, esposa, madre, hija, hermana, tía, muchos títulos que no tienen precio. Para todo lo demás hay que estudiar