Nacer es el propósito

Rodolfo Peña
Lumbrera
Published in
5 min readJun 9, 2020

En su vientre hay un pequeño embrión. Este embrión ha crecido y le ha dado forma a un feto. Este feto está creciendo y sigue su formación como un pequeño bebé hasta que cumple un tiempo determinado y se queda en la barriga para siempre. Definitivamente no. Sabemos que el propósito del embarazo es que el bebé nazca.

A pesar de que sabemos esto, yo estoy seguro que ese bebé está cómodo en su barriga. Recibe la comida sin problema, no tiene que hacer muchos esfuerzos, alguien más está haciendo todo para él. Si al bebé lo pusieran a escoger entre quedarse en la barriga y nacer, no es muy difícil pensar que el bebé preferiría quedarse en la barriga, a pesar de que ese no sea su propósito.

Sabemos que, si el bebé no nace va tener problemas, podría incluso morir. Él tiene que salir de la barriga y ser un bebé, y después tiene que crecer y ser un hombre, pues no va a quedarse como un bebé para siempre, ese no es su propósito. Si eso no pasa, cualquiera de nosotros notará que algo anda mal.

He tomado el hermoso proceso del nacimiento de un bebé para que pensemos en que quizá algunos de nosotros somos como un bebé que no ha salido de la barriga. Somos un bebé que no ha nacido, y que por lo tanto tiene un problema serio (inclusive un problema de vida o muerte). Quizá algunos de nosotros hemos querido permanecer dentro de la barriga, porque nos da miedo salir de ahí, porque estamos cómodos, porque nos sentimos seguros, porque no nos atrevemos a dar un paso hacia nuestro verdadero propósito.

Voy a explicar mejor mi punto. Cada uno de los que estamos aquí, hemos sido creados con un propósito, y ese propósito lo encontramos al principio de la Biblia: “Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Génesis 1: 26–27)

¡Dios nos creó a su imagen!, pero esa imagen ha sido distorsionada desde el principio porque la humanidad entera ha desobedecido a Dios, el pecado se ha incrustado en nosotros de tal manera que la imagen de Dios, en nosotros, se echó a perder. Pero eso no significa que el propósito de Dios haya cambiado.

Cuando Jesús vino a la tierra, vino para mostrarnos como se ve un hombre que tiene la imagen de Dios, el molde original, el vino a mostrar cuál era el propósito de Dios, y además vino a hacer posible que obtuviéramos esa imagen de Dios en nosotros. El (Jesús) permitió que se empezara de nuevo, desde cero. El padre envió a su hijo (Jesús) para enseñarnos qué es un verdadero hombre (una nueva clase de hombre), y lo sacrificó para que pudiéramos empezar de cero (con nuestros pecados todos perdonados).

De ahí en adelante, Dios hizo posible que cada uno de nosotros seamos como su Hijo, tengamos ese diseño en nosotros (Mateo 5:48; 2 Corintios 3:18; Efesios 4:10). Y la herramienta que usa Dios para hacernos como a su Hijo, es Su Palabra (2 Timoteo 3: 16–17). Y Dios no hace las cosas a medias, Dios todo lo hace bien.

Sin embargo, a diferencia del bebé en la barriga, que no puede elegir entre nacer o no nacer, a pesar de su miedo, a nosotros Dios nos ha puesto a elegir si caminamos hacia nuestro propósito o si nos quedamos donde estamos. Y tristemente desde el principio, hemos elegido mal, no lo hemos escogido a Él. Y no lo hemos elegido a Él por miedo. Miedo a ser verdaderos hombres, miedo a ser como Cristo.

¿Será acaso que ser como Cristo es algo malo? ¿Será que reflejar la imagen de Dios es algo denigrante? Entonces, ¿por qué nos da miedo recibir su vida en nosotros?, ¿por qué nos da medio seguirlo?

Porque, así como el bebé en la barriga, nosotros estamos cómodos como estamos, pero si seguimos en la barriga (en nuestra comodidad), van a pasar dos cosas:

  • Vamos a estar muertos eternamente.
  • Nos vamos a perder de lo que significa VIVIR verdaderamente. Nos vamos a perder de la delicia que es disfrutar de la vida de Dios.

Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16: 24–26).

Estamos tan aferrados a nosotros mismos, que se nos está escapando la vida, nos estamos desgastando viviendo de una manera absurda, lejos de nuestro propósito. Dios nos ha creado para vivir con Él, por eso cuando estamos fuera de Él, no encontramos la satisfacción completa en nada de lo que tenemos o hacemos.

Si decidiéramos liberarnos del “nosotros mismos” y dejar que Dios modele lo que debemos ser, encontraremos una vida real, una vida verdadera, una vida en abundancia, seremos completos y seremos perfeccionados.

Cada vez que rechazamos la oportunidad de seguir a Cristo por miedo, estamos desperdiciando el tiempo y estamos desperdiciando nuestra libertad.

Dios te está invitando en esta oportunidad a matar tu YO, Dios te está llamando a vivir de verdad, a ser como un hombre y una mujer debe ser. Dios te está dando la oportunidad de ser transformado (Filipenes 1:6). No hay razón para tener miedo. Se ve difícil, peligroso, arriesgado, saldrás de tu zona de comodidad (confort), pero es lo mejor que te puede pasar.

Algunos de los que leen esta publicación seguramente ya se han arriesgado a vivir esa vida, y en el camino han tenido muchas dificultades. Algunos han querido devolverse, como Israel cuando salió de Egipto. Otros quizá se verán como langostas en comparación con los gigantes, por los desafíos que esta nueva vida les presenta. En todo esto, lo único que puedo decir que es necesitamos confiar en el Señor, pues Él no hace nada a medias, cuando El inicia una obra, y el la perfecciona hasta el día de Jesucristo. Y es por esto que debemos arriesgarnos, desacomodarnos, ver en cada dificultad un reto para mejorar, entregarnos a lo que Él nos ha mandado a hacer. Necesitamos llenarnos de FE, para que el MIEDO ceda ante el gran poder y el gran amor de DIOS. No podemos retroceder, porque Él nos garantiza la victoria. Solo tenemos que seguir dando la pelea, así podremos ver la tierra prometida, la que nos espera con El en la eternidad.

“Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado,ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.” (Isaías 64:4)

--

--

Rodolfo Peña
Lumbrera

Sigo a Jesús • Miembro de IBDC • Consultor en PM&A • Colaborador en Lumbrera • Casado con Yoha • Papá de Vale • Tío de Liam