Perdida estaba y Él me halló

Yohana Molina
Lumbrera
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5 min readOct 1, 2021
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Después de haber leído “El conocimiento del Dios Santo” de J.I. Packer y el primer volumen de los “Atributos de Dios” de A.W. Tozer”, me había dispuesto a preparar un resumen del libro de Paker para una actividad académica que debía entregar. Había escogido este libro, porque me asombró una frase en el capítulo 4 que decía: “en las Sagradas Escrituras, podemos formar una noción correcta de Dios; sin ellas jamás podremos” y luego como desarrollaba la importancia de la obra del Espíritu Santo en el capítulo 6 en donde el autor afirma: “de no haber sido por la obra del Espíritu Santo no hubiese habido ni evangelio, ni fe, ni iglesia, ni cristianismo en el mundo”. Estas y muchas otras frases del libro me daban la confianza para sentirme preparada para hacer una reseña llena de conceptos, como si sólo el cumplimiento de este compromiso fuera lo más importante al leer estos libros.

Todo cambió cuando en abril de este año, nos informaron que mi esposo, mi hija de seis años y yo teníamos COVID. Para entonces iba por el capítulo 4 — La Omnipotencia de Dios — del segundo volumen de Los Atributos De Dios de A.W. Tozer. Todo lo que había leído antes se me había olvidado; Dios en su soberanía me había permitido conocerle en las Escrituras, en la lectura reciente de estos libros y al momento de recibir esta noticia, con el paso de los días mi fe y mi confianza en el conocimiento de Dios se fue reduciendo. Pero el perfecto Dios al que pertenezco, en su providencia, había determinado que estudiara sus atributos incomunicables (omnipotencia, inmutabilidad, omnisciencia, sabiduría, soberanía, fidelidad y amor) justo para esos días de angustia, de tal forma que pudiera encontrar descanso en éllos.

El libro “Los Atributos de Dios” — Volumen II nos presenta herramientas bíblicas para confiar en Dios. La introducción inicia con el salmo 9:10: “Y en ti confiarán los que conocen tu nombre; por cuanto tú, oh Jehová, no desampararás a los que te buscan”. Un verso tan necesario en mi momento de angustia.

Dios está detrás de todo lo creado, de toda vida, de toda ley, de todo tiempo y espacio.

Desde esta idea el autor centra la atención en que necesitamos conocer el Dios de la biblia, pues “el hombre cayó cuando perdió su concepto correcto de Dios” y no se ha acercado a Dios por lo mismo, porque no lo conoce. Y todo esto porque el hombre ha perdido su confianza en Dios y la única forma de restaurar la confianza en Él es restaurando el conocimiento de Dios, cambiando la mentira por la verdad de Su Palabra. Es necesario y urgente, dice Tozer, “si no conocemos qué clase de Dios es Dios, no podemos tener fe”. Por lo tanto, se hace necesario un verdadero conocimiento del Dios Altísimo para tener una fe real.

Además de esforzarse por llevarnos a recuperar la fe y confianza en Dios a través de lo que Él ha dicho de sí mismo en Su Palabra y retratado en todo lo creado, el autor nos muestra que, como iglesia, hemos perdido la adoración porque estamos alejados de Dios; hemos perdido el asombro, la maravilla, el temor, el deleite porque caminamos de espaldas a Dios. No se nota en un mundo lleno de iglesias, libros, conferencistas y entretenimiento cristiano, pero Dios si lo ve y sigue demandando verdaderos adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad. Tozer no nos deja sin esperanza, de hecho nos insta a volver a conocer a Dios, a volver a sentirlo, a conocerlo, a oírlo y como decimos en mi iglesia local “a cantarle y a cantarlo”.

Dios a través de la lectura de Su Palabra en la biblia, también de este libro y las circunstancias por la que me encontraba me reta a acercarme confiadamente a Su trono de gracia en humildad, reconociendo mi profunda y devastadora ignorancia. Debo reconocer que no sé o que sé menos de lo que creo saber sobre Dios y sus atributos. Debo reconocer que mi esperanza, protección, mi eterno hogar ha sido, es y será Dios, y encontraré el camino sólo a través de Jesucristo. Necesito conocer a Dios, porque solo así reconoceré que mi eternidad está en Cristo, no en las circunstancias que golpean mi cuerpo, o las emociones que llegan a mi corazón como dardos de fuego. Dios es eterno y sus promesas son eternas, Él no cambia, por lo que puedo esperar con calma y tranquilidad el tiempo que vendrá.

Durante estos meses de temor, dolores en el cuerpo y en la mente, producto de las malas noticias que a diario leo por distintos medios, me he visto perdida como la oveja de la parábola y he podido ver al Pastor de mi vida buscándome y llevándome a los delicados pastos verdes, susurrando a mi corazón “nada te faltará, porque yo te sostengo”. El Dios que sostiene el universo, es el mismo que me sostiene cuando ninguna otra cosa puede hacerlo. Cito esta frase del autor: “No hay una situación de la cual Dios no pueda hacerse cargo. Nada es demasiado difícil para Jesús, y ningún hombre puede obrar como Él”.

Al leer sobre los atributos de Dios, estorba mi perfeccionismo, y el querer controlar todo, mi orgullo, mi temor. Es un regalo poder verlos arrojados a lo profundo del mar, si me atrevo a creer en el único Dios. Cristo cargó todo esto en la cruz por mí, mis dolencias del alma e inseguridades se minimizaron al ver el GRAN YO SOY rescatándome del pozo de la desesperación por la falta de esperanza que produce vivir en este mundo caído. Bendito es el Señor Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Conocer al protagonista de las Escrituras y entregarle mi vida es todo lo que necesito.

Quiero compartir una oración que escribí al leer uno de los capítulos de este libro:

Confío en ti mi Señor, reconozco que soy débil pero tú estás ahí.
Gracias Señor porque puedo llamarte Padre.
Gracias por poner en orden mis pensamientos y darme el don de la fe.
Gracias por mis debilidades porque puedo verte obrar para el bien de mi alma.

Reseña

LOS ATRIBUTOS DE DIOS VOLUMEN 2
A.W. Tozer

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Yohana Molina
Lumbrera
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Hija de Dios, discípula de Cristo, esposa, madre, hija, hermana, tía, muchos títulos que no tienen precio. Para todo lo demás hay que estudiar