¿Sigues Mirando Atrás?

Rodolfo Peña
Lumbrera
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4 min readJul 12, 2021
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Génesis 19:23–26

“El sol había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. Entonces el SEÑOR hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra, de parte del SEÑOR desde los cielos . Él destruyó aquellas ciudades y todo el valle y todos los habitantes de las ciudades y todo lo que crecía en la tierra. Pero la mujer de Lot, que iba tras él, miró hacia atrás y se convirtió en una columna de sal.”

Dios los estaba sacando a Lot y su familia de Sodoma y Gomorra. Un lugar donde las personas vivían sumergidas en toda clase de inmoralidad, desde el más joven hasta el más viejo. El lugar que estaban dejando atrás no tenía nada bueno. Sin embargo, ellos estaban dejando atrás sus pertenencias personales, su trabajo, sus amistades y sus comodidades.

Pero Dios les estaba haciendo un ofrecimiento que valía más que todo lo que dejaban atrás. Dios les estaba ofreciendo salvación, y por ende una nueva vida.

Dios mismo los estaba salvando de su juicio

Lo que tenían delante de ellos era evidentemente mucho mejor que aquello que estaban dejando atrás.

Ahora, consideremos este texto que hace parte del tiempo en el que Jesús desarrolló su ministerio público:

Lucas 9:59–62

“A otro le dijo: «Ven tras Mí ». Pero él contestó: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». «Deja que los muertos entierren a sus muertos», le respondió Jesús; «pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios ».
También otro dijo: «Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa ». Pero Jesús le dijo: «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios».”

En aquel tiempo, cuando un maestro como Jesús escogía a un discípulo, éste debía seguirlo literalmente. Dejaba todo (trabajo, familia, posesiones, etc.) y seguía a su maestro a donde fuera, y en adelante viviría con él para ser enseñado en todo.

Podemos ver que Jesús usa la expresión «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios». Y sin entrar en mayores detalles, esta analogía hace referencia a algo así como conducir un vehículo mirando hacia atrás. Eso funciona solamente en las películas de Rápido y Furioso, pero en la vida real sería imposible mantenernos dentro del camino si manejamos mirando hacia atrás. Por lo tanto, el mensaje que Jesús nos está dejando aquí es que, si has decidido seguirlo, no puedes mirar atrás, porque finalmente hacerlo no te sirve de nada, de hecho te descalifica, no te hace apto (que sirve para, o que tiene lo que se requiere) para el reino de Dios.

Es que, ante semejante ofrecimiento, es lógico que Jesús considere que alguien que valore más lo que deja que lo que recibirá de él no es apto para recibirlo. Pues lo que Dios nos está poniendo en frente tiene un valor incalculable, infinitamente mayor que cualquier cosa que nuestros ojos puedan ver en este mundo y en todo el universo.

Cuando Jesús vino al mundo, el Reino de los Cielos se acercó, y desde entonces y hasta ahora Jesús hace una invitación personal a cada uno de nosotros para que entremos en ese Reino. La entrada a Su Reino es gratuita; no importa tu color de piel, tu apellido, tu estrato social, tu nacionalidad, no importa de hecho la forma en que llevas tu vida. Nada de esto te descalifica para entrar al Reino, solo hay una razón por la cual no podrías entrar:

Mirar hacia atrás, o, en otras palabras, darle más valor a lo que dejas que a lo que Dios te ofrece.

Si estás valorando algo y te cuesta dejarlo para seguir a Jesús, yo estoy seguro que es porque aún no has entendido lo que Dios te está ofreciendo. Y tampoco has entendido de lo que Dios te está salvando.

Juan 4:10 (NTV)

“Jesús contestó:
— Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.”

La esposa de Lot podría estar en medio de esto mismo. Para ella, lo que estaba dejando tenía más valor que la salvación ofrecida por Dios, y su idea del juicio de Dios sobre su ciudad tampoco era tan clara como para agradecer a Dios por salvarla.

En momentos en los que dudemos sobre si lo que ofrece el Señor vale la pena al punto de dejar todo lo que Él nos pida dejar, podemos recordar estas palabras de Jesús:

Mateo 19:29

“Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por Mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

Que no te pase igual que la esposa de Lot, o que aquellos a quienes Jesús los llamó para seguirlo. Que nada te estorbe. Saca las cuentas, notarás muy pronto que aquello que te cuesta dejar no vale más que la salvación que Dios te ofrece a través de Jesús. Nada es más valioso que vivir eternamente con Dios. Nada es más valioso que el sacrificio de Jesús ofrecido por ti para que puedas ser reconciliado con Dios.

¡No esperes a mañana! ¡Toma la mano de Jesús hoy!

¡No mires atrás!

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Rodolfo Peña
Lumbrera

Sigo a Jesús • Miembro de IBDC • Consultor en PM&A • Colaborador en Lumbrera • Casado con Yoha • Papá de Vale • Tío de Liam