Su Fidelidad Alcanza Las Nubes
Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes (Salmo 36: 5)
El Salmo 36 fue escrito por David. Y no se si todos saben como fue la vida de David, pero les presentaré algunos datos de lo que se registra sobre su paso por esta tierra (aunque la lista es mucho más extensa):
- Fue subestimado por su padre y por sus hermanos.
- Fue perseguido por el Rey a quien él servía y vivió en cuevas procurando escapar de ser asesinado.
- Perdió un hijo a los pocos días de haber nacido.
- Uno de sus hijos abusó de una de sus hijas.
- Uno de sus hijos asesinó a uno de sus hermanos (el que abusó de una de sus hermanas).
- Uno de sus hijos conspiró contra David para quitarle el trono, y ese mismo hijo asesinó a varios de sus hermanos buscando este mismo fin (ser rey en lugar de David).
- Este mismo hijo murió accidentalmente enemistado con su padre.
No sé si a ustedes les genera la misma inquietud que a mí al momento de leer esto, pero con esa vida que tuvo David, ¿cómo es posible que exprese que la misericordia de Dios llega hasta los cielos y su fidelidad alcanza las nubes?.
Y la respuesta a esta inquietud se responde al saber que nuestras experiencias ni nuestros sentimientos definen quién es Dios.
Dios es como es. Él es el “Yo Soy”
Sin embargo, a través de nuestras experiencias es que logramos descubrir lo que ya Él ha dicho en Su Palabra.
La razón por la que David podía decir que la misericordia de Dios llega hasta los cielos y su fidelidad alcanza las nubes, la podemos ver en el siguiente versículo de la boca de Salomón:
1 Reyes 8:56
“Bendito sea el SEÑOR, que ha dado reposo a Su pueblo Israel, conforme a todo lo que prometió. Ninguna palabra ha fallado de toda Su buena promesa que hizo por medio de Su siervo Moisés.”
David podía decir que Dios es fiel por la misma razón que expresó Salomón, y Moisés, y Josué, y Abraham, Noé, Juan, Pedro. Desde Adán hasta hoy, todos podemos decir esto de Dios:
Todo lo que ha prometido, lo ha cumplido
Dios dijo que enviaría a un salvador, y lo envió. Dijo que sin derramamiento de sangre no habría redención (perdón de pecados), y crucificó a Cristo para que fuese posible ese perdón a cada uno de nosotros.
Dios prometió que su Iglesia prevalecerá por encima de los ataques de sus enemigos, aquí estamos como Iglesia a pesar de todo.
Lo que para Abraham fue una promesa distante e inverosímil (ser padre con más de 90 años de edad y con una esposa igual de anciana y además estéril) se cumplió. Y lo mismo pasó con las promesas hechas a Noé, a Moisés, a David y a su Iglesia.
Por eso estamos seguros de que el mundo será juzgado algún día; por eso creemos que habrá una condenación eterna; y por eso creemos que Dios puede salvarnos de esa condenación. Creemos estas cosas porque Dios mismo lo ha dicho, y todo lo que Él ha dicho lo ha cumplido.
Juicio y Salvación
Castigo y Perdón
Deuteronomio 7:9
“Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel , que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que lo aman y guardan Sus mandamientos”
Para poder descansar en la fidelidad de Dios, tenemos que entrar en Su pacto, de acuerdo con sus propios términos. Y el pacto que hoy tenemos fue establecido por medio de Cristo. Su sangre selló ese pacto en el que se establece que aquellos que han creído en él y que por lo tanto viven según sus enseñanzas, son hijos de Dios, y que para ellos no hay condenación (Romanos 8:1).
¡Confía en Dios! ¡Corre a Cristo!
La fidelidad de Dios demostrada en Cristo es suficiente para descansar en Él, obedecerle y vivir con esperanza.
