How far can we go when we imagine together?
By Carla Córdova
Dear person from the future,
I am not sure if this writing will ever reach your hands, but it is an attempt to share what is going on in 2023 in the spirit of leaving a footprint that will serve as a starting point for you.
Many parts of the world are experiencing crises. Every day, the media reports on acts of violence, assassinations, and suffering. There is pain, fear, exhaustion, and a system that oppresses some while providing others with homes, bank accounts, and trips to “exotic” locations.
But there is also hope. There are people who get up every day to try to improve the welfare of others, to help others, and to unlearn harmful or unnecessary knowledge in order to achieve inclusion and equality. There are still people who dare to dream, imagine, laugh, and dance in the face of adversity. There are also those who muster the courage to express their ideas aloud, in the hope of reaching an agreement, and begin to shape the life we all desire.
A subset of this group of people met in Austria for two weeks to brainstorm ideas for “that longed-for future” that we all desire. To do so, they needed to set aside unwavering differences, address inequalities, and make room for attentive listening, conversation, and learning. The end result? Various proposals aimed to reimagine the future of the media system as well as access to health care, education, transportation, and entertainment.
Many hours of work, discussion, and even frustration were required to understand each other and accept that our realities were not the same. At the same time, it provided new opportunities for us to reflect on our own privilege and, as professor Jad Melki put it, to consider the people who are marginalized and displaced by the great power structures.
During the seminar’s days, people in my country remembered Independence Day in the midst of a large national protest demanding democracy and justice (as do many other people in other parts of the world right now). This forced me in some way to re-question the idea of what imagination really means. Imagining is a complex process that usually involves people’s needs, desires, and wants. In some cases, it is also an escape from the painful reality and the uncertainty of an increasingly chaotic future. Individually, we can imagine different realities, but collectively, we can imagine some common points that can be spread and represented in the diversity of our world. So, how do we intercept these feelings in search of a common good that can be replicated in different parts of the globe?
The end result of this entire 2-week collective imagination process gave me two outcomes: First, I believe we did our best, promoting ideas for a more egalitarian future while also mentioning what needs to change to achieve the future we want. Second, as Professor Gustavo de Dios mentioned, envisioning the future must prioritize people over technologies. I feel empowered to keep promoting this idea in a world full of social media interactions and AI innovations, but at the same time, with limited access to technology and literacy about the risks of its use.
As you can see, dear reader, your future is not yet here, but it is approaching with each passing second. Living through this experience taught me that, in the midst of so much pain and uncertainty, it is important to have a safe space to inject some hope, and to move forward.
Did we succeed? That, I believe, is up to you to define. What else would it take to get there? What other options should be explored? “There is much to be done, brothers, so much to be done!” says Cesar Vallejo, a Peruvian poet. We are part of a long-term change project. Every one of us. Together.
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Spanish version here:
¿Cuánto podemos imaginar cuando imaginamos juntos? Una carta para un lector del futuro
Por Carla Cordova
Querida persona del futuro:
Desconozco si este escrito llegará a tus manos en algún momento. A pesar de ello, este es un intento de compartir lo que sucede en 2023 con el ánimo de dejar una huella que sea un punto de partida para ti.
Hay crisis en muchas partes del mundo. Los medios comparten noticias diarias que narran violencia, muerte y sufrimiento. Hay dolor, hay temor, hay cansancio, hay un sistema que oprime a algunos y sobre los que otros reposan sus casas, cuentas de banco, y viajes a lugares que llaman “exóticos”.
Sin embargo, también hay esperanza. Hay personas que se levantan todos los días a intentar lograr el bienestar de los demás, a ayudar a otros y a desaprender patrones de conocimiento que atentan a la igualdad y el bienestar colectivo. Hay personas que aún se animan a soñar, a imaginar, a reír y a bailar en medio de la incertidumbre. Hay también los que se arman de coraje y dicen sus ideas en voz alta, con el ánimo de lograr acuerdos y empezar a transformar la realidad que todos queremos.
Un grupo de estas personas se reunió durante dos semanas en Austria, con la difícil tarea de desarrollar ideas para imaginar ese ansiado futuro que todos queremos. Para lograrlo, tuvieron que poner de lado las diferencias inquebrantables, encarar las desigualdades y dar espacio para la escucha atenta, la conversación y el aprendizaje. ¿El resultado? Diversas propuestas que buscan reimaginar el futuro de problemas como la desinformación, el acceso a la salud, el transporte, la educación y el entretenimiento.
Fue un proceso complejo. Pero a la vez, nos abrió a nuevas posibilidades de ver la necesidad de detenernos un momento a considerar nuestras posiciones de privilegio y, como mencionó el profesor Jad Melki , de considerar a los que casi nunca se consideran, a los marginalizados y desplazados por las grandes estructuras de poder.
Durante los días del seminario, muchas personas en mi país recordaron el Día de la Independencia en medio de una gran protesta nacional que demandaba democracia y justicia (al igual que muchas otras personas en otras partes del mundo en estos momentos). Esto me forzó en cierto modo a volver a pensar en el concepto de imaginar. Imaginar usualmente compromete las necesidades, los deseos y las carencias de las personas. Es también, en algunos casos, un escape para evitar mirar la dolorosa realidad y el temor a la incertidumbre de un futuro que cada vez parece más caótico. Individualmente, podemos imaginar realidades diferentes, pero colectivamente, podemos imaginar algunos puntos comunes que pueden difundirse y representarse en la diversidad de nuestro mundo. ¿Cómo imaginar colectivamente?
Este proceso de imaginación colectiva me dio dos resultados: Primero, creo que lo hicimos lo mejor que pudimos, promoviendo ideas para un futuro más igualitario y mencionando al mismo tiempo lo que tiene que transformarse para lograrlo. Segundo, como mencionó el profesor Gustavo de Dios, imaginar el futuro debe priorizar el bienestar de las personas por encima de las tecnologías. Me siento fortalecida para seguir promoviendo esta idea, sobre todo al verme rodeada en un mundo lleno de más y más interacciones en las redes sociales e innovaciones en IA, pero al mismo tiempo, con limitado o nulo acceso a la tecnología y a la alfabetización sobre los riesgos de su uso.
Como puedes ver, querido lector, quizá tu futuro aún no ha llegado, pero a la vez, está aquí y se acerca a cada segundo que pasa. Vivir esta experiencia me enseñó que, en medio de tanto dolor e incertidumbre, es importante tener un espacio seguro para inyectar algo de esperanza y seguir adelante.
¿Logramos imaginar un futuro igualitario? Te dejaré a ti responder ello. ¿Qué más haría falta para conseguirlo? ¿Qué otras opciones habría que explorar? Como decía el poeta peruano César Vallejo “Hay hermanos, ¡muchísimo que hacer!”. Somos parte de un proyecto de cambio a largo plazo. Cada uno de nosotros. Juntos.
