Condenar a Assange: haz lo que digo, no lo que hago

Yassel A. Padrón Kunakbaeva
Luz Nocturna
Published in
5 min readDec 13, 2021

Por: Annette Lavastida

“Debes empezar por la verdad. La verdad es el único camino que

podemos tomar para llegar a alguna parte. Porque cualquier

toma de decisión que se basa en mentiras o ignorancia

no puede llevar a ninguna conclusión aceptable.”

Julian Assange

Este pasado viernes, el gobierno estadounidense ganó un recurso presentado ante el Tribunal de Apelación de Londres contra un fallo de enero, en que se negaba la extradición de Julian Assange por riesgo de suicidio. El 10 de diciembre, coincidentemente el mismo día que se celebra el Día de Los Derechos Humanos, el tribunal admitió el recurso; lo que abre la puerta para que pueda ser extraditado a Estados Unidos, donde enfrenta cargos de hasta 175 años en prisión. Dicho tribunal determinó que las garantías estadounidenses eran suficientes para asegurar que Assange recibirá un trato humanitario. La decisión final será tomada por la Secretaría de Interior luego de su revisión, pero teniendo en cuenta el fallo de la corte, el resultado de esa decisión es bastante previsible:

«No hay ningún motivo por el que este tribunal no deba aceptar las garantías que dicen que tendrá .(…) No hay base alguna para suponer que Estados Unidos no ha dado las garantías de buena fé.»

Assange es el fundador de Wikileaks, un medio que por décadas se ha dedicado a publicar informes anónimos y documentos filtrados a través de su sitio web. Quienes conocemos la historia de Wikileaks — y de Estados Unidos en particular — , tenemos razones suficientes para dudar de esa buena fe, sobre todo respecto a este caso. Su plataforma comenzó a funcionar en diciembre de 2006 bajo una premisa simple: usar la tecnología para distribuir documentos clasificados por los gobiernos y brindar anonimato a sus fuentes. En 2007 asestaron un fuerte golpe gracias a un reporte secreto que documentaba los excesos de corrupción del líder keniano Daniel Arap Moi. Pero 2010 fue el año más intenso para WikiLeaks, no sólo filtraron el video en el que se observa cómo militares estadounidenses disparan contra el reportero Namir Noor-Eldeen desde un helicóptero; también hicieron circular los Diarios de la Guerra de Afganistán — una colección de más de noventa mil reportes de campo del Ejército de Estados Unidos de entre 2004 y 2009 — y miles de cables diplomáticos de las embajadas estadounidenses en el mundo, incluyendo la de Cuba.

El material más impactante de todos fue filtrado por la analista de inteligencia del ejército de EE.UU. llamada Chelsea Manning, y el video titulado «Asesinato Colateral» provocó un revuelo a nivel mundial. Este mostraba dos ataques de operadores de helicópteros estadounidenses asesinando a dieciocho civiles iraquíes por mero deporte, y luego burlándose de sus muertes.

Pero el fiscal general de los Estados Unidos, en lugar de juzgar a los pilotos por crímenes de guerra, anunció que estaban investigando Assange por violar la Ley de Espionaje de 1917. Dicha ley es una reliquia de la primera Guerra Mundial, establece que el gobierno puede encarcelar a quien publique cualquier material profano, desleal, difamatorio, o utilice un lenguaje abusivo sobre la Forma de Gobierno de los Estados Unidos.

Condenar al mensajero para no hablar del mensaje

Lo curioso acerca de que esta ley estadounidense se resucite, es que Assange no es ciudadano ni residente estadounidense, y el material que publica está desprovisto de cualquier clase de edición que pueda contener un lenguaje abusivo. Nunca se ha podido demostrar que las publicaciones de Wikileaks sean falsas, por el contrario, su veracidad ha sido constatada en todos los casos. De modo que aludir a un lenguaje difamatorio o profano lo descalifica para ser acusado por ese delito.

Es importante tener en cuenta que WikiLeaks no publicó esas filtraciones por sí solos, ya que se asociaron con el New York Times, The Guardian y Der Spiegel, pero a ninguno de esos medios se les acusa de espionaje, ni han recibido el mismo tratamiento. Esto hace concluir que los cargos contra Assange pueden ser considerados fraudulentos, razón por la cual diversas organizaciones de Derechos Humanos, juristas y expertos de organizaciones internacionales, incluida la ONU, han pedido al Departamento de Estado de Estados Unidos que retire tales acusaciones.

Juega con la cadena, pero no con el mono

Durante diez años Estados Unidos ha emprendido una cacería contra Julian Assange, intentando imputarle cargos de otra naturaleza que tampoco han procedido, o su veracidad ha sido fácilmente desmentida. Pero el objetivo de este encarnizamiento es enviarles a todos los que hacen periodismo de investigación en el mundo un mensaje claramente amenazador: quienquiera que exponga descarnadamente cómo se mueven los hilos del poder, sufrirá el mismo castigo. Assange se convertirá en el modelo ejemplarizante para todo aquel que se atreva a pulsar los nervios de la maquinaria dominante y revele sus más oscuros secretos.

También sentaría un precedente aterrador, pues las leyes de censura dentro del país norteamericano adquirirían un alcance desmesurado a nivel mundial, ya que aplicaría a cualquier periodista o ciudadano que, desde su país de origen o de residencia, pulique información sensible o reciba secretos filtrados sobre los Estados Unidos, podría correr la misma suerte de ser extraditado por razones que no deberían aplicar a su caso.

No son pocas las veces que quienes ostentan poder o lo defienden, se han ocupado de condenar al mensajero para no hablar del mensaje. Se debe reconocer que WikiLeaks plantea por lo menos una forma de repensar la matriz de nuestras relaciones democráticas: la de los ciudadanos con el Estado, la de los ciudadanos con los medios de comunicación y la de los medios con el Estado. Lo hacen poniendo al descubierto una información que desnuda esas relaciones para actualizarnos sobre el paradigma actual del Estado y la democracia; es decir, cuánto nos representan quienes dicen representarnos, qué decisiones toman, cómo las toman y por qué las toman.

Estoy convencida de que Julian Assange no recibirá un juicio justo, porque no son justas ni aplicables las causas que se le imputan, tampoco lo es aplicarle cargos de forma extraterritorial. Su caso, más allá del revuelo mediático, desvela un interesante dilema para la democracia liberal occidental, esa que tanto intentan enchufarnos en el resto del planeta a modo de «haz lo que digo, no lo que hago»: preponderamos la libertad de prensa, mientras que esta no revele ninguna información que ponga en juego nuestra hegemonía en el mundo. «Juega con la cadena, pero no con el mono.»

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Yassel A. Padrón Kunakbaeva
Luz Nocturna

Científico, filósofo marxista, activista revolucionario. Un polovina nacido en la Unión Soviética en medio del derrumbe. Cubano de corazón.