Instantáneas | Rotterdam: pasado borroso

Ricardo H
Lying On Sofa
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3 min readNov 29, 2018

París, 1940. El Tercer Reich establece la Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg con el objetivo único de saquear y enajenar piezas de arte y valor cultural de las colecciones privadas y museos de Europa, principalmente aquellas dentro de patrimonios judíos. La capital francesa -centro del mundo artístico a principios del siglo XX- se convertía así en el punto neurálgico de un mercado negro de música, artes visuales, historia, libros y arte sacro.

En esta operación militar, cultural y política (los límites de distienden), altos rangos del imperio seleccionaban las piezas de arte que irían a sus respectivas colecciones particulares; el resto se enviaba en tren hasta el castillo Neuschwanstein en Alemania. Se ha estimado que más de un millón de vagones transportó aquella carga de arte confiscado.

Detrás del Einsatzstab Reichsleiter, el Reichsmarschall Hermann Wilhelm Göring es figura fundamental para entender el papel del arte en tiempos bélicos: a partir de su deteriorada relación con Hitler y con la esferas de poder alemanas, Göring se refugió en el arte como medio de alterno a la realidad y como vía rápida para acrecentar su patrimonio personal; trabajó conjunta y directamente con Rosenberg para beneficio propio y de sus allegados.

Para facilitar esta operación de tráfico de arte, la organización estableció burós en las principales ciudades europeas. Entre ellas se encontraba Amsterdam. Y al sur, a medio camino entre París y la capital holandesa, Rotterdam. Allí no había un buró ni una gran operación de tráfico de arte como tal, sino sólo la historia de varios óleos que terminaron en un museo.

Rotterdam, 2019. La ciudad que en 1940 vio la furia de la Luftwaffe -comandada por el propio Göring- alberga hoy en el Museo Boijmans Van Beuningen una muestra que reabre de manera pública un asunto olvidado; asunto que organizaciones culturales de Europa (por sus multiples implicaciones) prefieren omitir: la investigación y procedencia de varias de las obras que se exhiben en sus paredes.

“The Boijmans in the War. Art in a Destroyed City” es una fría muestra documental que cumple con el papel del arte de generar ideas, juicios y cambios de perspectiva. La narración histórica y visual se centra en la figura del que fuera director del museo entre los años 1921 to 1945, Dirk Hannema.

Reconocido por llevar el museo principal de Rotterdam al panorama europeo de las artes, Hannema no sólo se encargo de organizar las primeras grandes exposiciones de maestros holandeses como Vermeer, el Bosco y Saerendam, sino que también participó en aquel mercado negro de arte que provenía de París y metropolis aledañas, incluso llevando una relación cercana con las operaciones del Einsatzstab Reichsleiter.

Una muestra que sorprende por evidenciar la capacidad del arte para transgredir política, poderío militar y, sobretodo, el carácter humano. Muestra que incomoda al hacer difícil aceptar la verdad de un pasado oscuro: a diferencia de otras salas del museo -y después de recorrer la excelente y única exposición Pure Rubens que también se exhibía allí-, el tema se siente sobrio, frío. La atmósfera habla por si sola.

Sin duda, interesante labor y compromiso del museo al dedicar una exposición al tráfico negro de las guerras mundiales: al ser una institución cultural, el desarrollo esta investigación cultural resulta en arte en si misma; la obra genera conciencia, crítica y juicios personajes; expone la verdad. Al final, arte sobre el arte. Queda en silencio la postura de otros museos que en sus pasillos exhiben objetos de cuestionable procedencia, y el silencio mismo de aquellas personas que fueron despojadas de su patrimonio cultural, personal y material.

Terminando de recorrer la muestra lo único que pensé fue que de aquella ciudad destruida se volvía a reconstruir un pasado. Borroso.

“The Boijmans in the War. Art in a Destroyed City” se exhibe hasta el 27 de Enero de 2019.

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Ricardo H
Lying On Sofa

Citizen of the XVII century living in the XXI. Wild man.