¿Puede una persona con discapacidad trabajar en el mundo de la tecnología?
Ante la pregunta de si cree que una diseñadora/programadora sorda puede ser eficiente y aceptada en una empresa, María José Paschcuan responde con un rotundo “por supuesto”.
En este artículo nos cuenta su historia en el área laboral, que hasta ahora ha estado llena de altibajos dado el poco manejo que existe en la contratación de personas con discapacidad, pero ella sigue abogando por un cambio.
Poseo sordera severa desde que nací, tuve rubéola de niña lo que derivó en mi discapacidad. Soy diseñadora/programadora desde hace 12 años. No ocupo la lengua de señas, solo leo los labios para comprender y soy autodidacta, aprendo muchas cosas nuevas y me adapto rápidamente a la comunicación; pero hay un problema: la inclusión laboral no ha avanzado como esperaba.
Durante la época escolar hacía diseños con Illustrator y Photoshop como un hobbie. Cuando entré a la universidad a estudiar diseño y programación multimedia, una carrera que duraba 2 años y medio y actualmente no existe, me costaba mucho entender los algoritmos y el pseudocódigo. Sin embargo, me adapté con el tiempo anotando errores y especificaciones, llevando mis apuntes, me costó 5 años terminar los estudios.
La vida laboral ha sido una etapa difícil, pues a las empresas les cuesta contratar a una persona con discapacidad y la Ley de Inclusión no es suficiente. Yo me convertí en diseñadora/programadora para enfrentar mis miedos y romper las barreras como persona sorda. Aunque mi familia jamás me consideró como una discapacitada, me encuentro con retos diarios fuera de mi hogar: como ser excluida de reuniones virtuales, pese a que hay herramientas tecnológicas (como los subtítulos generados) para que yo pueda participar.
Desde 2016 hasta ahora, he tenido trabajos con poca duración, me despiden por término de contrato fijo o presentan excusas para aprovecharse de personas con discapacidad. Desconfío en las postulaciones laborales por una razón obvia: una empresa me acepta, me da contrato fijo hasta 5 meses, luego me despiden por término de contrato fijo. Esto es jugar con las ilusiones de una persona que ha experimentado a lo largo de su vida cómo se vulneran sus derechos.
En mi tiempos laborales nunca he tenido un sueldo digno; sin embargo, como colaboradora valgo oro: me concentro, me dicen que soy ágil en las tareas asignadas, me dedico al trabajo totalmente y no me distraigo.
Por esto, es importante que las empresas y reclutadores conozcan que las personas con discapacidad no somos una pequeña minoría. Además, la igualdad de acceso es un derecho universal.
Una de las cosas que más deseo es que las empresas acepten a las personas con discapacidad en sus filas para dar más herramientas inclusivas a otros, para ayudar a cumplir los sueños y contribuir con un mundo accesible.
“Hacerte a ti mismo responsable, empujarte más allá del dolor, enseñarte a amar lo que temes; a que disfrutes del fracaso, a que vivas tu máximo potencial, y para que averigües quién eres en verdad”, David Goggins.
María José Paschcuan
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