Chocolate,Molinillo…
estirar… que el demonio va a pasar
Cuando era yo una niña pequeña con demasiadas opiniones y dientes las vacaciones de verano eran invariablemente predecibles y sin importar si era en un lugar en otro involucraban leer y comer algo no habitual.
Mi abuela materna, casi toda mi vida desayunó chocolate de barra preparado con molinillo. Lo hacía en un posillo de peltre cuyo fondo se había abombado y era casi esférico. recuerdo perfectamente el tornasol de las burbujas del chocolate, el molinillo no siempre era el mismo mi abuela los sabía curar y preparar pero no eran eternos y cada pocos años cambiaban.
Entre las cosas que sucedian en casa de mi abuela es que uno estaba obligado a ir a la iglesia. Para el verano, la fiesta de la virgen coincidia con mi estancia ahí, los gitanos llegaban y se ponían a una cuadra, mi hermana y yo teniamos prohibido ir -algunos gitanos resolvían a balazos quien ponia su carrusel en donde y donde más los juegos de suertes y el puesto de sombreros de princesas que en ese entonces no eran más que simples conos de papel con tul y diamantina por adorno.
Recuerdo el mercado y el camino a la iglesia el olor agrio de la basura y el fresco del puesto de skimo donde fui desde que tenía un año hasta la ultima vez que fuimos a limpiar la casa de mi abuela y ese día el puesto no abrió nunca.
Mi abuela no era una mujer especialmente cariñosa, es decir no lo demostraba, creo que mi madre y yo sacamos de ahí el mismo temperamento, no toleramos el sentimentalismo en nadie por que no no lo permitimos a nosotras.