Workshop: The science of music — Part I

Wendoly Patiño
MaCTec
Published in
5 min readJun 26, 2018

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Por Sandra Sánchez | 08/10/2017

Cuando pensamos en matemáticas o física a algunos les pueden venir a la mente malas experiencias en los cursos de la universidad e incluso desde el colegio, y creer que definitivamente no teníamos habilidad en absoluto para estas materias, y que de emocionante no tenían nada. Otros dirán que las odiaban y tal vez solo un pequeño porcentaje dirá que les gustaba. Sin embargo cuando hablamos de música y preguntamos sobre ella la gran mayoría de nosotros diría que amamos la música, que realizamos nuestras actividades diarias con ellas como hacer ejercicio o estudiar, que en ocasiones nos pone de buen humor. Otras veces la música nos divierte, nos hace bailar, nos une, nos emociona, también nos relaja incluso a algunos nos consuela. Es algo que todos hemos experimentado y disfrutado alguna vez y se ha manifestado incluso desde los inicios de la humanidad y a través de las diferentes culturas y civilizaciones.

La música tiene de ciencia, tiene de física y tiene de matemáticas. Esto no es algo nuevo: ya Pitágoras en la antigua Grecia estudiaba cómo la cuerda de su monocordio emitía diferentes sonidos (frecuencias), dependiendo del largo de esta y estudiaba también la relación entre la armonía de las notas entre sí y la proporción matemática de la longitud de las cuerdas que producían esas notas. Pero es muy importante no perder de vista esto para que nos demos cuenta que la belleza de la música que todos apreciamos está compuesta por fenómenos físicos y que se pueden explicar matemáticamente. Muchas veces las separaciones que hacemos entre una materia y otra son ficticias.

En el taller se realizaron diversas actividades con este propósito con las cuales las niñas pudieron apreciar la belleza del sonido de la música en sus diversas dimensiones.

¿El sonido es una onda?
Un objeto al moverse vibra (como la cuerda de una guitarra), esto hace que las moléculas de aire que están a su alrededor, al ser perturbadas, choquen unas con otras y se genere — debido a la diferencia de presión — la onda, que a su vez es lo que genera el sonido, en este caso se llama onda sonora. Las moléculas de aire no viajan movilizándose largas distancias, lo que hace es transmitir la energía empujando a la que tiene al lado y esta a su vez a la que tiene a su lado (como unas fichas de dominó). Para ejemplificar esto de manera didáctica se utilizó un cordón de teléfono, 2 personas lo cogieron una de cada lado y al darle movimiento se ve cómo se forma una onda y que la energía se trasmite a través de todo el cordón de la misma manera que lo hacen las moléculas de aire.

¿Puede haber sonido, si no hay aire?
Antes de responder esta pregunta recordemos que la onda sonora al ser una onda mecánica necesita un medio en el cual propagarse. Un medio es aire, agua o un sólido. Por ello sin aire no podría propagarse.

Para demostrar esto a las niñas, se colocó un celular dentro de un recipiente. Primero se hizo una llamada al celular que estaba dentro del recipiente y este vibró y se escuchaba perfectamente la llamada. Luego se procedió a extraer todo el aire del recipiente con un aparato y se puso el celular dentro de este. Esta vez vibró pero sonó mucho menos ya que al haber extraído todo el aire solo quedaba el aire que estaba dentro de la estructura del celular, con lo cual las moléculas de oxigeno se propagaban mucho menos.

¿Y la música se puede ver?
De cierta forma la música se puede ver a través de la vibración que esta produce, ya que al ser la onda sonora una onda mecánica es susceptible de trasladarse esa presión a otro medio para poder observarla .Para que las niñas visualizaran este efecto se colocó un recipiente con escarcha sobre la membrana del parlante que estaba conectado a la música de la computadora. Así con cada vibración de la canción la escarcha se movía al mismo ritmo formando hermosos movimientos. Si se cambiaba la canción los movimientos de la escarcha cambiaban, también esto debido a que cada canción tiene su propia mezcla de notas, cada una con determinada frecuencia que hace diferentes los movimientos de la escarcha en cada canción.

A sonidos más agudos mayor frecuencia , mayor vibración, mayor movimiento lo mismo se podría replicar con pintura u otro líquido y se podría tener a partir de una obra de arte musical una obra de arte visual.

Las notas musicales y las expectativas del cerebro
En esta parte del taller se replicó un pequeño ejercicio que hizo Bobby Macferrin en el festival mundial de ciencia acerca de la expectativas que tiene nuestro cerebro cuando escuchamos las notas musicales, que es de lo que están compuesto las canciones. Así se supone que cuando escuchamos ciertas notas nuestro cerebro más o menos ya sabe que nota podría seguir como si la “adivinara”. Hay debate acerca si es aprendido culturalmente o es propio de la naturaleza humana responder correctamente con la siguiente nota, ya que según lo que él indicaba, lo había realizado en varios lugares y todos habían respondido de forma similar adelantándose a la nota siguiente en muchos casos.
En el taller se realizó el ejercicio y algunas niñas pudieron seguir las notas musicales y todas se divirtieron mucho.

Ahora cada vez que escuches una canción que te gusta, te gustará el doble porque podrás apreciar su belleza mucho más, ya que conoces que se da gracias a procesos físicos llamados ondas, y que la armonía que te gusta depende de la proporción numérica entre sus notas musicales que has venido escuchando tú y generaciones pasadas. También podrás preguntarte cómo se vería en pintura tu canción favorita y realizarla.

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