Cinco mil doscientas ochenta y dos millas de separación

Un #roadtrip cambia vida, como de película

Loy Salazar
Maitrenial
2 min readMay 30, 2022

--

Como de película de miedo porque allá en Devils Tower se habla mucho de abducciones ovnis. Pero no estoy aquí para hablar del viaje, ya habrá tiempo para sortear las fotos y contarlo. Estoy de regreso en mi casa, desempolvando mi blog porque cinco mil doscientas ochenta y dos millas de separación de todo lo que hoy reconozco como mío — mi casa, mi trabajo, mi familia cercana, mi nueva vida en general—, me ha refrescado la vida.

¿Quién necesita separación cuando acaba de empezar una nueva vida? TODOS. Déjenme decirles por qué: porque sí. Es bien cansado justificar todo el tiempo por qué hacer o no hacer algo. Justificar para uno y para los demás. Yo me he justificado por todo en mis 37 años de vida. Por qué sentarte con tus dos hermanas menores y no con las dos mayores, por qué sentarte con las dos mayores y no con las dos menores, estudiar Comunicaciones si Relaciones Internacionales suena mejor, por qué cambiar de trabajo si ya hiciste carrera en un lugar, por qué casarte tan joven, por qué divorciarte tan joven, por qué salir con tanta gente, por qué mudarte de país, por qué casarte otra vez (¿no aprendiste la lección?), por qué no tener hijos, por qué cambiar de parecer y querer tener hijos, por qué cortar unas amistades y no otras, por qué bajar de peso, por qué engordar de nuevo, por qué ir a terapia, por qué alejarte de tu familia, por qué regresar si te habías alejado… interminables porqués que sirven para un culo cuando al final del día uno paga sus propios recibos.

Respira. Rant over.

Lo que quiero decir es que a mis 37 años, esas cinco mil doscientas ochenta y dos millas me llenaron de aire fresco, de nuevas ideas, renovaron mis ganas de convivir con la gente que quiero, confirmaron mi relación una vez más, me han dado una nueva perspectiva sobre lo que quiero, me devolvieron las ganas de regresar a mi trabajo actual, pusieron una sonrisa enorme en mi cara, me permitieron leer TRES libros y renovaron mis ganas de escribir para ustedes, gente que no conozco y me regala unos minutos de su tiempo.

Y aunque al escribir esto suena al fondo la secadora con la cuarta lavada de ropa del viaje que me recuerda el peso de las responsabilidades del día a día, me tomo mi white claw de raspberry, sonrío y me siento feliz.

Cinco mil doscientas ochenta y dos millas que me hicieron realizar, una vez más, lo afortunada que soy.

Plenitud, creo que le llaman.

Roadtrip 2022.

--

--